Obra faraónica
Asistimos estos días a la aparición en los medios de comunicación, de informaciones que nos hablan de la última obra faraónica que pretende realizar nuestro ayuntamiento. Una obra que supondrá la desaparición de la circulación de vehículos en superficie de varios tramos de la M-30 y la sustitución en los márgenes del río Manzanares por una alfombra verde, sic. A parte de su dudosa operatividad, los daños medioambientales que se ocasionarán, la destrucción del patrimonio, las molestias durante tres años que se ocasionarán a los vecinos, los posibles daños a las casas colindantes a los túneles que se proyectan construir y los problemas que se puedan generar y que hoy no imaginamos, tenemos que todo este proyecto nos costara millones de euros y nos dejará endeudados durante años a todos los madrileños y madrileñas que en definitiva somos los que sostenemos este Ayuntamiento.
También asistimos estos días a los preparativos de una ceremonia real, más propia de otro siglo que del presente, una ceremonia de la que se comentan todos sus detalles menos uno, el dinero que vamos a tener que pagar por ella.
Estas noticias (entre otras) provocan en mí, indignación e impotencia cuando todas las mañanas tengo que llevar a mi hija al colegio, un colegio que carece de gimnasio (que alegría Madrid Olímpico), que posee un comedor cuya cualidad es el hacinamiento de nuestros hijos, que cuando llueve tienen que estar por los pasillos, que los servicios son escasos y carecen de las más mínimas condiciones, por no hablar de las clases, sobre todo las de infantil cuya idoneidad es más que discutible. Esta lista sería interminable. Pues bien desde hace más de diez años se viene luchando para que este colegio se rehabilite y se dote de unas condiciones dignas, pero nuestras administraciones (autonómica y municipal) solo marean la perdiz. Solo con un poco de voluntad y muchísimo menos dinero del que supondrán los dos eventos antes mencionados tendríamos un colegio digno y con calidad.
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