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Reportaje:CONFERENCIA MUNDIAL DEL SIDA

El reto del padre Ruiz

Un jesuita español de 91 años crea un centro para cuidar enfermos de sida por encargo del Gobierno chino

Le llaman El Ángel de Macao. Tiene 91 años, es asturiano y lleva casi 60 años en China donde dirige 145 leproserías. Luis Ruiz Suárez es jesuita y sus centros atienden actualmente a 10.000 pacientes. Hace cuatro meses las autoridades chinas le encargaron un nuevo reto: abrir un sanatorio para enfermos de sida en Hunan, al sur del país.

Con un marcado acento chino, cuenta por teléfono desde Macao cómo surgió: "Fue de chiripa. En una visita a Hunan pregunté por el sida en la provincia al responsable. Cinco minutos después ya habían organizado un viaje a las instalaciones que querían usar para crear un sanatorio". Encontró cuatro monjas que se encargan del centro, que se inauguró en abril. Atienden a 17 enfermos: "Les damos alojamiento, cuidados y comida y el Gobierno nos facilita las medicinas".

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China es uno de los países donde el VIH se expande más deprisa. Desde 1998 se ha incrementado cada año un 30%, según el último informe de Onusida. Aunque el padre Ruiz apenas quiere hablar del uso de preservativos como prevención, los acepta: "Es una solución radical para evitar un mal mayor: la muerte".

Este jesuita nonagenario es novato en la lucha contra el sida pero ha dedicado la mayor parte de su vida a asistir a enfermos. "Cuando llegué aquí el sida no era conocido, los enfermos de lepra eran los más necesitados".

En 1985, con 72 años, comenzó su cruzada contra la lepra. Fue en la isla de Taikam. Llegó hasta allí tras una hora de navegación en una lancha neumática. El padre Ruiz sólo llevaba unos cartones de Malboro. "Parecía el infierno. 200 enfermos abandonados en medio del mar sin comida, sin agua y sin luz. Muchos sólo tenían muñones. Ni siquiera podían coger los cigarros. Ante eso no puedes cruzarte de brazos". El delegado del Gobierno en la isla rechazó su ayuda, pero la insistencia de este jesuita, hincha del Sporting, pudo más. "Nos prohibieron predicar, pero nos daba igual, era lo de menos".

Los religiosos trabajaron en secreto en Taikam varios años por miedo a ser expulsados del país. "Hoy es el cielo. Está limpio, con agua, con luz, con huertos; las hermanas les curan, les alimentan...". Estas mejoras llegaron a oídos del Gobierno chino y así comenzó a subvencionar el 30% de los proyectos de este jesuita, que trabaja en equipo con varias congregaciones religiosas de Taiwan, Camboya, EE UU o Hong Kong. El Gobierno chino también ha recurrido a ellos para fundar asilos, escuelas o comedores populares. "Son utilitaristas. Les da igual que seamos católicos. Les servimos y basta".

El padre Ruiz emprendió ayer un viaje en el que recorrerá 14.000 kilómetros en 10 días para visitar sus leproserías. Sus 91 años no le pesan. Dice que la clave es su eslogan vital: "Nada más feliz que hacer feliz". Ni siquiera su vieja vespa roja, con la que subía las cuestas de Macao, aguantó el tirón: "Está muy vieja, la pobre", dice entre risas.

Necesita al mes 100.000 euros, pero no le preocupa. La mayoría lo envían desde Europa particulares. Él responde a los colaboradores. Cada tres meses redacta unas 2.000 cartas. "No pido dinero. Explico lo que hacemos y el milagro continúa

Luis Ruiz Suárez.
Luis Ruiz Suárez.

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