Maragall se entrevista durante una hora con Mohamed VI

La participación en los proyectos de desarrollo de Marruecos fue el eje de la conversación que el presidente de la Generalitat de Cataluña, Pasqual Maragall, mantuvo con el monarca Mohamed VI en el primer día de la visita que realiza una delegación catalana a este país norteafricano. Maragall quiere seguir en este viaje la estela inaugurada por José Luis Rodríguez Zapatero, en favor de la distensión y el retorno de las buenas relaciones entre España y Marruecos, e invitó al rey marroquí a visitar Cataluña.

A la llegada al aeropuerto de Agadir, y como preludio de su audiencia de una hora con Mohamed VI, Maragall fue recibido por el ministro de Asuntos Exteriores, Mohamed Benaissa, con quien pasó revista a una formación de la Guardia Real. El presidente de la Generalitat pudo comprobar de esta manera el cambio de clima que se ha inaugurado entre España y Marruecos tras la visita que el pasado mes de abril realizó a este país norteafricano el presidente del Gobierno central, José Luis Rodríguez Zapatero. "Ha sido una entrevista cortés, intensa y extensa la que hemos mantenido con su majestad Mohamed VI", apuntó Maragall. El ambiente del encuentro fue hasta tal punto distendido que cuando el rey de Marruecos tuvo conocimiento de que la esposa de Pasqual Maragall se hallaba en una sala contigua a la de la audiencia fue a saludarla y la invitó a sumarse a la reunión, que convocaba también al consejero de Comercio, Consumo y Turismo, Pere Esteve, y a Margarida Obiols, secretaria de Relaciones Internacionales de la Generalitat, así como varios ministros marroquíes.

Referencia al Sáhara

En la conferencia que anoche pronunció en el Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí, ya en Rabat, el presidente catalán fue muy discreto al referirse al problema del Sáhara occidental, aunque sus palabras también indicaron un cambio radical respecto al pasado reciente. La llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al Gobierno de Madrid, dijo Maragall, servirá para abrir vías de solución al problema. Por otra parte, los cumplidos a la evolución de Marruecos hacia la democracia fueron constantes.

Sin embargo, Maragall dibujó un sombrío presente para el área mediterránea, aunque el futuro aparece con el aura de la luz al final de túnel. El presidente de la Generalitat hacía de esta manera su balance de la Conferencia Euromediterránea de Barcelona, que inició su singladura en 1995 para construir un proceso de paz, estabilidad y cooperación económica.

A juicio de Maragall, las diferencias sociales y económicas entre las dos riberas mediterráneas crecen. La inestabilidad hunde precisamente sus raíces en la falta de oportunidades económico-sociales y la "opresión y humillación de pueblos enteros, como el palestino", es una fuente de violencia y desestabilización. Y ahí tocó el turno al terrorismo internacional, con "explosiones de odio" como los atentados de Nueva York, Casablanca, Madrid y Estambul. "La respuesta internacional, no obstante, cuando ha dejado de lado los marcos multilaterales de diálogo y concertación ha sido desafortunada: ha generado más problemas, más radicalización y más incomprensión", agregó el presidente de la Generalitat.

En ese contexto, España y Cataluña -que cuenta con un 40% de las empresas españolas en Marruecos y cuyo comercio supone un 30% del volumen total español- deben jugar un buen papel, a juicio del presidente catalán.

Maragall quiso hacer hincapié en la libertad de comercio, sobre todo para que los países del sur puedan vender sus productos al norte. El aspecto comercial es uno de los ejes de su visita a Marruecos.