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Reportaje:

La memoria del Camp de la Bota

El actual recinto del Fórum fue lugar de fusilamientos desde 1936 hasta 1952

El Camp de la Bota ya no existe. En el lugar, cuya historia estuvo ligada ora a la opresión, ora a la miseria, se levanta ahora una gran explanada de hormigón perteneciente al Fórum de las Culturas. Con esta operación, al tiempo que se abre al progreso esa zona del litoral, se corre el riesgo de olvidar los muertos que allí hubo, pues allí fueron fusilados, tras juicios sumarísimos, casi 2.000 presos políticos en la posguerra española y hasta el 14 de marzo de 1952. A éstos hay que añadir la muerte en 1936 de 44 militares facciosos acusados de rebeldía a la República. Opresión y miseria se combinan en el testimonio del historiador Fernando Adelantado, que vivió de niño en el barrio: "Mis padres jugaban sobre el paredón mismo, tras los fusilamientos. Allí quedaban las vainas de las balas. Como eran de metal, los críos las recogían y las vendían al chatarrero".

Honrar a las víctimas sería negarse a justificar lo acontecido como inevitable
"Mis padres jugaban sobre el paredón mismo. Allí quedaban las vainas"
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Las historias de las ejecuciones menudean en miserias. Josep Fortuny, último alcalde republicano de Mollet del Vallès, fue uno de tantos ajusticiados en el lugar. Fusilado en 1939, se le responsabilizó de las actuaciones de la CNT-FAI en el pueblo. Su hijo Pere Fortuny recuerda su muerte: "Era el día 15 de julio de 1939. Yo tenía entonces seis años. El sacerdote del pueblo vino a casa y nos dijo que iba a Barcelona a hacer una gestión que recordaríamos toda la vida. Entendimos que iba a salvar a nuestro padre. Al día siguiente, mi madre fue a la Modelo: le dijeron que aquella madrugada mi padre había sido ejecutado". Su abogado, cuando supo la noticia, no pudo menos que exclamar: "¡Pero si yo tenía el indulto!". Pere Fortuny explica que "la gestión del sacerdote consistió en retener el indulto", a lo que añade: "Nos hemos acordado, evidentemente, toda la vida de su gestión".

La familia de Josep Fortuny perdió también su negocio familiar y su casa, en la que pasó a vivir el cura. Además, se prohibió a las tiendas venderles comida, y el sacerdote trató de dar a los hijos del alcalde en adopción.

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El caso de Josep Fortuny no fue excepcional. Su hijo no pide una compensación: "Lo único por lo que luchamos es por anular los procesos militares sumarísimos porque los acusados no tuvieron el derecho de defenderse". En su memoria, en una zona del recinto del Fórum queda una escultura de Miquel Navarro: Fraternitat. Sin embargo, en la jornada de puertas abiertas del Fórum el jardín que acompañaba a la escultura y su placa habían desaparecido. Ante las críticas, se restituyó la placa, que además fue corregida, pero no el jardín.

El artista Francesc Abad, que lleva un año y medio trabajando en un proyecto sobre El Camp de la Bota, se lamenta del desinterés de la organización del evento: "Al Fórum no le interesa recordar aquel lugar. Cree que con poner la placa ya lo ha hecho todo". Abad, que se puso en contacto hace unos meses con la dirección del Fórum para exponer su proyecto, se siente ninguneado: "Me dijeron que la agenda estaba cerrada y que organizar una exposición sería muy difícil, pero que no estaría mal hacer una web. Todavía espero la respuesta", dice.

Su exposición, que habla sobre la historia de los terrenos en los que se levanta el Fórum, no podrá entrar en dicho recinto. "No he encontrado apoyo moral, ni ético, ni estético para la exposición", se lamenta. Por eso ha decidido hacer una recolecta pública para crear una web sobre el Camp de la Bota. En unas semanas se podrá acceder a ella a través de www.francescabad.com. Pere Fortuny también se lamenta: "Si no nos quejamos, nos quitan todo". Además, cree que "la gente que vaya no se dará cuenta de lo que representa el monumento". Por eso, dice, organizaron en el lugar una ofrenda de flores ayer a las doce de la mañana "para que la gente se entere de qué fue aquello".

Adelantado, por su parte, echa en falta un reconocimiento "para que la gente recuerde que, si bien aquél es un lugar de encuentro y de paz, ha sido también un lugar de represión". "Eso devolvería la dignidad a aquellas personas", dice. Adelantado cree que esto es necesario para que "las nuevas generaciones entiendan que la democracia actual no nace del vacío, sino que es fruto de una lucha".

El profesor de historia Josep Maria Lluró hubiera preferido un evento "que asumiera el pasado en vez de levantarse sobre el olvido". A su juicio, el Fórum presenta una contradicción, pues "habla de la paz, que no existe, y no de la violencia, que está por todas partes".

Lluró cree que "el conocimiento crítico del pasado permite tomar distancia respecto a las nuevas formas de poder". Por eso, dice, "las víctimas deberán ser reivindicadas hasta mientras la sociedad no las asuma críticamente", porque la historia pudo ser de otra manera, ya que, como dice Lluró, "el presente no es producto inevitable de un desarrollo histórico, sino fruto de una lucha".

Un modo de honrar a las víctimas sería negarse a justificar lo acontecido como inevitable. Lluró cree que "el Fórum, ya que se pretende alternativo, debería respetar a estos muertos, pues pertenecen a una tradición que nos enseña que hay alternativas al progreso".

En memoria de las víctimas, que sólo viven en el recuerdo, en la escultura Fraternitat hay grabados unos versos emocionados de Màrius Torres. Son testimonio de un deseo que quiere recuperar a las víctimas del silencio al que les condenó la historia. Dicen así: "Que en els meus anys la joia recomenci / sense esborrar cap cicatriu de l'esperit. / Oh, Pare de la nit, del mar i el silenci, / jo vull la pau, però no vull l'oblit".

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