Las prisiones vascas
En el reportaje sobre las cárceles en la CAPV publicado el pasado domingo se afirma que "existe la sensación de que el Gobierno vasco nunca ha pedido con demasiada convicción las transferencias en materia penitenciaria y que cuando lo ha hecho ha sido con la boca pequeña". Pese a que, a renglón seguido, se recoge un desmentido rotundo de la viceconsejera de Justicia, Esther Larrañaga, me veo en la obligación de precisar varios extremos, que, de otra forma, podrían inducir a engaño a los lectores.
En primer lugar, y con todo respeto, no me parece que tenga mucho rigor periodístico decir que "existe la sensación", si no se añade a continuación dónde existe esa sensación, quién tiene esa sensación y, a ser posible, en qué argumentos la basa. Más aún, cuando precisamente el autor del reportaje omite otros datos que se le proporcionaron y que fundamentan la sensación (y me atrevería a decir que la evidencia) justamente contraria.
Por ejemplo, que en los últimos tiempos, el consejero de Justicia, Empleo y Seguridad Social, Joseba Azkarraga, ha visitado y mantenido reuniones de trabajo con responsables políticos de Cataluña, Escocia o el länd alemán de Schleswig-Holstein, precisamente para conocer de primera mano la gestión del sistema penitenciario. Por ejemplo, que, como es público y notorio, el propio departamento sacó en su día a concurso la elaboración de un estudio para la aplicación de un modelo propio de gestión penitenciaria. Sinceramente, no me parecen actuaciones muy propias de quien reclama la transferencia de la competencia en materia penitenciaria "con la boca pequeña".
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