Taiwan desafía a China con un referéndum
Pekín considera que es un primer paso hacia la independencia de la isla rebelde
Cuando los taiwaneses elijan mañana a su presidente podrán participar además en el primer referéndum de su historia. ¿Debe Taiwan incrementar sus defensas en caso de que China no desmantele los 500 misiles que tiene apuntándole? ¿Debe Taipei emprender negociaciones con Pekín para crear un marco de paz y estabilidad? Son las dos preguntas que han provocado las iras de China, que considera la consulta como el primer paso hacia la independencia de la isla.
El referéndum se ha convertido en el eje sobre el que pivota una campaña muy reñida en la que Chen Shui Bian, del Partido Democrático Progresivo (PDP), espera lograr un segundo mandato de cuatro años, frente a su opositor, Lien Chan, del Partido Nacionalista o Kuomintang (KMT).
El KMT acusa a Chen de instrumentalizar la consulta para ganar votos. "No hay ninguna necesidad de hacer estas preguntas, mucha gente está de acuerdo con ellas. Además, es confuso celebrar el referéndum el mismo día de la elección presidencial. Se trata de una estrategia electoral, de un ardid", explica Su Chi, asesor de Lien, el candidato preferido por el Gobierno chino, ya que se ha comprometido a incrementar los lazos económicos y culturales con el continente y mantener el statu quo.
El PDP defiende que la consulta va destinada a reforzar las libertades y hacer frente a las amenazas de China, que considera la isla una provincia rebelde que debe ser unida a la madre patria aunque sea por la fuerza. Los dos rivales han vivido separados desde que los nacionalistas de Chiang Kai-chek se refugiaron en Taiwan en 1949 tras ser derrotados en la guerra civil por los comunistas de Mao Zedong. "Es un paso para profundizar la democracia y una forma de mostrar a Pekín lo que piensan los ciudadanos de Taiwan", asegura Hsieh Huai Hui, subdirectora del departamento internacional del PDP. "Aunque, dado que ahora tenemos una legislación que nos permite convocar un referéndum, lo haremos si en el futuro lo consideramos necesario. Pero no cambiaremos el statu quo".
Académicos y analistas consultados coinciden en que el plebiscito es un astuto movimiento del actual presidente. "Es todo campaña. Pero lo interesante es ver cuánta gente vota en él. Todo lo que sea menos del 50% crearía una situación embarazosa para Chen", señala Joseph Fewsmith, director del programa de estudios de Asia oriental en la Universidad de Boston.
Para Pekín, el objetivo de Chen Shui Bian, quien rompió en las pasadas elecciones 51 años de dominio del Kuomintang, no es otro que la independencia. "Bajo el pretexto de la democracia, las autoridades taiwanesas han minado el principio reconocido de una sola China y amenazado la estabilidad del Estrecho", dijo el pasado domingo el primer ministro chino, Wen Jiabao, tras la clausura de la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional (APN).
A pesar de ello, Pekín ha asegurado que no pretende interferir en la votación. Quizá porque en las dos anteriores elecciones presidenciales sufrió el golpe de ariete. En 1996 intentó intimidar a los votantes mediante el lanzamiento de misiles en las aguas cercanas a Taiwan, lo que obligó a Estados Unidos a enviar dos portaaeronaves a la zona, y, en 2000, advirtió de las nefastas consecuencias que tendría un voto independentista.
Chen Shui Bian considera que también en esta ocasión se han producido presiones. "En el pasado, China ha intentado intervenir y el resultado fue justo el contrario del que buscaba", dijo hace unos días. "Esta vez lo está intentando de una forma más sutil, a través de terceros países". Una velada referencia a la oposición manifestada, entre otros, por Estados Unidos, Francia y España a la celebración de un referéndum que consideran que puede poner en peligro el delicado equilibrio existente en la región. Chen asegura, sin embargo, que "el objetivo del referéndum no es más que salvaguardar el statu quo".
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