Powell promete negociar con España un papel de la ONU en Irak que evite retirar las tropas
Zapatero confirma su compromiso frente al terrorismo, pero también su promesa electoral de repliegue militar
El secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, se comprometió ayer a dialogar de inmediato con el próximo ministro de Exteriores español para ver cuáles son las posibilidades de definir un mandato para la ONU en Irak que evite que el próximo presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, tenga que ejecutar su promesa electoral de retirar las tropas españolas de Irak el 30 de junio, si para entonces no se ha transferido el control de la situación a dicho organismo internacional. Zapatero confirmó que la lucha antiterrorista es la prioridad absoluta de la política exterior española, pero dejó claro ante Powell, Tony Blair, Leszek Miller, Gerhard Schröder y Jacques Chirac que eso no le impedirá cumplir su promesa de repliegue militar.
Esta posición del futuro Gobierno socialista español mereció manifestaciones de respeto, no sólo por parte del presidente de Francia y del canciller alemán, que han mantenido a ultranza su oposición a la guerra, sino también del primer ministro británico, que fue el principal mentor de la invasión de Irak, junto al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y al presidente saliente del Gobierno español, José María Aznar.
Fuentes próximas a Tony Blair confirmaron ayer, en efecto, que durante los 50 minutos que permaneció con Zapatero, la mitad de ellos a solas y hablando prácticamente sólo de Irak, el premier británico no pidió en ningún momento a su interlocutor español que desistiera del repliegue y, aceptó, en cambio, con naturalidad que la decisión de retirar las tropas es un "asunto interno" español propiciado por una promesa electoral que el líder socialista español no puede dejar de cumplir.
Sí intentó que Zapatero reconsidere su promesa el primer ministro polaco, quien, si los 1.300 soldados españoles llegaran a retirarse, vería mermados en la misma medida los efectivos bajo su mando, precisamente en la fecha -30 de junio- en que caduca el compromiso polaco y Polonia hubiera sido sustituida por España, si las elecciones generales del 14 de marzo no hubieran frustrado los planes de Aznar para Irak. "Yo expresé mis argumentos, y él los suyos. No hay cambios de posiciones", reconoció Miller a la salida del encuentro.
Powell, como representante del país que más puede temer los efectos políticos del repliegue español y que más presiones puede ejercer sobre el Gobierno de Zapatero para evitar que eso ocurra, se interesó desde ayer mismo por saber cuál podría ser el mandato de la ONU, tanto en los aspectos políticos como en los militares de la ocupación, capaz de satisfacer al presidente in pectore. Y todo ello en una entrevista de poco más de diez minutos, la más breve de las cinco que Zapatero tuvo ayer en las Cortes. El secretario de Estado hubo de esperar 20 minutos a que concluyera la cita previa con Chirac y problemas laborales de la tripulación del avión que le trajo a Madrid le impidieron prolongar la conversación iniciada con retraso, según comentó una fuente diplomática de su país.
La disponibilidad del secretario de Estado por lo que se refiere a la ONU y la promesa de Blair de cooperar para que "se cambien los parámetros internacionales del enfoque de la presencia militar internacional en Irak", según la expresión utilizada en el diálogo por Rodríguez Zapatero, configuran un panorama de relativo optimismo y permitieron que el futuro presidente del Gobierno iniciara ayer con aparente suavidad la maniobra más difícil del complicado giro que se dispone a dar, con respecto a la política exterior de Aznar.
Chirac, como era previsible, demostró un enorme interés porque se inicie el proceso de reflexión en la ONU, mientras que Schröder expresó una total sintonía con la posición del futuro presidente del Gobierno español y con su insistencia en que Naciones Unidas desempeñe un papel central.
La duración de estos encuentros -20 minutos en el caso del presidente francés y 45 minutos en el del canciller alemán- no permiten tampoco más que impresiones generales. Funcionarios estadounidenses ya habían advertido de que Powell sólo pretendía una primera toma de contacto directo, y habían anunciado que su principal aportación al diálogo sería la buena disposición a negociar en la ONU.
El formato de los encuentros tampoco permitió por otra parte observar en directo muchas reacciones de los líderes extranjeros, ya que todos ellos secundaron el deseo de Zapatero de no hacer declaraciones ayer en Madrid para no quitar protagonismo al funeral de las víctimas de los atentados del 11 de marzo, motivo de su viaje a España.
Todas las informaciones básicas sobre las entrevistas aquí recogidas proceden, por ello, del relato que ofreció de las mismas el diplomático Miguel Ángel Moratinos, señalado por el líder socialista como próximo ministro de Asuntos Exteriores. Moratinos estuvo presente en todos los encuentros.
Posteriormente, informaciones del entorno de los visitantes confirmaron, como se ha dicho, los datos fundamentales de esos relatos. Tony Blair, en una rueda de prensa que celebró por la tarde en Lisboa, se mostró convencido de que se llegará a un acuerdo en el seno de la ONU y de la Unión Europea sobre una posición común sobre Irak, informa Margarida Pinto.
Moratinos insistió, en cualquier caso, en que Zapatero habló sin ambigüedades a todos sus interlocutores y exactamente en la misma línea en que se ha expresado ante los españoles. Les explicó que el vuelco electoral del 14-M implica un "mandato claro" de la sociedad, vinculado a una promesa electoral suya previa a los trágicos atentados del 11-M, al que ahora no puede sustraerse.
Reafirmó que la lucha contra el terrorismo sigue siendo el objetivo prioritario del Gobierno español -"la dimensión esencial de todas las políticas internacionales" del próximo Gabinete, le dijo a Blair- y reafirmó su voluntad de que España siga siendo la primera aliada de Estados Unidos en esa lucha, aunque salvando las diferencias de interpretación. En ese sentido, pidió al primer ministro británico ayuda para promover una reflexión internacional sobre cómo luchar contra el terrorismo, ya que la estrategia actual no funciona.
A Powell, que según Moratinos confirmó que EE UU seguirá compartiendo con España todos los medios de la lucha antiterrorista, le habló, en cambio, de la absoluta disponibilidad de su Gobierno a estar en Afganistán, en el marco de la ONU, de la OTAN y dentro de poco de la fuerza europea.
Pero en el caso de Irak, no dejó duda: España seguirá comprometida como antes con la democratización y la reconstrucción del país, lo que no impedirá que, si no hay cambios esenciales en el papel de la ONU, el 30 de junio las tropas vuelvan a casa.
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