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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES
Columna
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El relevo

Hay situaciones que merecen vivirse. Los componentes del jurado de la Cámara de Oro, que debe elegir la mejor película de un nuevo director, fuimos invitados a la gala de Ladykillers, la última de Joel Coen, o, mejor dicho, de Tom Hanks, considerado la mina de oro de Hollywood, el actor más influyente, que por primera vez pisa el Festival de Cannes. Sentados muy cerca de él, tuvimos ocasión de ver cómo sus colegas le rendían pleitesía acercándosele babosos mientras él, en el trono de su butaca, lucía la expresión de niño bueno con que ha conquistado América. Hasta Jack Valenti, el auténtico "zar de Hollywood", vino a ofrecerle su eterna sonrisa de león de la Metro, aun sabiendo que su cargo de representante de los grandes estudios tiene fecha de caducidad.

Kathleen Turner, la mujer que tuvo aquel momento de gloria en Fuego en el cuerpo y que viene mostrando tempranamente el ocaso de su hermosura, se le acercó con su habitual charlatanería, muy campechana ella, olvidándose de que, siendo miembro del jurado oficial, tiene prohibido hablar con los concursantes, y que Tom Hanks opta al premio. A los de la Cámara de Oro nos lo advirtieron con claridad: prohibido hablar con candidatos. También se deslizó ante el trono de Hanks el teñido Roger Moore, otrora flamante agente 007 James Bond y hoy discreto visitante del festival acompañado sólo por su familia. Más tarde, también pudo verse a Omar Sharif, mítico Doctor Zhivago, que está promocionando en Cannes una película del canal Calle 13. Los tres parecían destronados de un reino que quizás nunca poseyeron, al menos no hasta el punto en que lo detenta hoy el buen soldado y chico entrañable Tom Hanks, magnífico actor.

El disgusto de verse relevado por gente nueva se apreció también en la mordacidad de Jean Luc Godard respecto a Michael Moore, el rebelde de moda, al que, por cierto, el público aplaude en pie cada vez que aparece en la proyección de cualquier película. Allá por los sesenta y setenta, Godard fue el paradigma del contestatario modelo, un líder entre el cine joven de aquel momento. Hoy no parece nada contento con que ese americano gordo haya recogido la antorcha, y con esa tan especial manera suya. "Es sólo medio inteligente", ha dicho Godard de él; "Bush es mucho más listo".

Hay que irse acostumbrando, maestro Godard, porque estos chicos gordos o flacos vienen a toda máquina. Los nuevos directores que compiten por la Cámara de Oro tienen ideas que bullen y que con frecuencia nos sorprenden. Algunos proceden de la televisión o la publicidad, pero la mayoría de ellos se han puesto tras la cámara por primera vez dando muestras de un sorprendente dominio de la imagen y con temas que a veces apasionan. No sólo proceden de países con industrias cinematográficas más o menos sólidas, sino también de lugares tan insólitos como Kazajstán. Sean de donde sean, el entusiasmo de sus propuestas es generalizado. Así pues, no lo tiene fácil el jurado que debe elegir una única película de entre las 20 programadas. Quizá la película que gane mañana lo tendrá más fácil, claro que no tanto como para sentarse al lado del tío Tom (Hanks). No ha ocurrido todavía eso de "de Kazajstán al cielo".

Mañana, pues, en Cannes, privados de bodas de príncipes, la atención se centrará en los premios, tanto los concedidos a cineastas consagrados como los que vayan a los nuevos autores que vienen empujando. En Francia, ya se sabe, ¡vive la Republique!

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