La familia del periodista asesinado en Moscú exige que se halle al culpable
El reportero de 'Forbes' investigaba los negocios de varios magnates
Michael y Peter, los dos hermanos del periodista norteamericano de origen ruso Paul Klebnikov, asesinado el viernes en Moscú, emplazaron ayer a las autoridades rusas para que descubran y castiguen al autor del crimen. Klebnikov era el director de la edición rusa de la revista Forbes. "Estamos seguros de que las autoridades rusas y los órganos de orden público podrán investigar este asesinato de forma rápida y eficaz", manifestó Michael durante una emotiva rueda de prensa celebrada en la Embajada de EE UU poco antes del funeral ortodoxo oficiado en la iglesia de Cristo Salvador.
Michael y Peter, que vinieron a Moscú para llevarse el cadáver de su hermano a EE UU, son ciudadanos norteamericanos criados en una familia de emigrantes rusos y educados en la cultura de su país de origen. Entre sus antepasados se cuentan oficiales de la Rusia imperial y un íntimo amigo del poeta Alexandr Pushkin, condenado al exilio en Siberia por rebelarse contra el zarismo.
Cualquiera que sean las hipótesis que la familia considere en privado, en público, el mensaje transmitido de momento por los hermanos Klebnikov a las autoridades rusas fue que tienen "una maravillosa oportunidad" para demostrar que los tiempos han cambiado y pueden perseguir y castigar el crimen. "Somos optimistas", dijeron los hermanos, pese a la larga lista de asesinatos de periodistas nunca esclarecidos, incluido el de la estrella de la televisión Vladislav Lístev.
Millonarios
De momento, los familiares del muerto no quisieron apuntar públicamente en ninguna dirección, ni hacia la lista de personajes millonarios que Forbes publicó o planeaba publicar ni tampoco en dirección al magnate exiliado Borís Berezovski, cuyos negocios y actividades habían sido investigados por el fallecido. Michael y Peter Klebnikov dijeron no tener "ni idea" de quién ha podido matar a su hermano y, aunque no quisieron especular, tampoco excluyeron de forma explícita ninguna de las hipótesis que les fueron mencionadas.
"Paul amaba profundamente este país", señalaron Michael y Peter. Su confianza era tal que hasta había intentado persuadir a su esposa, residente en EE UU, de que se trasladara a vivir a Moscú junto con sus tres hijos, por creer que la época del "capitalismo depredador" había quedado atrás.
El servicio fúnebre fue oficiado por el archimandrita Tíjonov Shevkunov, considerado como el director espiritual de la familia del presidente Vladímir Putin. Al funeral asistió brevemente el fiscal general del Estado, Vladímir Ustínov, antes de salir en misión especial para el Cáucaso. Ustínov ha asumido directamente la responsabilidad por la investigación. Los norteamericanos están dispuestos a ayudar a la policía rusa a investigar este asesinato, manifestó el embajador de EE UU en Rusia, Alexander Vershbow. El destino de Klebnikov es "aún más trágico" por la circunstancia de que el periodista "amaba y creía en Rusia" y "no era indiferente al futuro de este país".
Klebnikov, según dijeron sus hermanos, no estaba involucrado en negocios en Rusia, practicaba actos de beneficencia, como ayudar a restaurar iglesias y, en su profesión, sabía sopesar los riesgos. El periodista solía viajar en metro y había renunciado a los servicios de guardaespaldas que utilizó durante algún tiempo. Pocas horas antes de ser asesinado llamó por teléfono a su esposa y a sus hermanos, que le notaron de excelente humor y lleno de proyectos.
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