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LA INVESTIGACIÓN DEL 11-M | La comisión parlamentaria
Columna
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Manual para minar una investigación

Que el Partido Popular no quería investigar los acontecimientos que rodearon a los atentados del 11-M no es un secreto. Problema: ¿cómo te opones a una comisión cuando tienes unas elecciones como las del 13-J a escasas semanas? La única alternativa es no despertar sospechas en tu propio partido de que algo tendrás que ocultar si rechazas la comisión después de la derrota del 14-M. Y, entonces, haces de tripas corazón. El razonamiento es elemental: apoyar la creación de la comisión con la idea de ajustar cuentas una vez dentro de ella. Si los resultados de los trabajos no te favorecerán, al menos maniobrarás para generar la confusión y el caos interior. El respetable público sigue este particular razonamiento, no espera nada pues sabe que de las comisiones poco o nada puede salir.

El PP estima que, si los resultados de la comisión no le favorecen, debe maniobrar para crear confusión
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Bien, pero la única verdad es la realidad. Nada más comenzar las comparecencias, el pasado martes, día 6 de julio, los diputados del Partido Popular montaron la primera bronca. Argumento: uno de los miembros de la mesa, el socialista Ángel Martínez Sanjuán, había llamado por teléfono a un compareciente, el portero Luis Garrudo, del edificio de Alcalá de Henares, el hombre que denunció la furgoneta Renault Kangoo que aportó las primeras pruebas materiales contra la autoría de ETA y a favor del terrorismo islámico en la mañana del 11-M. Los diputados del PP acusaron al diputado socialista de amañar al testigo.

¿Se sabe qué pasó? Martínez Sanjuán dice que informó al presidente de la comisión, Paulino Rivero, de que informaría al compareciente por teléfono para que la convocatoria no le cogiera de sorpresa. Y lo hizo. Sostiene que habló un par de segundos con Garrudo. ¿Qué sentido tiene amañar este testimonio si Garrudo ya ha prestado dos declaraciones el 11-M ante las autoridades policiales? Y, además, los jefes policiales estaban citados a declarar ante la comisión, el mismo día martes y los días siguientes, miércoles y jueves. En todo caso, el PP puede pedir una investigación y según el resultado sustanciar responsabilidades.

El miércoles, segunda sesión, las declaraciones de los altos mandos policiales de la época, Jesús Sánchez-Manzano y Jesús de la Morena, cuestionaron varias de las afirmaciones del Gobierno de José María Aznar el 11-M y los días siguientes. Desde la manera en que se instaló la especie de que el explosivo utilizado en los atentados fue Titadyne, como dijeron los responsables de comunicación del Ministerio de Interior o "el habitual de ETA", según se hartó de decir el entonces ministro Ángel Acebes, hasta la existencia de "escepticismo" inicial entre los mandos policiales la mañana del 11-M.

Ayer, jueves, tercera sesión, los diputados del PP, Jaime Ignacio del Burgo y Vicente Martínez-Pujalte, se dividieron el trabajo. Durante la comparecencia de Miguel Ángel Santano, jefe de la Policía Científica de Madrid en el momento de los atentados, éste leyó un acta realizada por la Comisaría de Alcalá de Henares donde se dejaba constancia de la inspección del vehículo Renault Kangoo. Un parte administrativo carente de mayor interés.

Los diputados populares cargaron. Acusaron al Gobierno de enviar documentos a la comisión de manera "torticera". La causa: el mencionado acta de Alcalá de Henares venía citado en un documento de 18 de marzo firmado por el entonces subdirector general operativo, Pedro Díaz-Pintado. Y no formaba parte de los documentos enviados a la comisión por el Gobierno.

Los diputados populares volvieron a armar el follón durante la tarde. Había sido una jornada mala para el PP. El ex subdirector general operativo, Pedro Díaz-Pintado, explicó los pormenores de la investigación y desmintió que ETA o alguna otra línea de investigación fuese alguna vez "prioritaria".

Jaime Ignacio del Burgo, mientras hablaba el diputado del Partido Nacionalista Vasco Emilio Olabarría, exclamó varias veces una misma frase: "Ya está hablando el defensor de ETA". Hubo un gran rifirrafe.

En la recta final, a cuenta de la comparecencia del nuevo comisario general de Información, Telesforo Rubio, Del Burgo y Martínez-Pujalte volvieron a sobreactuar, uno dentro de la sala de la comisión y otro en los pasillos con los periodistas, respectivamente. Pretexto: Rubio, un hombre próximo a los socialistas, había preparado su declaración, aseguraron, con dirigentes socialistas en la sede madrileña del partido de la calle de Gobelas. Problema: hay que saber si es verdad, y estaría muy mal que así fuese. Pero no es menos cierto que era una comparecencia intrascendente. Nombrado el pasado 6 de junio, Rubio poco podía aportar sobre el 11-M.

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