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Columna
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Inseguridad

Una vez más los administradores confabulan contra los administrados e intentan inferirles en sus carnes y economías heridas que no por ligeras dejan de desangrar al quedar enquistadas de forma permanente en el sistema social.

La última de estas, que aparece en el horizonte pero con visos de acercarse con premura, es la que propugna el pago de una simbólica cantidad -un euro- cuando recibamos la atención de los médicos de la seguridad social obligatoria. Por cada visita que realicemos a los masificados ambulatorios, y es de suponer que por cada una de las que recibamos en nuestro domicilio, pagaremos un euro al erario como contraprestación de unos servicios que sin duda necesitamos ya que, parece obvio suponer, no se utilizan por puro placer ni con el ánimo de pasar la mañana bajo las luces de neón escuchando la tos de los compañeros de desdichas.

La medida se parece a otras que ya comentamos y que ahora vuelven con renovados ímpetus -como son la de incrementar el precio de las gasolinas en algún céntimo- y sus frutos dicen estar destinados a financiar algún específico desaguisado presupuestario, como si todos y cada uno de los gastos e inversiones en que incurre el estado, o los entes autonómicos y municipales, no debiese haber sido contemplado en su financiación por los presupuestos ordinarios, por lo que no cabe que al ciudadano se le planteen tasas a destiempo ni pagos extraordinarios para atender supuestos nuevos proyectos.

Pero la que ahora se plantea nos ofrece, además de lo señalado, otro motivo de preocupación, cual es la posibilidad de que las relaciones del estado o sus organismos con los ciudadanos se planteen como un contrato leonino, en el que sólo la parte débil deba cumplir puntualmente con sus obligaciones. A despecho de lo que permitan las legislaciones -o las sutiles interpretaciones de las mismas- lo cierto es que los cotizantes a la Seguridad Social cumplieron y cumplen con su papel de ingresar las cantidades exigidas por dicho Organismo Público, en el momento de la afiliación y durante largos años, a cambio de una protección en el ámbito de la salud que les aseguraba la gratuidad de los servicios médicos, por lo que ahora parece un claro incumplimiento de contrato que se solicite el pago de los mismos -así sea en una mínima cuantía- a las personas que ya cumplieron en su integridad su parte en el trato.

No queremos pensar cómo nos iría si nuestros gobernantes no tuviesen sus políticas inspiradas en el famoso Estado de Bienestar.

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