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Reportaje:

La crisis planea sobre el vino

Proliferan nuevas bodegas pese a una caída en las ventas que no discrimina por calidad u origen

El vino, el buen vino; saber de vinos, está de moda. Pero, junto a esa imagen de producto estrella, la procesión va por dentro. Las reconversiones varietales y las mejoras de estructuras han elevado las producciones a cerca de 50 millones de hectólitros; se han multiplicado las bodegas y las inversiones en el sector. Por el contrario, sigue cayendo la demanda interna; se mantienen congeladas las exportaciones y las importaciones comunitarias desde terceros países siguen en aumento.

El número de bodegas ha pasado de 2.994 a 3.630 en cuatro años, con una viabilidad difícil ante las dificultades que sufre el mercado
La demanda de la producción de mesa ha descendido el 3% durante la última campaña y la de caldos de calidad ha retrocedido casi el 5%

La sombra de una crisis en el sector del vino, con sus lógicas consecuencias para productores y bodegas, está en el aire. Y es que sobra producción. En la última década se ha pasado de 1,4 millones a sólo 1,1 millones de hectáreas, consecuencia de los programas de reestructuración en el sector. Pero la introducción de variedades con una mayor productividad ha supuesto pasar de unas cosechas medias de 36,5 millones de hectolitros, a campañas como la anterior de 46,5 millones, con la posibilidad de llegar a los 50 millones.

Frente a esta producción, las salidas son cada vez más difíciles. Frente al incremento de la oferta, la demanda global se halla estabilizada e incluso a la baja. El consumo interno mantiene una línea de caída que se prolonga durante las últimas tres décadas, al pasar desde una media de 70 litros por persona y año a los 28,2 registrados en 2003, con un total de 12 millones de hectolitros.

La caída ha sido además general. La demanda de vinos de mesa bajó un 3% mientras los de calidad lo hicieron en casi el 5% debido sobre todo a su precio elevado. En la exportación no han ido mejor las cosas, oscilando las ventas entre 10 y 11 millones de hectolitros, con un claro predominio de vinos a granel.A estas cifras se suman los seis millones de hectolitros en mostos, 1,7 millones de hectolitros en otros usos y, sobre todo, los 7,6 millones de hectolitros que se destinan como media cada año para su quema con destino a obtener alcohol para uso de boca.

De acuerdo con esos datos, estamos ante un sector claramente excedentario donde las soluciones no son fáciles. En el mercado interior, las posibilidades de crecimiento son bajas si no hay otra política de apoyo y precios razonables para los vinos de calidad. Según el panel de consumo que elabora la Administración, las comunidades autónomas donde es más bajo el consumo de vino en los hogares son Castilla-La Mancha, La Rioja y Extremadura, mientras que Baleares, Cantabria, País Vasco y Asturias es donde se bebe por encima de la media.

En el exterior, las ventas en los últimos años han girado en el entorno de los 10 millones de hectolitros, con aumento en la última campaña a 11 millones, ante las bajas cosechas de otros países comunitarios, lo que empujó las ventas de graneles. Las posibilidades de exportar son importantes, pero en lucha con los precios de terceros países. En 1994, la Unión Europea exportaba 11,7 millones de hectolitros e importaba 2,7 millones. En 2001, las exportaciones fueron de 12,2 millones, mientras las importaciones ascendieron a casi nueve millones de hectolitros, especialmente de Australia, Estados Unidos o Suráfrica, a unos precios medios de unos cuatro euros por litro.

Los últimos años han sido escenario de una explosión de inversiones en nuevas bodegas, en unos casos por parte de empresas del vino y en otros desde empresarios de otros sectores. Según los datos manejados por la Administración, frente a las 2.994 plantas embotelladoras inscritas en las zonas con denominación de calidad en 1998, en 2002 esta cifra se había elevado a 3.630, en un proceso expansivo que ha continuado en 2003 destacando zonas como Mancha, Rioja o Ribera de Duero. En una situación de bonanza, hay salidas para todos los vinos. En periodos de excedentes, en el sector se teme que una parte de esas bodegas donde no prima la política de calidad como primer objetivo o sus propietarios no viven del vino,antes de abandonar el sector acometan una política que pueda hundir los mercados

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