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LA EUROPA DE LOS VEINTICINCO | La abstención

Los líderes europeos reconocen su fracaso

Los políticos expresan frustración por la alta abstención y llaman a acelerar la Constitución

Los líderes europeos no escondieron ayer su frustración ante la espectacular abstención en los comicios europeos, que sólo movilizaron al 45,5% de los electores en los Veinticinco y a apenas al 26,4% de los nuevos miembros de la Unión Europea. El presidente francés, Jacques Chirac, que se reunió ayer en Aquisgrán con el canciller alemán, Gerhard Schröder, calificó la participación en las elecciones de "decepcionante". "Es una malísima noticia", declaró el alto representante para la Política Exterior, Javier Solana, mientras el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, atribuye el desastre a que los partidos no debaten sobre asuntos continentales. Reunidos ayer en Luxemburgo, los ministros de Asuntos Exteriores de la UE limaron ayer sus diferencias sobre el proyecto de Constitución para recuperar el impulso de la construcción europea.

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Las elecciones europeas han sido históricamente un instrumento de castigo electoral sin coste para los votantes, que abofetean a sus Gobiernos en la cara del Europarlamento. El instrumento de castigo ha funcionado intensamente en 2004. Se podían ayer contar con los dedos de una mano los Gobiernos que han salido bien de la experiencia.

La decepción expresada por Chirac está muy extendida entre los mandatarios europeos. El presidente de la Comisión Europa, Romano Prodi, como encarnación de la UE, atribuyó parte de la responsabilidad del fiasco a la "falta de entusiasmo de los grandes partidos, que no han hecho debates sobre los temas europeos". Prodi sugirió que para hacer más atractiva la UE se permita a los ciudadanos participar más en el proceso de toma de decisiones y que se conceda más poder al Parlamento.

El presidente polaco, Aleksander Kwasniewski, manifestó con dureza su airada decepción por lo ocurrido. Como jefe de Estado del mayor de los 10 países que acaban de integrarse en la Unión, en el que la participación rondó el 20%, Kwasniewski habló de irresponsabilidad e inmadurez. "Se puede explicar el fenómeno de muchas maneras, pero me temo que la verdad es muy desagradable: habla de la irresponsabilidad de mis compatriotas", dijo.

"Decepción" y "frustración" fueron también las palabras más reiteradas ayer en la reunión de los 25 ministros de Exteriores de la UE en Luxemburgo para limar discrepancias sobre el proyecto de Constitución. La baja participación registrada el pasado fin de semana sobrevoló la mesa de negociaciones durante toda la jornada. "Ha sido una señal de advertencia", reconoció el presidente de la reunión, el irlandés Brian Cowen."Está claro que tenemos un problema", remachó el alemán Joschka Fischer.

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La constatación de ese problema, cuando los sondeos reflejan desde hace años que hay un foso entre las instituciones de la Unión y los ciudadanos, llevó a varios ministros a hablar de una "necesaria reflexión", pero casi nadie hizo autocrítica.

Antes, el secretario general del Consejo y alto representante para la Política Exterior, Javier Solana, había comentado a los periodistas que lo ocurrido era "una malísima noticia". "O no hemos sabido explicarlo bien o no ha habido una comprensión sobre la importancia de lo que estaba en juego", añadió.

A ambas tesis se apuntaron casi todos los ministros, que también destacaron el hecho de que los temas europeos son poco tratados durante la campaña electoral, siempre centrada en las preocupaciones nacionales. En eso insistió el irlandés Cowen, para reconocer enseguida que "es una realidad que las personas toman sus decisiones a la vista de las cuestiones nacionales". El alemán Fischer apuntó que en su país (43%) también influye el hecho de que los candidatos a las europeas son "muy poco conocidos".

Miguel Ángel Moratinos, el ministro de Exteriores de España (casi 46%), sí hizo autocrítica: "Hemos fracasado al no transmitir a los ciudadanos la importancia de estas elecciones. Todos tenemos que hacer una reflexión. Sería un gravísimo error no hacerlo. No podemos quedarnos con los brazos cruzados a la hora de involucrar más a los ciudadanos. Hay que dar una mayor legitimidad democrática a lo que estamos haciendo".

Para Michel Barnier, el ministro de Exteriores de Francia (43% de participación), los resultados "han animado" a los Gobiernos a que en la cumbre del jueves y viernes en Bruselas se cierre la primera Constitución de la UE. "La necesidad de un acuerdo es más firme desde ayer. Hace falta tener la casa europea en orden", declaró. Moratinos incidió en el mismo mensaje: "La mejor manera de ilusionar a la ciudadanía es aprobar la Constitución".

Los ciudadanos, explicó también Jack Straw, del Reino Unido (casi 39% de participación), "quieren una UE más democrática, más eficaz y más responsable". Pero para Straw, lo ocurrido demuestra que los europeos no quieren más federalismo, sino una unión "de Estados". Es exactamente la valoración opuesta a la de Moratinos, quien apuesta por reforzar "un espíritu federalista". "Lo más negativo", precisó, "sería volver a una Europa de Estados con tendencias estatalistas".

Comienza la batalla por el poder en la Eurocámara

En la Eurocámara, las direcciones de los distintos grupos hicieron valoraciones apesadumbradas sobre la escasa participación y quitaron hierro al avance de los euroescépticos, divididos en la cámara de 732 escaños entre un 3% de irrecuperables y un 10% con los que se puede discutir, según el jefe liberal, Graham Watson. Cumplido el trámite y sin entonar ningún mea culpa, rápidamente se pusieron los jefes a planear el futuro. Todo eran cábalas con vistas a alianzas para el reparto de presidencias, comisiones y futuras responsabilidades en la elaboración de informes de un Parlamento que se constituirá el 20 de julio en Estrasburgo.

El Partido Popular Europeo, con 276 escaños, según datos provisionales, hacía valer su calidad de más numeroso para reclamar la presidencia de la Cámara y de la Comisión Europea. El Partido Socialista Europeo esgrimía sus 201 actas para decir que estaba abierto a cualquier alianza, incluida la reedición del pacto con los populares. Para los liberales, tal acuerdo sería una alianza que defraudaría a los respectivos electores, lo que es mucho decir dado el desconocimiento de los europeos sobre el funcionamiento de la Eurocámara.

Ese pacto de los dos grandes sería un rodillo que aplastaría a todos, incluidos los liberales, que esperan jugar su papel de bisagra con sus 66 escaños y hasta ser el núcleo de un futuro grupo de centro europeísta con la suma de centristas franceses, el Olivo de Prodi y algún otro ente menor. Los verdes, con 42 diputados, se manifestaron dispuestos a hacer todo lo posible para lograr una mayoría de centro-izquierda.

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