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UN PROYECTO EUROPEO

Vicenza desembarca en Eslovaquia

500 empresarios venecianos 'clonan' cerca de Bratislava un sector industrial italiano

"Nos preguntamos: ¿cómo podemos llevar a Europa del Este la pequeña y mediana empresa del veneciana? ¿Cómo superar los problemas burocráticos, legales y de lengua de las microempresas? La solución ha sido la formación cerrada, poner a punto todos nuestros recursos y actuar en grupo". Massimo Calearo, presidente de los industriales de Vicenza, cuenta el proyecto madurado en 2003 para clonar en Eslovaquia un distrito industrial de Vicenza. Una elección que convenció al municipio de Samorin, próximo a Bratislava, a vender a un precio simbólico (medio euro) 500.000 metros cuadrados de terreno a los empresarios del Véneto, para crear 500 puestos de trabajo. Objetivo: fundar un área industrial moderna para instalar una veintena de empresas, complementarias entre sí, del sector de la mecánica y la electrónica.

"Queremos crear desarrollo, no queremos eliminar ocupación en Italia", dice un industrial
Una quincena de firmas italianas abrirán sus puertas en la zona antes de final del año

Hoy, el proyecto Samorin está en un buen momento. Una quincena de firmas italianas abrirán sus puertas en la zona antes de fin de año, y para 2005 deberían ser unas 20. Pero no basta, porque ya han comenzado los cursos de capacitación de expertos en contabilidad y secretaría de empresa. Entretanto, gracias al apoyo del municipio, en las escuelas locales se estudiará italiano. En otoño empezará a funcionar el centro de servicios de la Asociación de Industriales de Vicenza, que se ocupará, en nombre de las empresas, de contabilidad, software, control, pago de salarios y asesoría legal. "Tendremos todas las ventajas de una multinacional de 500 componentes", explica Giordano Malfermo, presidente del consorcio de empresas establecidas en Samorin.

A la espera de que el área industrial entre en funcionamiento, siete sociedades vicentinas han establecido cabezas de puente. "He decidido anticiparme instalando una vieja nave industrial que tenía", dice Adamo Dalla Fontana, que dirige un grupo con una facturación de 80 millones de euros en el sector de la maquinaria para fabricar botellas y sistemas de control de motores eléctricos. "Tenemos un par de operarios para los montajes, pero cuando nos traslademos, habrá 15 o 20 empleados".

Según los industriales desembarcados en Eslovaquia, el costo del trabajo, una quinta parte del italiano, no es la razón principal que les ha movido a instalarse en Samorin. "Europa del Este es un banco de pruebas", explica Dalla Fontana, "porque ahí se juega una partida estratégica que implica también a los mercados en la antigua URSS". Y también admite que los bajos salarios permiten fabricar algunos productos que "en Occidente no serían competitivos". Pero precisa: "Samorin permitirá, por una parte, controlar la calidad del producto y, por otra, será una base de partida para crear una red comercial para los mercados del Este".

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¿Y no cabe temer la pérdida de puestos de trabajo en Italia? Los empresarios aseguran que no, e incluso se niegan a emplear el término deslocalización. Dice Malfermo: "Queremos crear desarrollo, no queremos eliminar ocupación en Italia. Y, así, los puestos de trabajo de Samorin, al favorecer el crecimiento de nuestras empresas, defienden el empleo en nuestra propia casa". Pero no olvidemos que Vicenza, con menos de 800.000 habitantes, es una de las provincias más ricas del país. Su volumen de exportaciones -un total de 11,2 millardos de euros- es mayor que el de Grecia, mientras que el desempleo, que asciende al 2%, es casi inexistente.

En esta parte del Véneto, el trabajo no ha sido nunca un problema, y ello contribuye al optimismo de los industriales. Una cosa, sin embargo, parece más que probable: la experiencia de Eslovaquia contribuirá a acelerar la transformación de la estructura de empleo en las fábricas venecianas. Calearo reconoce que "se apostará cada vez más a la tecnología de punta y los puestos de trabajo con mayor valor añadido". Lo que significa que, si todo va bien, tendremos menos obreros y más técnicos, más practicantes de la mercadotecnia y la investigación, y menos empleo no cualificado.

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