Rodrigo Uría defiende un "Prado docente"
"Tenemos que sacar al museo el mayor beneficio social", declara el nuevo presidente del patronato
El abogado Rodrigo Uría y la filósofa y escritora Amelia Valcárcel fueron nombrados ayer presidente y vicepresidenta del real patronato del Museo del Prado a propuesta de la ministra de Cultura, Carmen Calvo. Al pleno del patronato se incorporaron dos representantes de Baleares y Canarias, propuestos por el Consejo del Patrimonio Histórico, y el ex secretario de Estado de Cultura Luis Alberto de Cuenca, por voluntad de la ministra. Rodrigo Uría, que lleva 16 años en el museo, cree que entra en un periodo de normalidad tras la etapa de cuatro años de Eduardo Serra en la presidencia. "Insisto desde hace años en un Prado docente, que la gente se acerque a ver las colecciones y a aprender para su propia actividad", declaró tras su nombramiento.
"Nadie ha pensado nunca, ni en las noches de insomnio, en privatizar o mercantilizar el Prado. Se trata de compatibilizar el servicio público"
"Ha habido muchos directores que se dedicaban más a ellos mismos que al museo, que utilizaban como palanca para conseguir aprecio"
El pleno del patronato del Museo del Prado fue calificado por la ministra de Cultura como "una reunión amable e institucionalmente constructiva", al aceptar los patronos sus propuestas de nuevo presidente, Rodrigo Uría, y vicepresidenta, Amelia Valcárcel, además de dos representantes de los gobiernos balear y canario, Catalina Sureda y Moisés Plasencia, como "pluralidad" de las comunidades autónomas, y vocal a Luis Alberto de Cuenca, "deseo de elegancia institucional y madurez democrática", como presencia del principal partido de la oposición.
Carmen Calvo lanzó un mensaje de "tranquilidad" con el cambio y el trabajo del patronato, unido al consenso de los grupos parlamentarios para convertir el Prado en "un lugar de acuerdo" donde no se desarrollen batallas políticas. Eduardo Serra asistió al pleno para presentar su dimisión y a la salida declaró que había sido "un privilegio y un honor" trabajar en el museo, que dispone de un estatuto jurídico para ser una de las mejores instituciones.
"Por el Prado hago cualquier cosa", afirmó Rodrigo Uría en rueda de prensa, tras señalar que había entrado en el patronato desde 1988, vicepresidente desde 1999 hasta la actualidad y presidente en funciones tras la muerte de José Antonio Fernández Ordóñez. "Serra ha sido un excelentísimo presidente, como he dicho en la reunión, y que nadie espere una crítica de estos cuatro años, en los que he sido partícipe". "El tándem Serra-Zugaza [el director Miguel Zugaza] ha sido muy beneficioso para el Prado y esta casa está cambiando a gran velocidad".
Como objetivos inmediatos, Uría indica la ampliación en marcha en el claustro de la iglesia de los Jerónimos, "algo más que el cubo rojo de Moneo", pero propone que el Prado se convierta en un "campus museístico", con el edificio Villanueva, para las colecciones, el parterre en la parte trasera, el claustro, el Casón del Buen Retiro y "eventualmente" el salón de Reinos en el Museo del Ejército tras su traslado a Toledo. "El Prado necesita atención permanente, servicio al público y a los visitantes. El Prado docente tendrá que enseñar, crear una escuela, becas, extender lo que tiene. Tiene una nueva forma jurídica, con más autonomía para presupuestos y personal, recabar más patrocinios y que nuestra cuenta no se confunda con la cuenta general del Estado".
Rodrigo Uría señala que como presidente tiene dos vertientes: "El apoyo permanente a la dirección y contribuir a que el sistema de relaciones humanas en el museo sea cada vez mejor. Llevo 16 años en el museo y al principio se hablaba desde el patronato del personal sin conocerlo". Puso como algo "insólito" el reciente almuerzo que organizó el comité de empresa para despedir a Serra. También comentó que, "en este momento, el patronato no considera la posibilidad de hacer exposiciones de artistas contemporáneos".
En su despacho, ante cuadros de Ramón Gaya y Andreu Alfaro, y con el fondo de la columna de humo negro del incendio que obligó a taponar la ventilación del museo, Rodrigo Uría se siente satisfecho ante la normalidad actual "(estamos posaos, como dicen en Asturias") frente "a la sensación de gran inseguridad" de hace años. De organismo autónomo, "era el menos autónomo", ha pasado a organismo público con la nueva ley del Prado. "Lo esencial es que la gente que trabaja en el museo y que está haciendo extensión cultural, vendiendo productos o exposiciones temporales, tenga la satisfacción de participar de una cuenta de resultados que este ejercicio ha ido mejor. Ésta es una proposición de carácter empresarial, pero emprender es siempre bueno y no significa mercantilizar el Prado, que tiene un destino económico para el dueño que es el Estado. La tensión dialéctica no está entre patrimonio público y gestión empresarial sino entre gestión empresarial y servicio público. Nadie ha pensado nunca, ni en las noches de insomnio, en privatizar o mercantilizar el Prado. Se trata de compatibilizar el servicio público, las colecciones del museo y, sobre todo, la creación intelectual que tenga lugar en el museo al hilo de las colecciones, y que esa creación sea productiva en términos económicos para el propio museo sin abandonar la idea de servicio público. Que la gente que trabaja en todas las áreas sepa que su esfuerzo no se va a la cuenta del Estado sino que se queda aquí".
El nuevo presidente del patronato critica "la mirada imperial" sobre el Prado y como "gente normal" prefiere decir que tiene una colección excepcional y que es un museo muy pequeño comparado a otros museos históricos. "Tenemos que ser conscientes de que en beneficio del Estado y, sobre todo, de la gente, tenemos que sacarle al museo pequeño el mayor coeficiente multiplicador de beneficio social, y eso se ha hecho en los últimos cuatro años".
Vuelve a plantear el "Prado docente", con la enseñanza y publicaciones que realicen dentro del museo los conservadores, ya que "el sometimiento al escrutinio público es esencial". Elogia la labor del director, Miguel Zugaza, "ha sido una bendición", por su seriedad y enorme capacidad de trabajo. "Ha habido muchos directores que por ponerlo de manera sencilla se dedicaban más a ellos mismos que al museo, que utilizaban como palanca para conseguir el aprecio de la comunidad científica internacional". "El cuerpo de conservadores y restauradores tiene que responder a ese desafío. Creo que en el Prado tienen que escribir más y ahora que las cosas van mejor dejar de mirar su situación y enunciar ideas nuevas. Los conservadores, con el régimen de atribución de las obras, tienen que tener unos juicios muy documentados".
Con la caja de pinturas
Rodrigo Uría (Madrid, 1941), abogado, socio fundador y socio director de Uría & Menéndez Abogados, autor de publicaciones jurídicas, comenzó su educación artística a los seis años cuando acompañaba a su madre, pintora, por los paisajes del Oriente asturiano, los montes de Llanes y Celorio. Ella, que hoy tiene 96 años y buena salud, llevaba el caballete y el chaval la caja de pinturas. Ayer recordaba esta iniciación en el arte en la infancia, que el aburrimiento no impedía una nueva salida al campo con la pintora que hace poco presentó en Oviedo seis cuadros de una exposición colectiva de pintoras asturianas del siglo XX.
A finales de los años sesenta y principios de los setenta se relacionó con la galerista de arte Juana Mordó, una de las amistades de su padre que compartía con Ridruejo, Laín, Aranguren, Rosales, Tovar, entre otros. "Asisto con 18 o 20 años a la inauguración de la galería en Madrid y a la eclosión de los artistas del grupo El Paso [Canogar, Millares, Saura, Feito]. Me hago amigo de estos artistas y ejerzo de abogado de algunos de ellos. También lo soy de la galería Vandrés, de Fernando Vijande, y de nuevo entro en contacto con una pintura más vanguardista y menos abstracta que la de El Paso. Mi entonces mujer y yo montamos la galería Serie, dedicada a múltiples de arte. Todo esto lo compagino con el trabajo en el despacho de Uría y Menéndez".
Especialista en derecho societario y en fusiones y adquisiciones, Rodrigo Uría sigue vinculado al arte a través de Javier Solana como ministro de Cultura, al participar como abogado y en representación del Estado español en la recuperación del cuadro La marquesa de santa Cruz,
de Francisco de Goya, hoy en el Prado, y durante siete años como abogado principal y negociador por parte del Estado en la operación de venida a España de la colección histórica del barón Thyssen-Bornemisza, hasta su adquisición definitiva por España. "Como premio al resultado gratis del tema de la
Marquesa
Solana me propuso una condecoración pero yo pedí ser patrono del Prado. Así entré, al existir un puesto vacante, en el patronato en 1988". También había pertenecido al patronato del Museo Español de Arte Contemporáneo, el antiguo MEAC cuyos fondos pasaron al Reina Sofía y desde su fundación al del museo Thyssen-Bornemisza. "Vi nacer un museo y eso no está al alcance de todo el mundo", declara Uría. "Lo del Thyssen es una experiencia muy insólita y se mantiene bien como museo". "Cuanto antes llegue el Estado a una solución o un acuerdo sobre la colección de la baronesa Thyssen-Bornemisza mejor y más barato", afirma sobre el futuro de las 300 obras, que en gran parte se exponen en el nuevo edificio ampliado del palacio de Villahermosa, y en las exposiciones temporales de pintura catalana y andaluza, inaugurada ayer. La baronesa ha prestado su colección a la Administración española, de forma gratuita y sin contraprestaciones, hasta el año 2013. En la reciente apertura de la ampliación del museo, la baronesa declaró que no había negociaciones sobre el futuro de las obras.
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