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63ª FERIA DEL LIBRO DE MADRID

Carles Fontserè describe su etapa de exiliado republicano

En la trayectoria vital del cartelista Carles Fontserè (Barcelona, 1916) se suceden experiencias terribles: la Guerra Civil, los campos de reclusión franceses, la ocupación de París por los nazis y la obligación de exiliarse a México. Sin embargo, en el segundo volumen de sus memorias, Un exilado de tercera. En París durante la Segunda Guerra Mundial (El Acantilado), no hay ni una pizca de derrotismo. "A mí me gustó vivir la historia en primera fila. Debajo de un bombardeo he pasado tanto miedo como los demás, pero a la vez he disfrutado viendo caer las bombas porque era la realidad de ese momento. Cuando los guardias franceses me dieron una paliza lloré de rabia, pero al mismo tiempo me interesaba saber por qué dos hombres se ensañaban con otro sin motivo", afirma el artista. Y añade: "Pasé mucha hambre en esa época, pero días después también comí en los mejores restaurantes de París. Gracias a lo que he vivido, hoy puedo sentirme orgulloso de todo lo que he aprendido".

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"En la literatura hay pasión, coraje, compromiso, controversia y peligro"

La visión optimista de Fontserè le ha costado más de una crítica por parte de personas que padecieron también aquella época. El ilustrador les responde: "Hay un tipo de refugiado español que detesto. Es aquel que se presenta todavía ahora como exiliado. Es curioso ver que cierta gente se acomoda a todo tipo de situación. Algunos entraban en el campo de reclusión francés y actuaban como prisioneros. Buscaban la mejor barraca o compraban un colchón en el mercado negro. Yo entré allí y me di cuenta de que aquello no era para mí. Por eso me dediqué a intentar salir lo más pronto posible. He pasado miserias, sin sentirme nunca derrotado. Las dificultades me permitieron aprender la vida".

Contra los tópicos

El autor ha querido desmontar además en el libro algunos tópicos que pasan por verdades objetivas, como la generosidad de la Unión Soviética con los derrotados en la Guerra Civil. "El único país que abrió sus puertas a los exiliados fue México, aunque cobraban a cada español una cantidad de dinero en oro", explica. El artista tampoco cree que los historiadores acierten en su análisis del levantamiento de Franco: "El catalán normal deseaba también un golpe de sable para acabar con la República y los sindicatos. El origen del franquismo es la Iglesia católica española. Franco sólo era su brazo armado".

Además de repasar los grandes momentos históricos, Fontserè anima su relato con vivencias menos solemnes: "He sufrido al revelar cosas personales que debía ocultar. Por ejemplo, he sido muy putero. En las memorias describo las casas de putas más conocidas de París, aunque no entre en detallitos. He escrito las cosas como las sentía, sin que sea una confesión".

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