_
_
_
_
_
Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Gian Castelli, traductor y crítico musical

Vicente Molina Foix

Bajo el nombre de Gian Castelli no se escondía una persona con pseudónimo, como yo creí, antes de conocerle, leyendo sus excelentes traducciones literarias. El pequeño misterio del nombre se acrecentaba al saber que, aunque real, no era el de un italiano, sino que correspondía a un natural de Barcelona, hijo de padre británico y madre española. Ahora, antes de cumplir los 50 años (nació en 1955), Gian ha muerto después de luchar con bravura y elegancia contra un cáncer que no le impidió seguir traduciendo y ni siquiera ir al cine, otra de sus pasiones junto a la literatura y la música clásica.

Me lo encontré hace pocos meses, en dos ocasiones bastante seguidas, haciendo cola en los cines Verdi de Madrid, ciudad donde vivía y en la que también frecuentaba el Doré, local de proyecciones de la Filmoteca Española, donde deja buenos amigos.

Todos los admiradores españoles de novelistas como Don DeLillo, Siri Hustvedt o Anita Desai, los habrán leído por, es decir, gracias a Gian Castelli, que fue el traductor yo creo que de la totalidad de la obra aquí publicada de los dos primeros y de tres títulos de la estupenda autora anglo-india (un cuarto, El Bombay de Baumgartner saldrá póstumamente, junto a la monumental e imprescindible Historia de Venecia de John Julius Norwich, que Gian pudo dejar acabada antes de morir). Pero no sólo ellos. En su amplio y distinguido historial se encuentran asimismo libros de Russell Banks, Martin Amis, Josef Skvorecky (que traducía a partir de las versiones inglesas) y Caryl Phillips, y numerosos ensayos y colaboraciones en libros y catálogos de arte.

He de decir, sin embargo, que mi contacto más intenso y gratificante con Gian fue a través de Diverdi, la publicación discográfica que se edita mensualmente y se distribuye de forma no venal desde hace catorce años, algo insólito, por no decir heroico, en este país. Fundada por otro melómano no menos entusiasta que Gian, el cineasta y fotógrafo Juan Lucas, Castelli fue, desde 1994 hasta el momento en que la enfermedad se lo impidió, el jefe de redacción de esta excelente revista ("boletín" es el término excesivamente modesto que utilizan sus artífices), donde se reseñan las novedades de las más exquisitas y emprendedoras firmas discográficas del mundo entero. En Diverdi escribe la plana mayor de la crítica española de música clásica y, de vez en cuando, infiltrados de gran calibre como Félix de Azúa u otros escritores que se esconden, ellos sí, en el anonimato de un pseudónimo.

Aparte de coordinar con acierto y perpetuo sentido del humor la revista, Gian también escribía en las páginas de Diverdi, mostrando siempre una especial predilección y un conocimiento profundo de los compositores del clasicismo centroeuropeo contemporáneos de Mozart y Haydn, sus dos pasiones primordiales.

En julio del año pasado, glosando con emoción la figura de otro gran hombre de la música fallecido a destiempo, Ángel-Fernando Mayo, Gian Castelli bromeaba en clave autoirónica con los límites de espacio y apelaciones a la concisión que todo buen redactor jefe ha de exigir a sus colaboradores. El artículo se llamaba Seré breve, y así lo ha sido, desgraciadamente, la vida de Gian. El recuerdo de los que le quisimos y sus palabras dando voz a tantos escritores, justa memoria a músicos olvidados, quedarán, sin embargo, como el testimonio duradero de su singular personalidad.

Gian Castelli.
Gian Castelli.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_