Geología entre pinares y fresnos
Águilas y codornices custodian la ruta por el río Guadiatillo, que descubre formaciones de la época cámbrica
Lo peor ya pasó, el sinuoso trayecto en coche por la CP-21 hasta la finca de El Olivarejo. Desde ahí hacia abajo comienza la ruta por un camino que se abre en el lado izquierdo del puente sobre el río Guadiatillo. Allí, Pedro José Punzano no quiere dejar pasar la ocasión para pasear junto a su perro. Ha llegado desde Navarra para una comunión y suele venir en verano. Busca espárragos, "pero ya no quedan", dice.
El sendero transcurre entre frondosos pinares y espigados eucaliptos hasta llegar a un puente a la derecha casi a ras del río, que se ha de cruzar. Abandonado el rumor del Guadiatillo, comienza una exigente cuesta, no será la única en el viaje, precisamente en la zona más expuesta al sol. Todo lo que sube, baja, y en esta ocasión aparece el tímido arroyo de los Portales, que se cruza y, girando a la izquierda, se toma por su margen derecho.
El camino nos levanta un poco y la frondosa vegetación no lo deja ver, pero el susurro del arroyo dice que está ahí, que acompaña acompasado por los canturreos avícolas. Aunque el arroyo está por debajo, el agua fluye y aflora por el piso de toda la ruta. El camino se reencuentra con el arroyo, que se cruza.
Se abre una preciosa planicie, una especie de nutrido club exclusivo que no espera a nadie. Una codorniz da la espalda a los intrusos desde una de las muchas y ancestrales encinas. Un águila hace lo propio y huye rasante, sin remontar del todo, a otro lugar momentáneo de tranquilidad. Las encinas dan unas generosas sombras en un terreno sembrado de finas yerbas que acarician los tobillos. El refrescante viento simula un oleaje verde en el suelo, en el que ya no hay camino, y que muestra su lado más salvaje.
Tan salvaje que hay que mirar bien donde se pisa. Así lo recuerda una serpiente que deja su advertencia con una simétrica y certera ventilación que no venía de fábrica en el pantalón del fotógrafo. Desde el cielo parece que se carcajean del respingo las imponentes y alejadas rapaces.
Después de despedir al arroyo de los Portales, la ruta selvática nos lleva al encuentro del Guadiatillo nuevamente, entre un reducto de bosque de ribera. Esta es una zona en la que se incrementa la dificultad de la ruta. Después de un sinfín de escarpadas cuestas que llevan a dominantes panorámicas, el paisaje muestra su lado más sorprendente. Entre fresnos y un verdor refrescante, el Guadiatillo se convierte en playa, con arena amarilla y una orilla que invita a adentrarse en ella cuando ya la primavera aprieta.
Siempre con la referencia del río, las cuestas llevan a multitud de amplias panorámicas, una de ellas muestra el espectacular meandro que realiza el Guadiatillo. En este punto es donde se encuentran las formaciones geológicas de la época cámbrica. El ambiente se vuelve azul oscuro, el que desprenden las rocas arrugadas, cuarteadas por el paso del río, que también deja las rocas redondas y marrones de sus crecidas.
Superados los saltos entre rocas prehistóricas, se encuentra un camino que, sobre una alta ladera, ofrece amplias vistas de la cuenca del Guadiatillo, en esta zona más abierto que en los recovecos de las formaciones geológicas. Siguiendo el camino con el río abajo a la izquierda, la ruta llega a su punto de origen.
Los 'mares de Córdoba'
- Cómo llegar. Desde la capital, tomar en coche la carretera de Trassierra, Una vez que se deja atrás Santa María de Trassierra, se conecta con la CP-21 en dirección a Posadas. Se pasa un primer puente hasta el kilómetro 28, tras el cual está la finca de El Olivarejo, que aparece sobre un cerro a la derecha. Allí se puede dejar el coche y se baja caminando hasta el puente sobre el Guadiatillo, donde comienza la ruta.
- Qué ver. Las formaciones geológicas que baña el Guadiatillo es uno de los grandes atractivos de la ruta. Además, estas rocas se vislumbran en un gran meandro que forma el río. Estas formaciones se creen que datan del periodo cámbrico en que se piensa que los continentes estaban unidos y formaban mares que llegaban hasta Córdoba. Además, en la ruta se pueden observar las plantas conocidas como dedaleras, de color violáceo y muy poco comunes en la Sierra de Córdoba.
- Alternativa. En el inicio de la ruta, al llegar al arroyo de los Portales, hay una alternativa que aparece siguiendo el arroyo y que lleva al cerro del Trigo, el más alto de la zona. El camino conduce hasta el río Guadiato, una zona con bosques de cornicabras sobre el que se levanta el monasterio de San Félix, el más antiguo de Córdoba. En esta zona se produjeron importantes luchas durante la Guerra Civil y fue el reducto en el que cayeron los últimos guerrilleros republicanos de Córdoba.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.