Torturas sin inmunidad
Estados Unidos ha sufrido una humillante derrota diplomática, al no lograr aunar la mayoría necesaria para que el Consejo de Seguridad aceptara una nueva prórroga de la inmunidad para sus soldados frente a la Corte Penal Internacional (CPI). El escándalo de las torturas a presos en Abu Ghraib y en Guantánamo, que, como ahora se documenta, apoyó personalmente el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld (que sigue sin dimitir), ha hecho imposible que la comunidad internacional secundara una excepción ya de por sí irregular. A conformar este bloqueo, que ha obligado a Estados Unidos a retirar su propuesta, ha contribuido el cambio de posición de España. Con el Gobierno del PP, votó un año atrás la vergonzosa resolución de protección de inmunidad de EE UU, pero ahora ha anunciado su propósito de abstenerse, junto a Francia y Alemania.
EE UU está pagando en pérdida de autoridad su pretensión de impunidad. Los excesos en la aplicación de su poderío duro, el militar, han debilitado su poder blando, en este caso diplomático. Este fracaso, que puede frenar la participación norteamericana en operaciones internacionales de paz bajo bandera de la ONU, ha venido a coincidir con la asunción por el fiscal de la CPI de su primer caso, la investigación de los posibles crímenes contra la humanidad cometidos en la República del Congo desde la entrada en vigor de su estatuto, hace dos años. Pero difícilmente podría aplicarse a Irak ni a los soldados de EE UU allí, pues estos dos países no son parte del tratado que instauró la Corte, pero sí podría alcanzar a los británicos.
Para postre, la Administración de Bush, que ha llevado a cabo una campaña para socavar la CPI y blindarse contra ella con todo tipo de seguros bilaterales y multilaterales, está intentando una protección en Irak a través de un último ucase del administrador Paul Bremer antes de pasarle formalmente los trastos al Gobierno provisional. Puede contribuir así a que los iraquíes, y el resto del mundo, perciban este traspaso de "soberanía" como una farsa, que ya está intentando deslegitimar la creciente ola de violencia -ayer hubo decenas de muertos en diversos atentados- ante la cita del 30 de junio. Aunque la estrategia de EE UU en Irak consiguió la unanimidad en el Consejo de Seguridad con la aprobación de la resolución 1.546, el ambiente sigue sin jugar a favor de Washington.
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