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Intermón propone una ley de responsabilidad social empresarial

El sector textil acepta estudiar mejoras en los derechos laborales

Intermón Oxfam (IO) pidió ayer al Gobierno que, en cumplimiento de su programa electoral, cree un grupo de trabajo para diseñar una ley de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), que consolide los pasos que las grandes empresas textiles españolas empiezan a dar en el respeto a los derechos humanos y laborales, especialmente de las trabajadoras subcontratadas en los países pobres.

"Si el Gobierno decide fomentar la práctica de la RSC, estamos dispuestos a colaborar con el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales en un foro de diálogo que agrupe a Administración, empresas, sindicatos y sociedad civil", dice Paloma Escudero, de OI. "Cuando Zapatero era candidato a la presidencia del Gobierno, le propusimos promover la RSC en el tejido empresarial, especialmente en las pymes".

Ahora aquel candidato gobierna. "El Ejecutivo puede por otra parte promover en las instituciones internacionales la eliminación de las presiones que Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional u Organización Mundial del Comercio ejercen para que los países pobres desregulen su legislación laboral", indica Escudero. "El camino necesario es justamente el inverso a esas directrices. Lo demuestra nuestra experiencia en Marruecos con 11 subcontratas de empresas textiles españolas: es satisfactorio que las autoridades marroquíes hayan abierto un diálogo con sindicatos y asociaciones de trabajadoras para hacer eficaz el nuevo Código Laboral que entró en vigor en junio".

El modelo de producción del sector textil -que exige a las subcontratas entregas más rápidas y a precios más baratos, con la consiguiente repercusión negativa en la calidad de vida de las trabajadoras- es lo que IO busca cambiar. A partir de sus informes Más por menos y Moda que aprieta, elaborados en febrero, y de la celebración del seminario Moda y trabajo: la responsabilidad social corporativa en la confección textil en marzo, en el que participaron Cortefiel y Mango, y del que ayer se publicaron los debates, IO profundizó un diálogo con esas empresas y con Inditex (Zara) e Induyco (El Corte Inglés) para que el sector se dote de RSC y de códigos de conducta.

"Creemos que a medio plazo un cambio en la política de compras redundará en rentabilidad y en sustentabilidad de las empresas", dice Isabel Tamarit, de IO. "De febrero aquí, es tiempo suficiente para constatar que las empresas han hecho grandes avances desde que empezó el diálogo; pero ahora falta saber hasta dónde quieren llegar. Debe emprenderse un cambio sincronizado en el sector, porque las compañías plantean con razón que, si sólo una de ellas adopta una nueva política de compras y de ritmos, nada se logrará".

Las mayores empresas

Según la valoración que IO realiza de la situación actual , Inditex ha normalizado ya la verificación de códigos de conducta, ha ingresado en una plataforma europea de 60 empresas que busca homogeneizar esos códigos, y ha formulado un programa de mejora para las fábricas en Marruecos. Cortefiel avanza en la verificación de las condiciones de trabajo en sus empresas proveedoras y aumenta los recursos para acción social. En Mango, la RSC ha pasado a depender de un miembro del consejo de administración y se empieza a estudiar el impacto en las comunidades donde se sitúan sus fábricas. Induyco ha creado un área de RSC, y está en la fase inicial de un código de conducta. El consejo de administración de El Corte Inglés da el visto bueno para elaborar unos principios generales de cultura empresarial aplicables a sus relaciones con proveedores nacionales y extranjeros.

Para IO, la RSC no debe ser una rama de las empresas, sino algo transversal a todo el negocio, y sus principios y objetivos deben impregnar toda la estructura y la política de negocio. "Si no ocurre así, entonces contar con códigos de conducta resultará insuficiente", dice Tamarit.

Paralelamente, IO está inmersa en una campaña de Ropa limpia, enmarcada en la estrategia internacional de Comercio con Justicia, que se centra en los fabricantes de ropa deportiva. "Las grandes del sector captaron hace tiempo el descontento contra posibles prácticas abusivas en sus empresas de países pobres, pero aún quedan otras compañías, como Fila o Kappa, que no se dan por enteradas", apunta Escudero.

El consumidor, constata IO, tiene que preguntar dónde y cómo se fabrica la ropa que compra. La ONG está en estrecha colaboración con las organizaciones de consumidores, y crece el número de ciudadanos que quieren informarse.

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