Amenaza sin fronteras
La Europa dividida por la diferente actitud ante la intervención militar en Irak se reunifica ahora bajo el impacto del 11-M. En las últimas horas, la UE ha puesto en marcha diversas iniciativas que deberán culminar en el Consejo Europeo de la semana próxima. Ayer se celebró en Bruselas una cumbre extraordinaria de ministros de Justicia e Interior, y el lunes se reunirán en Madrid los responsables de los servicios de inteligencia de los cinco mayores países de la Unión. La prioridad adquirida por la cuestión terrorista, y su carácter de amenaza internacional, obligará también a encontrar, al margen de las divergencias sobre Irak,una vía de acuerdo con Estados Unidos. El momento, en contra de lo que pudiera pensarse, es propicio para ello porque Bush necesita ahora, tras su fracaso en Irak, devolver la prioridad a la lucha contra el terrorismo realmente existente.
Los expertos admiten que no se sabe bien cómo hacer frente a este terrorismo difuso de masas, sin base territorial, que ha recorrido un arco terrible desde el 11-S al 11-M. Al Qaeda no es ahora tanto una organización como una franquicia a la que se acogen grupos de diversa naturaleza, unidos por el fanatismo compartido, pero que actúan de manera autónoma o con una débil coordinación. Se trata de gentes, por otra parte, que están entre nosotros, en las sociedades occidentales, aunque dispuestas a actuar en cualquier país, puesto que su móvil no es nacional.
Que utilicen el pretexto de Irak si les conviene no significa que no estén dispuestos a atacar con cualquier otro (la ley del velo, por ejemplo) a países cuyos Gobiernos han estado contra la guerra.
Los ministros reunidos ayer en Bruselas estuvieron de acuerdo en que se puede hacer más de lo que se ha hecho en materia de información. Aceptaron la propuesta de Javier Solana de crear la figura de un coordinador de la lucha antiterrorista, pero no fueron capaces de ponerse de acuerdo en la forma de compartir la información, sensible por naturaleza, de los diversos servicios secretos, cuya actividad se considera clave para hacer frente a esta amenaza.
Los papeles del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) desclasificados hace dos días por el Gobierno español han puesto de manifiesto la falta de adecuación de esos servicios a la nueva situación. Lo que puede servir para ETA no tiene por qué valer para el terrorismo islamista, aunque una enseñanza aplicable podría ser la conveniencia de que las propias comunidades musulmanas condenen y aíslen a sus sectores terroristas. Aquí nos ha costado años comprender que al terrorismo no se le hace desistir mediante concesiones, y experiencias como la de Israel demuestran que tampoco se le puede vencer mediante misiles. Hace falta inteligencia, es decir, información. Y ello requiere personal especializado, tiempo y cooperación internacional.
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