El solidario Norman Bethune
Una exposición fotográfica en Málaga muestra el trabajo del brillante cirujano canadiense y su gran labor en la Guerra Civil
Norman Bethune (1890-1939) fue un brillante cirujano canadiense especializado en el tratamiento de la tuberculosis, y autor de un importante tratado profesional, que en 1936 decidió abandonar su puesto de jefe de servicio del Hospital Sacré-Coeur de Montreal para trasladarse a España como médico voluntario de las Brigadas Internacionales.
Propuso a los servicios médicos de la República la creación de una unidad móvil de transfusión de sangre, algo insólito en aquellos tiempos hasta el punto de que su idea fue calificada de utópica e impracticable. Bethune decidió encargarse él solo de la organización y financiación del proyecto para lo que instaló un frigorífico, un esterilizador y diverso material médico en una camioneta. En febrero de 1937 llegó con su ambulancia a Málaga, bombardeada por las tropas y aviación fascistas, para ayudar a la población civil de la ciudad que huía en masa en dirección a Almería.
"Les bombardeaban desde el aire y les disparaban desde los barcos de guerra"
"Los niños lloraban desconsoladamente de dolor, hambre y agotamiento"
La exposición Norman Bethune. El crimen de la carretera de Málaga-Almería (febrero de 1937), inaugurada el pasado jueves en la sala Alameda de la Diputación de Málaga y organizada por el Centro Andaluz de la Fotografía, reúne 56 imágenes en blanco y negro en las que se recogen la actividad social y profesional del cirujano canadiense, un personaje extraordinario por algo tan sencillo e infrecuente como es el conseguir aunar consecuentemente lo que se piensa y lo que se hace.
El propio Norman Bethune, en sus memorias de la Guerra Civil española, describe la terrible situación.
"Imagínense a 150.000 hombres, mujeres y niños disponiéndose a marcharse en búsqueda de seguridad hacia una ciudad situada o más de 100 millas a pie. Hay una única carretera que pueden tomar. No hay ninguna otra manera de escapar. Esta carretera, limítrofe por un lado con las altas montañas de Sierra Nevada y por el otro con el mar, está construida sobre la ladera de unos acantilados y sube y baja a más de 500 pies por encima del nivel del mar. La ciudad que deben alcanzar es Almería, y está a más de 200 kilómetros más allá. Un joven fuerte y sano puede caminar a pie unos 40 o 50 kilómetros diarios. El viaje a que estas mujeres, ancianos y niños debían enfrentarse les llevará a cinco días y cinco noches de camino, al menos. No encontrarán alimentos en los pueblos, ni trenes, ni autobuses para transportarlos. Ellos debían caminar, y a medida que iban andando se tambaleaban y tropezaban, con los pies llenos de rajas y de heridas de ir por el pedernal y el ardiente asfalto de la carretera; los fascistas los bombardeaban desde el aire y les disparaban desde los barcos de guerra" [...].
"Por entonces habíamos pasado al lado de tantas mujeres y niños afligidos que pensamos que lo mejor era volver y comenzar a poner a salvo los peores casos. Era difícil elegir cuáles llevarse, nuestro coche era asediado por una multitud de madres frenéticas y padres que con los brazos extendidos sujetaban hacia nosotros sus hijos, tenían los ojos y la cara hinchada y congestionada tras cuatro días bajo el sol y el polvo".
"Llévense a éste'; 'miren este niño'; 'éste está herido'. Los niños envueltos de brazos y piernas con harapos ensangrentados, sin zapatos, con los pies hinchados aumentados dos veces su tamaño, lloraban desconsoladamente de dolor, hambre y agotamiento. Doscientos kilómetros de miseria. Imagínense cuatro días y cuatro noches escondiéndose de día entre las colinas, ya que los bárbaros fascistas los perseguían con aviones; caminaban de noche agrupados en un sólido torrente hombres, mujeres, niños, mulos, burros, cabras, gritando los nombres de sus familiares desaparecidos, perdidos entre la multitud".
Jesús Majada Neila, coordinador de la exposición y del libro-catálogo de la misma, aporta sus consideraciones sobre el protagonista de la muestra: "Hay personajes que subyugan por encima de ideologías, confesiones o pronunciamientos políticos. Son esos personajes altruistas, solidarios, desinteresados y generosos que dedican su vida a una idea. Son esos personajes en los que la idea que les marca el camino les lleva siempre a ayudar a los demás. Son esos personajes a los que los jóvenes deseosos de cambiar el mundo miran como punto de referencia. Entre estos personajes se encuentra Norman Bethune. Dedicó su vida a atender a los más desfavorecidos, primero en Canadá, su país; luego en España, y finalmente en China, donde murió".
Efectivamente, su generosa solidaridad le llevó en 1938 a China para ayudar como médico a las tropas de Mao Zedong en su lucha contra la invasión de los japoneses. Al poco de llegar le encomendaron la jefatura de los servicios médicos del Ejército Rojo. La falta de equipamiento y suministros con que desarrollar su actividad era su principal problema. La ausencia de guantes de goma para operar tuvo consecuencias funestas. A finales de octubre de 1939 se cortó un dedo durante una operación de urgencia. Su condición física era ya delicada, y la herida se infectó. Enseguida la infección se propagó por todo el cuerpo. Murió el 12 de noviembre de 1939.
Aunque quizás no sea políticamente correcto citar a quien fue considerado "El Gran Guía", lo cierto es que sobre Bethune escribió el propio Mao Zedong el 21 de diciembre de 1939: "Todos debemos aprender de su desinterés absoluto. Quien posea este espíritu puede ser muy útil al pueblo. La capacidad de un hombre puede ser grande o pequeña, pero basta con que tenga este espíritu para que sea hombre de elevados sentimientos, hombre íntegro y virtuoso, hombre exento de intereses triviales, hombre de provecho para el pueblo". (Mao Zedong, 21 de diciembre de 1939).
La exposición que se muestra en Málaga hasta el 22 de mayo es, en definitiva, un justo homenaje a quien decidió abandonar su confortable situación profesional para dedicar sus esfuerzos, tiempo y dinero a quienes más lo necesitaban.
Babelia
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