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El Petit Palais envía "una embajada" con el arte francés del XIX

'De Ingres a Cézanne' se expone en el Museo de Bellas Artes de Bilbao

El Petit Palais, de París, está cerrado temporalmente por obras y las piezas de sus ingentes colecciones de artes plásticas y decorativas han salido al extranjero en distintas "embajadas culturales", en palabras de su director, Gilles Chazal. El Museo de Bellas Artes de Bilbao presenta, en la exposición De Ingres a Cézanne, los distintos enfoques de la figura humana en el arte francés del XIX, a través de 80 obras, en buena parte procedentes del fondo oculto del museo.

Gilles Chazal recomendó ayer a los franceses que se acerquen a ver la exposición para descubrir obras que nunca han estado expuestas al público y que volverán a los almacenes cuando el Petit Palais abra de nuevo sus puertas en noviembre de 2005. De las 80 obras que componen De Ingres a Cézanne. El siglo XIX en la colección del Petit Palais poco más de la mitad pasará a las remodeladas salas del museo parisino, que mostrarán 1.200 piezas de unos fondos cercanos a las 40.000, coleccionados en poco más de un siglo de vida.

El tratamiento de la figura humana funciona como eje central de la "embajada del Petit Palais", que reúne 35 pinturas, 13 esculturas y 30 dibujos. El comisario Xavier Bray, conservador auxiliar de la National Gallery, de Londres, ha aumentado la nómina de maestros de los distintos estilos que se sucedieron en el siglo XIX -Ingres, Delacroix, Courbet, Manet, Degas, Rodin, Puvis de Chavannes, Renoir y Cézanne, entre otros- con firmas de menor relevancia. Así, uno de los apartados está íntegramente dedicado a Fernand Pelez (París, 1848-1913) y Eugène Carrière (Gournay, 1849-París, 1906). Cuatro lienzos de gran formato muestran las tonalidades monocromas y la atmósfera de sombras de Carrière, que se contraponen a la precisión de Pelez, que llevó a sus pinturas los temas de la vida moderna y la miseria de las clases populares parisinas. En sus bailarinas, retratadas en la intimidad de sus camerinos, Bray encuentra una mezcla de Degas y Seurat, "cargada de crítica social".

La exposición también propone la controversia entre el color y el dibujo, confrontando la meticulosidad de Ingres para plasmar las formas de sus modelos con la pincelada vibrante de Delacroix.

La selección de obras ha rescatado La odalisca romana (1843), el único desnudo conocido del paisajista Camille Corot, y una serie de autorretratos, marcados por la "nueva consideración social del artista en el romanticismo".

Las obras de Gustave Courbet destacan en la presentación de la forma de abordar la figura humana en el realismo. El retrato colectivo Pierre-Joseph Proudhon y sus hijos en 1853, y El sueño, que muestra a dos mujeres desnudas, son dos ejemplos de la pintura que aspiraba a mostrar el mundo tal y como es.

Antes de finalizar con el lienzo Las tres bañistas (1882), de Cézanne -donado al Petit Palais por Matisse y fuente de inspiración para Picasso-, la exposición dedica una sala al retorno de los artistas franceses al clasicismo con pinturas de Pierre Puvis de Chavannes y Maurice Denis, y una de las escasas esculturas, Venus victrix (1916), que realizó Renoir. "Es un clasicismo utópico, que quiere volver a lo ideal", señaló Bray.

La reforma del Petit Palais tiene el objetivo de redescubrir la arquitectura del edificio belle époque, construido para la Exposición Universal de 1900, y ganar 2.000 metros más de salas de exposiciones, hasta alcanzar los 5.000. Desde 1902 el museo alberga la colección municipal de arte de París.

<i>El sueño</i>, de Gustave Courbet , en la exposición <i>De Ingres a Cézanne. El siglo XIX en la colección del Petit Palais.</i><b> /

 L. A. GARCÍA</b>
El sueño, de Gustave Courbet , en la exposición De Ingres a Cézanne. El siglo XIX en la colección del Petit Palais. / L. A. GARCÍA
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