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Reportaje:Elecciones Europeas

El 'efecto gaseosa' de la eurociudad

El proyecto para crear la conurbación europea Bayona-San Sebastián no consigue pasar de las ideas a las acciones concretas

Mikel Ormazabal

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El proyecto de la eurociudad vasca Bayona-San Sebastián no ha traspasado todavía la frontera de la ensoñación. En ese trance permanece los últimos 11 años. Ya ha pasado más de una década desde que el 18 de enero de 1993 las máximas autoridades de la Diputación de Guipúzcoa y el distrito francés Biarritz-Anglet-Bayona (BAB) suscribieran un acuerdo institucional en virtud del cual se comprometían a promover la cooperación transfronteriza. Se trataba, en esencia, de algo tan sencillo como complicado de llevar a la práctica: "Transformar la realidad urbana que se extiende a lo largo de 50 kilómetros entre Bayona y San Sebastián en una nueva ciudad europea de 600.000 habitantes".

Un plan a larga distancia cuya plasmación concreta es aún muy lejana. Todo sigue en fase de incubación. La eurociudad vasca corre el riesgo de perder su propia credibilidad. "Hay que pasar de la fase metafísica a la fase de los proyectos operativos", opina Fernando Tapia, diputado para las Relaciones Sociales e Institucionales de Guipúcoa y cogerente de la Agencia Transfronteriza.

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"Hay que reconceptualizar todo y cambiar la idea de transfronterizo por la de transeuropeo. Tiene que desaparecer el concepto de frontera, eliminar los esquemas rígidos que han separado dos realidades que cada vez se van pareciendo más y tienen voluntad de cooperar", insiste. Pero en la práctica, más allá de dos mentalidades distintas, dos modos de vida aún encontrados, existen "dificultades estructurales", opina Tapia, que dificultan la tarea: "El tren se acaba en la muga; los aeropuertos [de Hondarribia y Biarritz] no están coordinados; la congestión de las carreteras es preocupante; conviven dos puertos marítimos que podrían compaginarse mejor..."

Los sistemas culturales son distintos, el desarrollo urbanístico obedece a modelos claramente diferenciados, y la diferencia lingüística (excepto para quienes dominan el euskera) es otro elemento que ha contribuido a que ambas sociedades hayan vivido de espaldas durante mucho tiempo. Y tampoco los ámbitos competenciales son simétricos. Demasiadas trabas para construir la eurociudad vascofrancesa.

Los impulsores del proyecto han agotado ya una década ideando esta ciudad imaginaria, poniendo todo el empeño en prefigurar un territorio ideal, ejemplarizante en la nueva Unión Europea. El ex diputado general de Guipúzcoa Román Sudupe, uno de los principales valedores de la eurociudad, ha afirmado que ésta "no es pura fachada política", ni tampoco un campo de experimentación. A su juicio, desde la cooperación transfronteriza "se puede aspirar a colocar la conurbación Bayona-San Sebastián en una posición competitiva en el sistema urbano europeo". Las instituciones vascas y francesas hicieron suyo el encargo lanzado por la Comisión Europea a las regiones fronterizas cuando les sugirió que se convirtieran en el laboratorio de la construcción europea.

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Con esa finalidad, la Agencia Transfronteriza, que actúa como motor del proyecto, y en la que también figuran desde noviembre de 2001 los ayuntamientos de Irún, Hondarribia y Hendaya, se dotó hace cuatro años del Libro blanco de la Eurociudad, un ejercicio teórico que esboza las líneas de actuación y los ámbitos estratégicos de cooperación. Yendo a lo práctico, el manual propone crear en ambas sociedades un sentimiento de pertenencia a la eurociudad a través de la aplicación de políticas sectoriales (medio ambiente, cultura, infraestructuras, servicios sociales, turismo, deportes...) conjuntas.

Otra asignatura pendiente es la necesidad de la Agencia Transfronteriza de reforzar su "peso político". En este sentido, Tapia juzga prioritario integrar en su seno al Consejo General de los Pirineos Atlánticos, la institución homologable a la Diputación guipuzcoana en el lado francés. El diputado general, Joxe Joan González de Txabarri, ha planteado recientemente esta posibilidad a su presidente, Jean-Jacques Laserre. En Guipúzcoa queda la sensación de que en las instituciones galas ha cundido el desánimo y no están tan implicadas en impulsar esta aventura.

El paso del tiempo ha ido desinflando el proyecto de eurociudad vasca Bayona-San Sebastián, hasta convertirlo hoy en una metrópoli virtual sin ninguna plasmación concreta.

Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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