55 países acuerdan el libre acceso a las semillas de las especies más consumidas
La FAO destaca que se evita así el monopolio de las empresas y la uniformidad de los cultivos
Las variedades genéticas de las 61 especies más consumidas del planeta son, desde este mes, gratuitas para los agricultores y científicos de los 55 países que han ratificado el Tratado Internacional sobre Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura. El acuerdo, auspiciado por la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), impedirá la uniformidad de los cultivos, lo que permitirá tener más garantías ante las nuevas enfermedades y cambios climáticos que puedan afectar a las especies en el futuro.
La FAO destaca que el texto evita el monopolio de las empresas frente a los agricultores. El convenio llega tras siete años de trabajo y permitirá también el acceso al mayor banco de genes de plantas del mundo. El secretario de la comisión de recursos genéticos de la FAO y artífice del acuerdo, el español José Esquinas Alcázar, ha destacado que el libre acceso a las variedades genéticas de las semillas más utilizadas impedirá la uniformidad en los cultivos: "La diversidad es la mejor forma de afrontar los retos del futuro, como son las nuevas enfermedades o el cambio climático".
A principios del siglo XX se cultivaban en India 30.000 variedades de arroz. Actualmente, el 75% del territorio está copado por las 15 variedades más productivas. Es sólo un ejemplo de la pérdida de biodiversidad agrícola que, según la FAO, ha ocurrido en el siglo XX.
El problema de la uniformidad es que una enfermedad puede acabar con toda una variedad genética. En 1835, una enfermedad acabó con todas las patatas de Irlanda. Tres millones de personas murieron y otras tantas emigraron. Todas las patatas eran de la misma variedad. Esquinas, catedrático de Producción Vegetal de la Universidad Politécnica de Madrid, destaca que el acuerdo recoge el libre intercambio de las variedades genéticas de las semillas que suponen la base de la alimentación del 80% de la humanidad. Entre las semillas incluidas se encuentran el mijo, el banano, la remolacha, el arroz, el trigo, el maíz, la patata, el centeno y las principales leguminosas utilizadas para fabricar pienso.
"El acuerdo convierte en obligación legal el intercambio de variedades genéticas entre países, agricultores e investigadores, que hasta ahora era sólo una obligación moral", según Esquinas. El convenio entró en vigor la semana pasada después de ser ratificado por la UE y muchos países africanos. Estados Unidos no ha ratificado el texto, pero ya lo ha enviado al Congreso. Los países tienen ahora que desarrollar la legislación nacional acorde con lo firmado. Esquinas destaca que los más beneficiados son los países ricos, "que son los más pobres en diversidad" y que pagarán un fondo internacional para financiar proyectos de conservación en los países pobres.
El texto, de 26 folios, puede encontrarse en la página web: www.fao.org/ag/cgrfa/itpgr.htm. Está escrito en el lenguaje impreciso y farragoso de los tratados internacionales. El acuerdo señala que los países realizarán un inventario de sus plantaciones que incluirá sus principales variedades genéticas. Además, promoverán la conservación de las plantas silvestres "afines a las cultivadas" y supervisarán el mantenimiento de la variabilidad genética de las plantaciones.
El texto añade que los países "promoverán los derechos del agricultor y su derecho a participar en los beneficios que se deriven" de las mejoras producidas en las plantas. El convenio quiere evitar que una empresa pueda patentar y comercializar variedades de plantas desarrolladas en una zona por los métodos de cultivo tradicionales. Los agricultores que cedieron la variedad luego mejorada recibirán dinero. La FAO los define como "custodios de la variabilidad genética".
Para promover el intercambio de semillas y de material genético que mejoren las especies, la FAO creará un "sistema multilateral de acceso y distribución de beneficios". Este organismo cederá a investigadores y agricultores las semillas que necesiten. "El acceso se concederá de manera rápida y gratuita, y cuando se cobre una tarifa, ésta no deberá superar los costos mínimos", según el texto. El acuerdo quiere fomentar así la investigación en el desarrollo de nuevas variedades, bien por la técnica tradicional o por biotecnología mediante la inserción de nuevos genes. Estos genes pueden conferir a una planta la resistencia a una enfermedad.
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