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Reportaje:UN PROYECTO EUROPEO

El fraude amenaza al mayor espectáculo de Europa

Casos de 'doping', falsos balances, evasión fiscal y plusvalías ficticias, la gran plaga del fútbol italiano

Un campeonato contra la depresión. Dentro de tres semanas comienza el europeo de Portugal: quien gane la Copa podrá refugiarse en ella, olvidar y celebrar. Pero por un vencedor hay muchos que volverán con el 'ay de los vencidos'. El fútbol europeo está al borde del colapso: violencia, corrupción, embrollos, crisis económica, nervios y droga reinan en todas partes. Un muerto que anda. E Italia es la punta del iceberg, el enfermo terminal con salud de hierro. Pero la degradación es general. Escándalos a granel: el presidente de la liga portuguesa, Valentim Loureiro, arrestado junto al presidente del consejo arbitral, Antonio Pinto de Sousa, ambos por corrupción. En la República Checa, siempre por soborno arbitral, hay cinco acusados, entre ellos importantes directivos. En Alemania está detenido el presidente del Munich 1860, Karl Heinz Wildmoser, por idéntica razón. En Inglaterra muchos clubes, como el Leeds, amenazan ruina. El mejor defensa inglés, Rio Ferdinand, del Manchester Utd., no va a Portugal porque ha sido descalificado tras haberse 'olvidado' de pasar una prueba antidoping: asegura que se distrajo al mudarse de casa.

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El presidente del segundo clasificado en la Liga italiana, Franco Sensi de la Roma, saludó la semana pasada a Adriano Galliani, presidente de la competición y vicepresidente del equipo vencedor, el Milán, con un "que te jodan", dicho con toda el alma. Este es el nivel del fútbol italiano, maleducado, histérico, desesperado. La fiscalía de Nápoles investiga un caso de partidos presuntamente trucados. La dirección de la lucha contra la mafia acusa a 13 personas, entre ellos cinco futbolistas. Tres pertenecen al Siena, que se ha salvado de bajar a segunda: Nicola Ventola, ex delantero del Inter y de la selección sub 21; Generoso Rossi, portero; y Roberto d'Aversa, centrocampista. Los otros son Vincenzo Onorato y Salvatore Ambrosino, de tercera. Los restantes, trabajadores de banca, liantes varios, pequeños empresarios y hasta un político.

En el ojo del huracán está Rossi, 25 años, que tras 24 partidos había rescindido contrato con la sociedad toscana, oficialmente, por divergencias con el entrenador Giuseppe Papadopulo. Pero la magistratura no le cree. En escuchas telefónicas se le oía pronosticar cinco resultados que, efectivamente, se produjeron el domingo, 18 de abril, mientras hablaba también de acuerdos entre directivos del Chievo y Siena -"las dos sociedades están hablando, pero el entrenador del Chievo, Del Neri, ha dicho que él quería jugar"-. ¿Genio del fraude o fanfarrón con suerte? Según los representantes del ministerio público, Filippo Beatrice y Giuseppe Narducci, no eran acuerdos ocasionales, sino, seguramente, mecanismos bien rodados para alterar los resultados en función de los juegos de apuestas -con premios de 30.000 o 40.000 euros- lo que implicaría un delito de asociación para delinquir y fraude en competiciones deportivas. Aunque no sea consuelo, nada es tan grave como lo que pasó en 1980, con la descalificación de jugadores del nivel de Paolo Rossi -que fue gran goleador del Mundial de España en 1982, a los dos años de la sanción-, Ricky Albertosi -cuatro mundiales-, o Bruno Giordano, y de entidades como el Milán, que fue enviado a segunda. Pero los ahora investigados son los que se consideraba clubes intachables, la llamada 'provincia sana': Siena, Chievo, Lecce, Reggina y Udinese. El 12 de mayo fueron registradas las sedes de 12 sociedades: Ascoli, Catanzaro, Chievo, Crotone, Fermana, Lecce, Lumezane, Piacenza, Reggina, Torres, Siena y Taranto.

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Modena y Empoli, que han sido enterrados en segunda, han pedido que en el caso de que se pruebe el fraude, los equipos implicados sean penalizados y se rehaga la clasificación. Se avizora un enésimo verano de incertidumbre y toxicidad: hace dos años cayó la Fiorentina, despachada a la Segunda C; el año pasado fue el de las falsas fusiones bancarias -Roma y Napoli se inscribieron en el campeonato sin los requisitos necesarios-. Todo ello provocó una descerebrada reforma por la que la segunda pasó de 20 a 24 equipos y la primera tendrá el próximo año 20 en lugar de 18, lo que desagradó a todos menos a los repescados. Los goles se marcaban en los despachos.

Y no faltan otros casos pendientes de juicio: en Turín, el proceso sobre el doping, del que se acusa a la Juve por haber, supuestamente, suministrado epo a sus propios jugadores entre el 94 y el 98; en Roma, el llamado doping administrativo, los falsos balances, la evasión fiscal y las plusvalías ficticias. Hasta altas instituciones como el Comité Olímpico, están en entredicho por abuso de cargo y omisión cuando debía haber actuado de oficio. El Parlamento ha abierto una investigación informativa.

La crisis económica es dramática: Parma, Lazio y Nápoles amenazan bancarrota, y otros muchos equipos pueden verse proscritos el próximo campeonato. Entre primera y segunda la deuda de los clubes asciende a 1.900 millones de euros, sobre una facturación de 1.400 millones y un volumen de negocio de 6.200. Las pérdidas han aumentado entre 1995 y 2002 un 696%. El Parma tiene un pasivo de 309 millones, la Roma, 265, el Lazio de 186. Hasta el Milán -143- y el Inter -176- están en unos números rojos, que sólo pueden compensar sus presidentes, Silvio Berlusconi y Massimo Morati. Los dos equipos de la capital -Roma y Lazio- son los que más deben al fisco, 110 millones entre ambos, sobre 510 para toda la Liga. El decreto ley para dar a los clubes 10 años para el pago de los atrasos no ha pasado por la oposición de la Liga Norte de Bossi. Las únicas sociedades que pagan puntualmente son Inter, Milán, Juventus, Chievo, Udinese y Bolonia.

Una banca, Capitalia, tiene intereses en siete sociedades. Posee el 5,76% del Lazio y controla la mitad del patrimonio del presidente de la Roma, Franco Sensi. En manos del banquero Cesare Geronzi -bajo investigación en relación a la bancarrota de Calisto Tanzi y Parmalat- está el destino de los equipos de la capital, así como del Perugia, que controla en un 99,5%. El presidente de la federación de fútbol, Fanco Carraro, que también preside la banca de negocios de Capitalia, se ocupa de la liquidación de los bienes de Sensi. Y otra extravagancia más: la pugna por uno de los nuevos puestos en la primera división puede resolverse entre Perugia y Catania, dos equipos propiedad de Luciano Gaucci.

La SKY TV italiana de Rupert Murdoch tendrá el año próximo el monopolio de las transmisiones en directo, ahondando las diferencias entre supuestos ricos y seguros pobres: Juve, Milán e Inter se embolsarán 400 millones hasta fin de 2007, mientras que los demás se disputan las migajas. "Milán y Juve", acusa el político de centro izquierda que fue gran campeón, Gianni Rivera, "tienen demasiado poder. Sus directivos. Antonio Giraudo y Adriano Galliani, exultan cuando sólo se marca un gol en un partido, porque calculan cuanto vale ese gol para su balance, porque el fútbol cada vez importa menos". Galliani rebate: "Los grandes clubes cubren el 80% de las pérdidas de los demás. En ningún otros país la primera da 100 millones de euros a la segunda división. La segunda es un drama con costes disparatados. El fútbol debe tanto porque hay esas cargas".

En el triste balance hay que añadir incluso un aficionado del Nápoles muerto en un incidente, o el derby romano que debió suspenderse en mundovisión por el rumor de que un muchacho había muerto a manos de la policía. Los estadios son cada vez menos seguros, hasta el punto de que ninguno puede aspirar a albergar la final de una copa europea. El fútbol es hoy un espectáculo televisivo: en un año, 3.800 horas de programación, y de ellas 1.450, en directo. Y aún más. Tres jugadores -Manuele Blasi del Parma, Mohamed Kallon del Inter y Saadi al Gadafi del Perugia- han sido descalificados por doping con nandrolona. El hijo del líder libio dio positivo la única vez que se sentó en el banquillo, y aún para hacer bulto.

El problema arbitral es sólo una antigua y querida costumbre. Este es el estado clínico del fútbol italiano: como decía un médico célebre, "salvo complicaciones, es que está que se muere".

Totti, del Roma, y Sánchez Cribari, del Empoli, durante un  partido en enero pasado.
Totti, del Roma, y Sánchez Cribari, del Empoli, durante un partido en enero pasado.AP

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