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Fajardo cita a sus personajes en Madrid

El artista, que no exponía en la ciudad desde los ochenta, anticipa "otra vía" en su pintura

"Es casi un final de etapa, el fin de un ciclo de personajes, en el cual he pintado por 10 o 12 años al individuo en soledad", resume José Luis Fajardo (La Laguna, 1941) al hablar del espíritu de la exposición que reúne 38 de sus obras más recientes en la galería madrileña Trama

(Alonso Martínez, 3) hasta el 25 de abril.

Hacía casi veinte años, "desde 1986 o 1987", que el artista canario no exponía en Madrid. El tiempo ha ahondado la mirada hipnótica de sus criaturas, que desde obras como Personaje de la letra verde (2002), Aquel de ayer (2002) y Ego (2003) siguen cautivando al observador. "Hay una relación entre el que mira y el observado, que prescinde del entorno. Un diálogo de ojos sin más. Bastan esos dos puntos para establecer contacto", explica el artista. La intensidad es la misma. La novedad está dada por los textos que acompañan cada tela, escritos por el propio Fajardo. "A mí me gusta mucho escribir, pero suelo hacerlo en la intimidad. Estos textos son como un juego. Un relato paralelo que nace del propio título de los cuadros y que cuenta una historia distinta". Narración que acompaña a sus personajes imaginarios, "ucrónicos", fuera del tiempo, y que "sugieren un recorrido por la historia de la pintura".

José Luis Fajardo abandonó sus estudios de arquitectura para empezar a pintar. Autodidacto, realizó su primera exposición en 1962 en Tenerife. El conocimiento de los surrealistas e informalistas tuvo especial influencia en su formación. Heredó el expresionismo abstracto y la influencia del grupo El Paso. Actualmente tiene obra suya en el Reina Sofía de Madrid y en museos de Buenos Aires, Caracas y Bogotá, entre otros.

"No he pintado nunca objetos", dice al recapitular su relación con la pintura. "No me ha interesado. Siempre me he ocupado del hombre. La libertad, el silencio y la soledad han sido mis territorios".

Esta muestra incluye dos cuadros que, anticipa Fajardo, "inician otro camino, otra vía", aunque los personajes permanezcan. La lógica de estas obras es la del puzzle, la del rompecabezas. "Todo parte de un trabajo que inicié con dibujos hace algunos años", cuenta, "que exploran si lo roto en amplitud, como concepto, se puede o no recomponer". En este "cambio de estructura plástica" ha influido su trabajo con ordenadores. "Los procedimientos digitales", explica, " me permiten romper los dibujos, luego recuperarlos y hacer un juego de positivo y negativo con las imágenes".

<i>Seis de enero (2003),</i> de José Luis Fajardo
Seis de enero (2003), de José Luis Fajardo

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