Schröder: "Los alemanes asumimos nuestra responsabilidad ante la historia"
El canciller de Alemania propugna la lucha contra los crímenes de la guerra y el terrorismo
El canciller alemán, Gerhard Schröder, colocó ayer la lucha contra "los conflictos guerreros, los crímenes de guerra y el terrorismo" como el objetivo al que deben dedicarse los alemanes y toda Europa. El canciller pronunció un discurso anoche en la ciudad de Caen, en Normandía, al término de las celebraciones por el 60º aniversario de la Segunda Guerra Mundial, durante la primera comparecencia de un líder alemán en este tipo de eventos. Antes había dicho que "los alemanes somos conscientes de nuestra responsabilidad ante la historia y la asumimos".
Los aliados de la Segunda Guerra Mundial y su enemigo de la época, los alemanes, se reunieron ayer simbólicamente en las playas de Normandía para recordar a los muertos en la liberación de Europa. El acto anudó aún más el eje franco-alemán del presente entre París y Berlín, incluso cuando un fallo técnico del micrófono por el que pretendía hablar el presidente francés, Jacques Chirac, llenó de sonrisas a un auditorio serio y hasta solemne.
La ceremonia específicamente franco-alemana, celebrada ante el Museo a la Paz de la ciudad de Caen, sirvió al canciller para quitarse de encima las sombras que a veces persiguen aún a los alemanes actuales como si fueran herederos de un país dirigido por los nazis o de verse señalado con el dedo por una parte -pequeña- de la opinión pública francesa. "En Alemania sabemos quien provocó la guerra. Conocemos nuestra responsabilidad histórica. Los ciudadanos europeos y sus políticos tienen el deber de no dar ninguna oportunidad aquí ni en otros sitios a la guerra, a los crímenes de guerra y al terrorismo", dijo.
"Los cementerios militares y las cicatrices de las dos guerras mundiales imponen a todos los pueblos europeos, y en particular al pueblo alemán, el deber de oponerse al racismo, al antisemitismo y a las ideologías totalitarias", puntualizó Schröder. "Los objetivos democráticos a los que aspiramos son la libertad, la justicia y una vida digna para todos, en la paz, sin odio religioso, sin arrogancia nacional ni ceguera política".
Calificado de "hermano" por Chirac y aclamado repetidamente por cientos de habitantes de la ciudad de Caen, Schröder pasó sin incidente alguno la prueba como primer dirigente alemán que asiste a las conmemoraciones del desembarco de Normandía. "Europa, por fin reunificada, lleva desde ahora las esperanzas, el destino de 450 millones de mujeres y de hombres. Debe darse para ello los instrumentos de decisión, de influencia y de acción que su unidad redescubierta le da el deber de asumir", dijo Chirac, convencido de que "una Europa fuerte contribuirá también a la estabilidad del mundo y dará un nuevo impulso a la relación transatlántica".
La presencia de Alemania entre los países representados en las ceremonias fue aceptada sin problemas por los demás países aliados asistentes. No se han reproducido en esta ocasión las dificultades a las que parece se enfrentó François Mitterrand en 1994, que quiso invitar a Helmut Kohl, el entonces jefe del Gobierno alemán. Éste finalmente rehusó su asistencia. Él mismo explicó recientemente que lo hizo porque no le parecía oportuno participar en unas celebraciones en las que habían muerto muchos alemanes. Otras fuentes diplomáticas indican que en 1994 fue consciente de que Mitterrand tenía dificultades para hacer aceptar su presencia a algunos aliados. La exclusión de Kohl, en cualquier caso,provocó una polémica porque hirió a Alemania, un país que después de la guerra mundial se ha dedicado a fondo a realizar un trabajo de sensibilización y memoria muy elogiado.
Uno de los actos simbólicos de Schröder en Normandía consistió en depositar dos coronas de flores en el cementerio militar de Ranville, donde los restos de 332 soldados alemanes reposan al lado de 2.200 militares británicos y otros países de la Commonwealth. Una de las coronas fue dedicada al conjunto de los soldados muertos en Normandía, y la otra fue colocada en la tumba de un soldado alemán desconocido. El hecho de que no acudiera al cementerio alemán de La Cambe, donde reposan los restos de más de 20.000 soldados de ese país, fue criticado por miembros de la oposición conservadora a Schröder.
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