_
_
_
_
Reportaje:

"Es triste desear ser viejo"

La mayoría de los trabajadores que prevé despedir Newell ronda los 50 años. Una edad difícil para encontrar otro trabajo

Es como si la noria se hubiese estropeado en lo más alto, donde más vértigo da. La inmensa mayoría del centenar de trabajadores de Newel Ibérica está en la frontera de los 50 años. Son muy jóvenes para jubilarse y muy viejos para empezar a buscar trabajo. La empresa, filial de una multinacional norteamericana propietaria de marcas como Parker o Rotring, ya ha anunciado un expediente de regulación de empleo que dejará en la calle a 100 de los 111 trabajadores. Según la firma, los rieles para persianas que ensamblan ya no son competitivos por el coste salarial, y asegura que ha acumulado dos millones de euros de pérdidas entre 2002 y 2003. No es esta, sin embargo, una historia de costes empresariales, sino de costes humanos. La fecha de defunción de la histórica fábrica está prevista para julio, y Leonor, Raúl o Ricardo ya no pueden pensar en otra cosa.

LEONOR AGUIRRE El miedo por sus hijos

"Nos lo anunciaron una hora antes de decírselo a la prensa, una hora antes. Hace tiempo hubo rumores, pero como trabajo había muchísimo, no nos preocupamos. Incluso desde el mes de noviembre de 2003 hasta hace tres semanas estuvieron trabajando 72 personas externas. Nos decían que la empresa iba muy bien, que iban a ampliar mercado. Pero hace tres semanas, ya le digo, los echaron a todos, a los 72. Y decían que iban a abrir mercado en Francia y en Italia. Nos han ofrecido dinero, pero todo está en el aire. Además, nosotros no queremos dinero, queremos que no cierren la empresa, queremos trabajo. Además nos pilla en una edad muy mala. Hay algunos hombres que tienen 50, 52 años, pero la mayoría estamos alrededor de los 47 años. Y es una edad que ni para prejubilarte ni para encontrar trabajo, o sea, que muy mal muy mal. Y en mi caso peor, porque yo soy viuda. Tengo dos hijos estudiando y fíjese, aparte de que yo no cobró nada de viuda...". Leonor, que tiene un tono de voz muy juvenil y es propensa a la sonrisa, ha estado contando esta historia con calma, pero en cuanto plantea que su problema es también, o sobre todo, el problema de sus hijos se le empieza a quebrar la voz. "Me siento muy mal, pero muy mal muy mal. Como si se te viniera abajo la vida de pronto. Tremendo, tremendo. Además, yo llevó 34 años ahí, que se dice pronto, y es un trabajo muy duro. La mayoría estamos muy fastidiadas del hombro derecho, que es el que más trabaja. Usted me dirá si después de 34 años cosiendo rieles, haciendo el mismo trabajo. Y ahora..., pues no sé. Hemos pedido al Gobierno vasco y han dicho que lo van a mirar, pero no debe ser fácil. Y luego un desconcierto muy grande. Porque usted me pregunta si vamos a hacer huelga, pero ¿y si es peor? Es que ahí está el tema, es que no sabemos qué hacer. Y aunque antes teníamos un ambiente muy bueno ahora ya no es lo mismo. Ves a la gente triste, preocupada, deprimida... No somos capaces de hablar de otra cosa. Y fíjese que nosotros sentíamos esta empresa como nuestra, tantos años que ya la tratas como algo tuyo. Al principio nuestra empresa era española, luego la vendieron a unos americanos, luego la volvieron a vender a otros americanos y ya ahí ha venido el caos. El caos, el caos... Fíjese mi situación. A lo que yo más le temo es que a mis hijos dejen de estudiar. Yo creo que mis hijos sigan estudiando, que sean algo en la vida, pero vamos a ver..."

RAÚL CUBINO La paternidad aplazada

"Este fue mi primer empleo, entré aquí con 20 años y ahora tengo 30. Cuando nos dijeron que cerraban fue terrible, no nos lo esperábamos, yo no me lo esperaba. O quizás es que no quieres esperártelo, no lo sé. El caso es que el de Newell fue mi primer empleo y no tengo ninguna formación específica. Sí que he hecho alguna cosa de carpintería, pero no hasta el punto de tener esa cualificación.Al acabar el graduado escolar comencé a trabajar, y aquí estoy. En la empresa he pasado por todos los puestos de trabajo y ahora estoy en control de calidad. Vamos a ver qué sucede ahora. El problema es que el mío era el único salario estable que entraba en casa. Es cierto que soy joven, pero estamos pagando el piso y queríamos tener hijos. Ahora todos nuestros planes van a tener que esperar, sobre todo lo de los niños. Esto es como vivir sin un futuro".

RICARDO MONTES Una edad que ni arre ni so

"Me siento fatal. Imagínese, toda la vida ahí metido, sin oficio ni beneficio. Yo estuve un tiempo dedicado a abastecer de material a las mujeres que montaban rieles, y luego manejando una carretilla elevadora, así que eso es lo único que sé hacer. Y con 52 años que tengo, pues imagínese ahora buscar currelo por ahí. Me dirán: ¿usted qué sabe hacer? Pues el payaso y si quiere le cuento un chiste... Es que es muy duro, más que nada porque tengo dos hijos. La hija está estudiando una carrera en Salamanca. Son muchos gastos: pagar la casa, mandar dinero a la cría, el otro hijo que también estudia... Y sí, son dos sueldos, pero es que mi mujer también trabaja aquí, o sea, que los dos nos vamos a la calle. Se nos ha hundido el cielo. Y todo eso cuando mejor va la empresa, que tienes un trabajo tremendo, y encima pidiéndonos que echemos horas, que intentemos sacar un trabajo adelante.

Es una depresión colectiva, nos miramos unos a otros y se nos cae el alma al suelo. Nos quieren dar unas cantidades que son ridículas, menores incluso de las bajas incentivadas que han estado dando hasta ahora. Y luego la situación en casa, cuando uno está más entero, el otro se harta de llorar. Nos intentamos animar mutuamente, a rachas. Hay momentos en que caigo yo, me largo, me meto en la otra habitación para que no me vea ni dios y ahí me desahogo como puedo y, bueno, cuando ya cojo oxígeno y tal, empiezo a darle vuelta a la cabeza para intentar animarme, cuando ya estoy más fuerte, pum, se derrumba la mujer. Es que nos ha pillado a una edad que no es ni arre ni so. ¿Me entiende? Con 52 años, o te ponen un dinero muy majo ahí para llegar hasta la jubilación o... Una edad muy difícil. De pronto ser joven es un problema. Ya es triste que después de ser un puñetero obrero, trabajando como yo desde los ocho años, es triste tener que estar pensando en ser más viejo. Si yo fuera ahora más viejillo, pues con dos años al paro luego ya me enganchaba a la jubilación. Cuando todo el mundo sueña con ser joven, nosotros lo contrario. Es triste desear ser viejo".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_