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Columna
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El ojo de Al Yazira

Algo se mueve en el mundo árabe oriental. En 1996 salió al aire en el emirato de Qatar la primera cadena árabe de televisión verdaderamente internacional, abruptamente independiente, siempre animada de un propósito profesional, resuelta a no ser instrumento de ningún Estado de la zona, capaz de criticar lo propio y valorar lo ajeno, aunque, lógicamente, todo ello desde la mirada del árabe del Machrek. En 2001, con su cobertura sobre el terreno de la guerra de Afganistán, la cadena alcanzó una espectacular mayoría de edad. CNN y BBC ya no estaban solas. Y, desde entonces, las cosas no han vuelto a ser las mismas.

Al Yazira (Algeciras o La Península) ha completado una revolución que, por profesional, es también política. Los espectadores árabes tienen ahora una versión autóctona de la Intifada de las Mezquitas, en la que los muertos palestinos adquieren nombre, filiación, lugar en el mundo, como les faltaba, a menudo, en las cadenas anglosajonas; y asimismo pueden ver la guerra de Irak desde casa, sin que eso quiera decir que adopten el punto de vista de la insurgencia. En Al Yazira no se habla -como tampoco en la BBC- de enemigo al referirse al ocupante. Su propósito sólo es el de mostrar "el feo rostro de la guerra".

En esa tesitura, la cadena ha recogido comunicaciones de la organización terrorista Al Qaeda y aireado la figura de su líder, Osama Bin Laden, lo que ha dado lugar a acusaciones, preferentemente de fuentes oficiales norteamericanas, de promoción al terrorismo y de dar cuerpo a la versión criminal extrema del integrismo islámico. La realidad, sin embargo, es más compleja y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. El The New York Times ha pedido perdón a sus lectores por haberles desinformado inadvertidamente del proceso político que llevó a la guerra de Irak, donde sólo había, como no ignoraba casi nadie, un régimen asesino pero exangüe, que tenía las mismas armas de destrucción masiva que Mónaco.

Al término de un coloquio de dos días en Doha, la capital de Qatar, la cadena árabe anunciaba la semana pasada la entrada en vigor de un libro de estilo en el que se comprometía a "distinguir entre material informativo, opinión y análisis y a evitar las trampas de la especulación y la propaganda". ¿Alguien puede, honradamente, creer que la CNN -e incluso la BBC- han soslayado siempre esas trampas? La guerra, y, aún más, vista con la unilateralidad de hacerlo sólo desde un lado, comporta una fuerte carga política subjetiva. Al Yazira no conseguirá, por ello, cumplir su propósito al ciento por ciento, pero esta última unilateralidad oriental hacía mucha falta.

Los debates de Doha entre periodistas occidentales y árabes, y aún más, entre los propios profesionales de Al Yazira, se produjeron en términos no tan alejados de los que primaban en la España de los últimos años del franquismo y la transición. Ese mundo islámico, al que se reputa incapaz de asumir cualquier modernidad, está hoy, muy al contrario, fabricando una generación de periodistas que ha de resolver los mismos problemas que sus colegas occidentales para que su trabajo sea algo más que retórica interesada, y que parece saber cómo hacerlo.

No equivale ello a decir que el cambio en el mundo árabe esté a la vuelta de la esquina, y mucho menos, que ese cambio deba hacerse de acuerdo con la idea occidental de modernidad, pero sí que el embrión existe y que un Machrek de regímenes representativos sería una fuerza formidable a tener en cuenta de Washington a Bruselas.

La misma teoría, tan extendida en medios israelíes, de que el problema del Estado sionista con el mundo árabe consiste en que no es posible dialogar con poderes no democráticos, sí que iría a parar al cubo de basura de la historia, mucho más que el reciente fallo de La Haya declarando la ilegalidad del muro-valla con que Jerusalén abraza-estrangula los territorios ocupados. Israel descubriría que un planeta árabe democratizado sería un adversario infinitamente más formidable que las cliques actuales en el poder, y que no cedería en nada en su oposición al Estado judío. Ni siquiera un Gobieno amable en Bagdad podría permitirse el lujo de la complacencia con Israel.

La próxima iniciativa de Al Yazira será el lanzamiento en 2005 de su versión en inglés. Hay que estar a la escucha.

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