Las nuevas medidas contra Castro sublevan a los cubanos de Miami
El exilio rechaza las limitaciones para ayudar a sus familiares en la isla
Cuando llegó la noticia al exilio de que el presidente George W. Bush les prohibía "mandar calzoncillos, jabón y pasta de dientes" a sus familiares en la isla, a los que además sólo podrán visitar "cada tres años", la mayoría de los cubanos de Miami reaccionaron primero con incredulidad. Después entraron en la fase de rabia y protesta. Una medida electoralista se ha vuelto contra el presidente de EE UU en un año de elecciones.
"Señor Bush; voté por usted. Siempre he votado republicano, pero ya no. Se lo he dicho por e-mail", asegura Ignacio Menéndez, funcionario retirado de aviación que llegó a Estados Unidos hace 24 años por el puente marítimo del Mariel y tiene dos hijos y tres nietos en La Habana. Testimonios como el suyo abundan en los cafés, los programas de radio, las barberías de la Calle Ocho o los periodiquitos (periódicos gratuitos anticastristas).
Miami vive estos días otra revolución cubana, un levantamiento que ha sorprendido a Bush y a sus asesores, que en el afán de conquistar votos para la reelección del presidente creyeron que la mejor fórmula era endurecer el embargo y se equivocaron. Para el cubano medio, una cosa es la retórica anticastrista, que ha vertebrado 43 años de exilio, y otra la familia.
Las restricciones, que entran en vigor el miércoles, limitan las visitas a 14 días cada tres años y sólo a los familiares directos; reducen el dinero en efectivo que pueden llevar de 3.000 dólares a 300; el gasto diario de 167 dólares a 50, y el peso del equipaje, a 27 kilos. Ya no podrán mandar paquetes con ropa y artículos de aseo, sólo se permitirán alimentos, medicinas y equipos médicos. Los exiliados creen que estas medidas promueven la separación familiar y ahogan a sus parientes y no al régimen castrista, como supone Washington (Cuba recibe un promedio de 1.000 millones de dólares al año en remesas).
Votos para Kerry
Lo único que Bush parece haber logrado es servir en bandeja miles de votos a John Kerry. Aunque no todo el mundo ha desertado de las filas republicanas, en una elección que se prevé cerrada, cualquier voto cuenta (Bush ganó en 2000 por sólo 537 votos de Florida). "El 80% de los que viajan salieron después del Mariel", afirma Armando García, vicepresidente de la agencia de vuelos a Cuba Marazul Charters. Son los que todavía tienen familia en la isla, a diferencia de los que se exiliaron hace 40 años, la llamada vieja guardia, formada por los más conservadores y ricos, incondicionales de Bush y que son los que más votan.
A este último bando ya no pertenece la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA), el grupo más importante del exilio. Su director, Joe García, considera que la Casa Blanca "ha cometido un error táctico garrafal. Si son inteligentes darán marcha atrás". De hecho, han empezado a darla. El viernes, el Departamento de Estado anunció que va a dar más tiempo y a perdonar las multas de 7.500 dólares a quienes estén aún en Cuba y no puedan regresar antes del 30 de junio. Las normas rigen para los que viajen a partir de esa fecha.
En 2003 viajaron cerca de 120.000 cubanos de EE UU a Cuba, que legalmente no podrán volver hasta 2006, de seguir en vigor la norma. Muchos están dispuestos a desafiarla. "Si para ver y ayudar a la familia tenemos que delinquir, delinquiremos", dicen Gloria e Ignacio Menéndez. Es decir, viajarán a través de terceros países.
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