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Reportaje:

El largo pulso de Telefónica

El Gobierno de Perú no renueva la concesión para operar en telefonía fija a partir de 201 9

Un verdadero jarro de agua fría recibieron los ejecutivos de Telefónica el jueves pasado, al enterarse por la prensa de que el Gobierno peruano no les renovaría por cinco años más su concesión de la red local de telefonía fija.

La empresa ha invertido 3.500 millones de dólares en comprar las compañías públicas y otros 3.700 millones en renovar infraestructuras
En este primer trimestre, los ingresos operativos de Telefónica en Perú se redujeron en un 15%, hasta los 247 millones de euros
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El contrato con el Ejecutivo establece que Telefónica posee el monopolio de la telefonía en el país, heredado de las privatizaciones de las empresas públicas de telefonía nacional y de larga distancia. Este contrato establece que, a partir del año 2019, la relación se puede renovar cada cinco años. En la práctica, el Ejecutivo peruano ha negado la primera prórroga a Telefónica

Las razones esgrimidas por el Gobierno de Alejandro Toledo se basan en informes de la Osiptel, el organismo regulador de las telecomunicaciones en Perú, en los que se advierte el incumplimiento de la empresa de sus obligaciones referidas a la solución de las reclamaciones de los usuarios, el establecimiento de un régimen tarifario general y la cooperación con otras compañías. Desde el mismo Gobierno se ha dicho también que no es viable asumir compromisos contractuales con 20 años de antelación.

La réplica de Telefónica no se ha hecho esperar, desmintiendo que no cumplan con su compromiso y acusando al Gobierno de politizar un proceso de decisión técnico. En el ambiente empresarial se cree que el Ejecutivo de Toledo ha realizado un acto populista, en uno de sus momentos de popularidad más bajos.

Presiones políticas

Al mismo tiempo, analistas del sector y fuentes del interior de la propia Telefónica reconocen que esta decisión busca presionar a la compañía para que mejore su servicio al cliente, intensifique sus inversiones en el país y mantenga sus tarifas controladas. En cinco años, Telefónica podrá pedir una nueva prórroga y conseguir sin problemas la concesión, si es que el Gobierno considera que ha cumplido sus compromisos. Esto puede augurar un largo pulso entre ambas partes para que Telefónica obtenga el esperado "aprobado" en 2009. En contra de la filial peruana de la compañía española, juega su impopularidad. Se le critican sus altas tarifas y su servicio deficiente al consumidor.

En cuanto a las tarifas, uno de los puntos que el Ejecutivo peruano considera clave para mantener la concesión, Telefónica del Perú ha sido cautelosa y tras el anuncio de la denegación de la prórroga, su presidente, Javier Nadal, ha señalado que la disminución de los precios sólo será posible en función a la productividad y rentabilidad que la empresa pueda generar. Con todo, la filial hispana aclara que en el último año han bajado las tarifas una media del 17%. Según la ley no se pueden subir los precios sin la aprobación del Gobierno.

En cuanto a las inversiones, los analistas no consideran que Telefónica intensifique sus proyectos, pues en estos momentos posee un horizonte de inversión menor de lo previsto y no sería rentable hacer planes a largo plazo. Los proyectos ralentizados llegarían a los 400 millones. El balance indica que la compañía ha invertido 3.500 millones en la compra del 100% de las empresas públicas de telecomunicaciones, CPT y Entel en 1994 y ha destinado otros 3.700 millones a la renovación de infraestructuras.

El factor Telmex

En competencia, a la empresa se le acusa de que no cooperar con sus competidores en su condición de dominador del mercado. Telefónica es concesionaria de toda la red de telefonía fija de Perú, además de ser la única empresa del sector con cobertura nacional. Ello le reporta 2,1 millones de líneas fijas, además de una cuota de mercado en llamadas de larga distancia e internacionales cercana al 70%.

Su principal competidor es Telmex -la empresa del multimillonario latinoamericano Carlos Slim-, que ingresó este trimestre en Perú tras la compra de los activos de AT&T. La lucha que ambas compañías mantienen en todo el continente se puede reeditar, si Telmex decide pujar por las futuras concesiones. A favor de Slim juega que no tiene compromisos contractuales y que dispone de 20 años para fortalecerse y crecer en el mercado local. Sin duda, un elemento que Telefónica no ha olvidado y que tiene muy presente.

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