Decenas de miles de personas marchan en Roma contra el presidente de EE UU
Las protestas fueron mayoritariamente pacíficas y no causaron ni incidentes ni heridos
La policía italiana lanzó anoche un suspiro de alivio. O estaba a punto de lanzarlo, a la espera de que George W. Bush abandonara hoy el país. Lo peor, en cualquier caso, parecía haber pasado sin grandes sobresaltos: hubo escaramuzas, volaron varios cóctel mólotov y en algunas calles de Roma se dispararon gases lacrimógenos, pero las protestas contra el presidente de EE UU no causaron heridos ni destrozos de importancia. La principal manifestación, amparada por la izquierda parlamentaria, reunió a decenas de miles de personas que marcharon pacíficamente por el centro de la capital de Italia.
El alcalde de Roma, Walter Veltroni, acudió por la mañana al Altar de la Patria para depositar flores en memoria de los estadounidenses caídos en 1944, y aprovechó para hacer un enésimo llamamiento a la calma: "Pedir la paz con actos violentos sería como meterse un gol en propia puerta", dijo Veltroni.
Hacia esa hora, las diez de la mañana, estaban llegando los trenes que transportaban a miles de miembros de grupos pacifistas y antiglobalización procedentes de otras ciudades. La suya era la primera manifestación de la jornada, y la más temida.Los grupos radicales no cumplieron su amenaza de impedir el funcionamiento del metro, pero cortaron la carretera de circunvalación durante unos minutos hacia las 10.30 y provocaron la primera carga de los antidisturbios.
Varios miles de personas, en su mayoría jóvenes, se concentraron en el barrio de San Lorenzo (el único destruido durante la Segunda Guerra Mundial, a causa de bombardeos estadounidenses) bajo el lema Hic sunt leones. Ésta era la frase con que las legiones romanas marcaban en los mapas los territorios mal explorados o peligrosos.
"Bush, fuera de Roma"
Mientras la manifestación arrancaba con destino a la plaza Venezia, algunos tiraron cohetes contra la Escuela de Aeronáutica (solo porque estaba en el recorrido), incendiaron contenedores de basura y arrojaron pintura contra oficinas bancarias. Las pancartas que marcaban el inicio de la marcha llevaban frases del tipo "Aquí la guerra no pasa" y "Bush, fuera de Roma, fuera de Irak". Un eslogan muy coreado y mucho más polémico fue el de "Diez, cien, mil Nasiriyas", en referencia al atentado que costó la vida a 19 militares y policías italianos en Irak. La frase, gritada a los centenares de agentes antidisturbios que flanqueaban la marcha, fue deplorada más tarde por políticos de derechas y de izquierdas.
Las cosas no llegaron a mayores. La manifestación se interrumpió incluso unos minutos para que pasara un coche que llevaba a una parturienta al hospital. Mientras esa protesta se disolvía entre la plaza Venezia y la plaza de la República, pasada la una del mediodía, en esta última plaza empezaba a formarse otra concentración -mayor-, también contra la guerra y contra el presidente Bush pero más oficial, con numerosos representantes de partidos de izquierda.
La segunda marcha hizo el mismo recorrido de la primera pero en sentido inverso, y reunió, según los organizadores, a unas 200.000 personas. Las vistas aéreas aconsejaban reducir la estimación a una cifra cercana a las 60.000 o 70.000.
Simultáneamente, en la plaza Navona se concentraron varios centenares de personas, convocadas por un pequeño periódico conservador, para un mitin a favor de Estados Unidos y, más en concreto, de George W. Bush, que se desarrolló entre la curiosidad de los turistas. El mayor acto de rechazo a la presencia de Bush se desarrolló sin incidentes hasta que, cerca de la conclusión, un par de centenares de jóvenes situados en la cola de la multitud empezaron a cubrirse los rostros y a lanzar piedras y botellas contra la policía.
Buen comportamiento cívico
El servicio de orden de la manifestación los aisló en la explanada del Circo Massimo, donde se produjeron algunos enfrentamientos entre antidisturbios y encapuchados y donde, durante un par de minutos, se vivieron algunas escenas de pánico entre quienes se habían tumbado en el césped para descansar de la caminata.
La calma se recuperó casi de inmediato. El propio prefecto de policía de Roma, Achille Serra, que contribuyó decisivamente a rebajar la tensión ordenando a sus agentes que permitieran el paso hacia las "zonas prohibidas" del centro y que no respondieran a las provocaciones, habló de "buen comportamiento cívico". "Ha habido algunas botellas rotas y poca cosa más, todo va bien", declaró Serra.
Al caer la noche se registraban aún algunos incidentes de escasa importancia en el centro de la ciudad. El foco de atención se había desplazado ya hacia la Puerta de San Pablo, donde se celebraba una fiesta multitudinaria para rematar la jornada contra Bush.
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