Aznar eludió reunir al Gabinete de Crisis
El presidente prescindió el 11-M del órgano del Estado previsto legalmente para afrontar emergencias
A las 7.26 del 11 de marzo, cuando reventó el primer tren de cercanías en la estación de Atocha, el ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, se encontraba en Alicante, dedicado a la campaña electoral como cabeza de lista del PP al Congreso. Un avión del Ejército del Aire lo trasladó a Madrid, donde aterrizó al filo de las once de la mañana, a tiempo para incorporarse al Gabinete de Crisis que, según anunció el secretario de Estado de Comunicación, Alfredo Timmermans, iba a reunirse en La Moncloa. Sin embargo, Presidencia del Gobierno comunicó a Defensa que en realidad no estaba prevista ninguna reunión del Gabinete de Crisis, por lo que Trillo-Figueroa optó por dirigirse a su despacho en el paseo de la Castellana.
La noticia falsa de que el explosivo era el habitual de ETA salió de la reunión de Interior
A Moncloa no fueron llamados Trillo, Palacio ni Dezcallar, pero sí Zaplana y Timmermans
¿Quién se reunió entonces en La Moncloa? Las fotografías de aquella mañana muestran, en torno a una mesa, a José María Aznar flanqueado por los vicepresidentes Rodrigo Rato y Javier Arenas; los ministros del Interior y Portavoz del Gobierno, Ángel Acebes y Eduardo Zaplana, respectivamente; el secretario general de la Presidencia, Javier Zarzalejos, y Timmermans.
Si se trataba del Gabinete de Crisis, ni eran todos los que estaban, ni estaban todos los que eran. La Comisión Delegada del Gobierno para Situaciones de Crisis, como se denomina oficialmente, no es una reunión informal del presidente con sus colaboradores, sino un órgano del Estado minuciosamente reglado. Según un decreto de diciembre de 1986, son miembros natos del Gabinete de Crisis, además del presidente y los vicepresidentes, los ministros del Interior, los de Asuntos Exteriores y de Hacienda. A estos tres últimos no se les invitó y en cambio sí fueron llamados Zaplana y Timmermans. El decreto de 1986 prevé la posibilidad de que se incorporen otros ministros y altos cargos. Uno de los habituales de estas reuniones es el director del servicio secreto, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), pero a Jorge Dezcallar tampoco se le convocó el 11 de marzo, a pesar de que Aznar intentó luego escudarse en un informe del CNI de las 15.51 de aquel día, que daba por "casi segura" la autoría de ETA, para defenderse de las acusaciones de haber intentado engañar a la opinión pública.
Lo cierto es que el entonces presidente prescindió del órgano previsto legalmente para afrontar "el control y la conducción de una eventual situación de crisis de carácter nacional o internacional que pueda atentar contra la vida, seguridad o bienestar de los españoles", pese a que el mayor atentado terrorista de la historia de España, con 190 muertos y un millar de heridos, encaja perfectamente en esta definición.
La forma anómala en que se condujo la crisis en los primeros momentos condicionaría su desarrollo en los días siguientes: un peso excesivo de los responsables de comunicación, Zaplana y Timmermans, y una presencia escasa de los responsables de seguridad. De los reunidos en La Moncloa, el único que tenía información de primera mano del desarrollo de las investigaciones era Acebes. Éste acudió a la reunión desde la sede de Interior, donde estaba reunido un gabinete de coordinación, presidido por el secretario de Estado de Seguridad, Ignacio Astarloa. Con él se encontraban los directores generales de la Policía y la Guardia Civil, Agustín Díaz de Mera y Santiago López Valdivielso, respectivamente; los subdirectores operativos de ambos cuerpos, Pedro Díaz-Pintado y Faustino Vicente Pellicer; los responsables de Información, Jesús de la Morena y José Manuel García Varela, y el jefe superior de Policía de Madrid, Miguel Ángel Fernández Rancaño, quien dirigió la investigación durante las primeras 24 horas. Tampoco a la sede de Interior fue invitado el CNI. De hecho, no hubo ninguna reunión con presencia del principal centro de inteligencia del Estado hasta después de las elecciones del 14 de marzo.
De la cumbre de Interior salió el dato falso que situaría al Gobierno en un camino de difícil retorno. A las 13.15, Acebes compareció en rueda de prensa para dar por segura la autoría de ETA y tachar de miserables a quienes sugirieran otra hipótesis. Pero sus declaraciones eran una pura conjetura, basada en los antecedentes de la banda terrorista. Poco después, Interior difundió que el tipo de explosivo utilizado contra los trenes era el habitual de ETA. Un indicio objetivo avalaba así las deducciones de Acebes.
Fue el jefe superior de Madrid, según fuentes conocedoras de la reunión celebrada en Interior, el primero que sugirió que el explosivo era Titadyne. Poco antes de que Acebes compareciera públicamente, Astarloa pidió que se confirmara este dato. Tras telefonear a uno de sus subordinados, Díaz Pintado explicó: "Es Titadyne y cordón detonante. Se trata de ETA. No hay duda". En realidad, era Goma 2, un explosivo que no emplea ETA.
Las fuentes consultadas aseguran que este dato falso no fue una mentira, sino un error. Aunque reconocen que se pecó de ligereza y precipitación. En ese momento no se tenía la mochila bomba que se desactivaría horas después. Los policías sólo podían identificar el explosivo por su olfato, y tanto la Titadyne como la Goma 2 son dinamita.
Pero la información errónea no sólo se facilitó a los medios de comunicación, sino también a los servicios de inteligencia y cuerpos policiales extranjeros, que más tarde se quejarían de haber sido intoxicados. La ministra de Exteriores, Ana Palacio, la incluyó como argumento en el telegrama que, a las 17.29, remitió a todos los embajadores españoles, instándoles a defender la autoría de ETA frente a otras versiones. Incluso se citó a la banda terrorista vasca en la resolución de condena del Consejo de Seguridad de la ONU.
Cuando, el mismo día 11 por la tarde, empezaron a acumularse los indicios que apuntaban a la red Al Qaeda, el Gobierno se resistió a cambiar su versión.
El Congreso ultima sus listas
La relación de asistentes a las reuniones celebradas el 11 de marzo en La Moncloa y en la sede del Ministerio del Interior constituye una guía para los grupos parlamentarios que, antes de las 10 de la mañana del martes, deben presentar sus peticiones de comparecencias ante la comisión de investigación creada en el Congreso. Los ex ministros Ángel Acebes y, en menor medida, Eduardo Zaplana figuran en todas las listas. Ambos forman parte de la actual dirección del PP. En cambio, ningún grupo se ha mostrado interesado en llamar a los ex vicepresidentes Rodrigo Rato, actual director gerente del Fondo Monetario Internacional, y Javier Arenas, dedicado a la política andaluza. Aunque no estuvo en La Moncloa, también será convocada la ex ministra Ana Palacio, hoy diputada por Toledo. Respecto a los asistentes a la reunión de Interior, todos los grupos quieren citar a los ex responsables políticos del departamento: Ignacio Astarloa, actual diputado por Vizcaya; Agustín Díaz de Mera, eurodiputado, y López Valdivielso, el único que no ocupa ya ningún cargo público. El PSOE es remiso a que comparezcan funcionarios policiales, pero los grupos minoritarios pretenden citar a todos los mandos de la Policía y de la Guardia Civil que han intervenido en las investigaciones. Por parte de los socialistas, se da por segura la comparecencia de su portavoz en el Congreso, Alfredo Pérez Rubalcaba, a quien el PP acusa de interferir en el desarrollo de la jornada de reflexión, y del ministro del Interior, José Antonio Alonso, para que explique las medidas adoptadas contra el terrorismo islamista.
La posible comparecencia del ex presidente José María Aznar y de su sucesor, José Luis Rodríguez Zapatero, es la gran incógnita.
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