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LA POSGUERRA DE IRAK | La investigación de las torturas

La CIA utiliza métodos extremos para interrogar a jefes de Al Qaeda

La Agencia Central de Inteligencia (CIA) ha utilizado métodos extremos de presión para interrogar a un reducido grupo de jefes de Al Qaeda, según altos cargos de la lucha antiterrorista que han mostrado su preocupación sobre posibles malos tratos a prisioneros. Al menos un miembro de la CIA ha sido sancionado después de haber amenazado a un detenido con una pistola durante un interrogatorio. Jalid Shaij Mohammed, capturado por su vinculación con los atentados del 11-S, fue sometido a un simulacro de ahogamiento en el que permaneció maniatado y sumergido bajo el agua.

Estas técnicas de interrogatorio están autorizadas por una serie de normas secretas -aprobadas por el Departamento de Justicia y la CIA y adoptadas por la Administración del presidente George W. Bush tras el 11-S-, que conceden un amplio margen a los agentes norteamericanos para interrogar con dureza a los prisioneros.

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Los métodos empleados por la CIA son tan severos que altos cargos del FBI, la policía federal de EE UU, han ordenado a sus agentes que no asistan a los interrogatorios de los jefes de Al Qaeda para evitar verse implicados en responsabilidades penales en el futuro, según informan fuentes de la lucha antiterrorista estadounidense.

Directivas de Bush

Después de los atentados del 11-S, el presidente Bush firmó una serie de directivas para autorizar una guerra secreta de la CIA para capturar vivos o muertos a los miembros de la red de Osama Bin Laden, aunque no consta que aprobase también las normas para endurecer los interrogatorios. Tanto la Casa Blanca como la CIA han declinado hacer comentarios sobre este asunto.

Los planes de la CIA para la custodia e interrogatorio de los líderes de Al Qaeda forman parte del núcleo más secreto de un vasto programa desarrollado tras el 11-S y la guerra de Afganistán que incluye e centros de internamiento militares en Guantánamo e Irak.

Entre los responsables de la CIA crece la preocupación sobre la posible ampliación a los detenidos de Al Qaeda de las investigaciones parlamentarias y procesos criminales abiertos por las torturas a detenidos en instalaciones militares de Afganistán e Irak. La CIA ha denegado el acceso a sus centros de detención a los observadores independientes y a los grupos de defensa de los derechos humanos. El paradero de estas cárceles es tan secreto que un alto cargo asegura haber oído que Bush ha comunicado a la CIA que no quiere saber dónde se encuentran.

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