Burman defiende gravar el cine norteamericano para combatirlo
El realizador argentino presenta en Cinema Jove una retrospectiva
Daniel Burman, el realizador argentino de El abrazo partido, dice que su cine se nutre de la "cotidianidad" y de uno mismo. La biografía de "un pintor", por ejemplo, le aburre, en comparación con "la vida de toda la gente que tiene que hacer lo mismo" todos los días. De ahí surgen historias "fascinantes", apunta el también guionista y productor de quien el festival Cinema Jove proyecta una retrospectiva. Quizá por ello -o por su notable capacidad narrativa- alude a su propia experiencia cuando se refiere a que las pantallas del mundo están copadas por parte del cine de Hollywood.
Burman y su hermano montaron un negocio con la "incomparable" miel de su país durante una crisis en Argentina. Se fueron a venderla a EE UU. "Era 10 veces más barata y más buena", pero tuvieron que "pagar 10 veces más de impuestos". "Es el libre mercado", agrega con ironía el director de Todas las azafatas van al cielo. Aboga, en consecuencia, porque se graven con impuestos las películas norteamericanas, que impiden en muchas ocasiones ver las películas propias. "No me importa que a la gente le guste más ver Shrek 2 que otra", concluye, al tiempo que comenta que el instituto de cine argentino ha iniciado una regulación de la exhibición y distribución.
La crisis no guarda una relación directa con el auge del cine argentino como apunta el "tópico", opina Burnam, de 30 años, que considera "banal" asociar un tiempo en que los niños se mueren de hambre con una efervescencia creativa. En cualquier caso le da "pudor" hablar en esos términos, aunque reconoce que la inseguridad de ir a sacar tus ahorros del banco y no poder hacerlo "quiebra la confianza", hace que la gente sea más inquieta y que tenga una actitud más "valiente".
Burman insiste en que no se ha inventado nada; que el cine argentino ya existía desde hace decenios. Incide en que el éxito del actual cine argentino se explica también por la existencia de "buenas escuelas de cine", superiores a las de numerosos países europeos.
Europa fue un sueño para Burman, como lo fue ganar un premio en el festival de Berlín. Lo hizo con El abrazo partido, premio del jurado, y ahora su aspiración es seguir haciendo lo que hace, lo que significa una implicación emocional, tanto cuando dirige como cuando produce. A este último grupo pertenece la reciente Diarios de motocicleta, de Walter Salles, "que ideó Robert Redford" y "el proyecto más ambicioso y extraordinario" que ha vivido. Relata el viaje que realizó el Che Guevara por Suramérica con su amigo Alberto Granados.
Director judío, Burman acaba de participar en la película colectiva 18 Jotas sobre el atentado de Amia de hace 10 años, en el que murieron 86 personas sin que se hayan encontrado a los culpables. La matanza fue en el barrio judío de Buenos Aires, un ambiente que ha reflejado en su cine. No deja, sin embargo, de criticar la "lamentable y circular" situación de Israel, que protagoniza una historia de "sufrimiento y división".
Ahora está preparando con su actor fetiche Daniel Hendler, una "comedia de abogados".
Babelia
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