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Reportaje:LA EUROPA DE LOS VEINTICINCO | La historia de la Constitución

Tres eurodiputados por un jamón

Zapatero enviará a Schröder una pata de cerdo tras coincidir en que el producto ibérico supera al salmón de la cena

Gabriela Cañas

El canciller alemán, Gerhard Schröder, volverá a casa este fin de semana con tres eurodiputados menos, pero pronto recibirá de parte de José Luis Rodríguez Zapatero un jamón de pata negra. La historia comenzó en la cena del jueves, cuando Schröder le reconoció a Zapatero que él también prefiere el jamón frente al salmón que reposaba en su plato. El presidente español prometió obsequiarle con tan exquisito embutido. Al día siguiente, el canciller invitó con deportividad a sus iguales a ceder en las negociaciones de la Constitución: "Tengan ustedes en cuenta que yo acabo de perder las elecciones en casa y encima he perdido tres diputados; tampoco es tan grave".

Este tipo de anécdotas, al igual que las grandes decisiones de los consejos europeos, se desarrollan siempre a puerta cerrada y ante contadísimos testigos. Suceden en la llamada "zona roja". Allí sólo están los presidentes de Gobierno o Estado, sus ministros de Exteriores (tocados con un pin especial) y las personas (un máximo de 300) que tienen una credencial roja: un alto funcionario por país, los intérpretes, agentes de seguridad y tres antichis, los funcionarios del Consejo que toman notas.

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Los apuntes a mano, casi siempre en inglés, de esos tres antichis son el origen de gran parte de lo que después difundirán los 1.855 periodistas de 59 países acreditados en esta cumbre. Porque los tres (por turnos entrando y saliendo de la reunión) informan a su vez a los antichis de cada país, cuyas notas son la base para que la pléyade de portavoces y funcionarios diversos informen a los periodistas en corrillos apresurados y asfixiantes.

La información discurre así sólo cuando los líderes están en plenario. Porque cuando negocian en encuentros bilaterales, también llamados confesionarios, la opacidad es casi completa. Así ha ocurrido esta vez para elegir al sucesor de Romano Prodi. Siempre dentro de la zona roja, en una pequeña sala de reuniones, el presidente de turno, Bertie Ahern, llama a uno de sus homólogos. Si ambos pueden entenderse, se produce un cara a cara, a puerta cerrada, sin intérpretes y sin antichis. Si hay problemas de idiomas, entonces el líder de turno entrará acompañado por su ministro de Exteriores. A veces no trasciende un solo dato.

Las cosas interesantes de un Consejo Europeo ocurren siempre en la planta 50 del edificio del Consejo en Bruselas, que no es un rascacielos. Por inescrutables razones, la planta baja es la 00, la primera es la 10 y las siguientes, la 20, 35, 40, 50, 70 y 80. El grueso de la prensa se aloja en el segundo sótano, que antiguamente era un garaje. Siete alturas, pues, separan a los líderes de los periodistas, que pasan horas esperando nuevos datos sin saber que arriba también a veces esperan. Ayer, a las 18.30 horas, mientras abajo los reporteros se preguntaban si habría Constitución antes del cierre de sus ediciones, arriba los líderes esperaban el resultado de las bilaterales siguiendo el partido de fútbol Dinamarca-Bulgaria. Los espectadores: Simeón de Bulgaria, Joschka Fischer, Romano Prodi, Anders Fogh Rasmussen, Wolfgang Schüssel, Guy Verhofstadt y Jacques Chirac.

Dado que las reuniones ahora son a 29 (los 25 de la UE, más Turquía, Rumania y Bulgaria y la delegación de la Comisión Europea), los líderes hablan poco en los plenarios para que no sean interminables. Suelen explayarse posteriormente cuando comparecen ante la prensa. Cada país tiene su pequeña sala de prensa en este edificio-hervidero por el que pululan en la cumbre unas 5.000 personas. Al neófito Zapatero le sigue pareciendo todo un poco caótico. "Esto parece un congreso del partido socialista", dijo el jueves.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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