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La concentración de plantas afecta a miles de empleados

Entre 2001 y 2002 la tabacalera Altadis cerró nada menos que ocho fábricas por toda la geografía española para concentrar su producción en Alicante y Santander. Prescindió de unos 2.000 trabajadores a través de prejubilaciones y bajas incentivadas. El año pasado anunció que ampliará la crisis a los centros de Sevilla, Cádiz y Tarragona, y que prescindirá de 743 empleos más.

El grupo azucarero Ebro Puleva siguió en 2003 con su plan de ajuste, con el cierre de las plantas de Monzón (Palencia) y Benavente (Zamora), por exceso de capacidad. El número de trabajadores afectados fue de alrededor de un millar.

El último informe Cesifo sobre la economía europea en 2004 -que publican el instituto alemán Ifo y la Universidad de Munich- augura que el traslado de empresas desde Europa occidental hacia los países de la ampliación no ha hecho más que empezar. Xavier Vives, profesor de Economía y Finanzas de Insead (París) y uno de los autores del informe asegura: "no es tan preocupante que determinadas empresas se marchen como que no vengan compañías nuevas, siempre que éstas tengan más capital tecnológico y desarrollen actividades más sofisticadas".

En un hilo

Pero Antoni Ferrer no lo ve tan claro. El dirigente sindical insiste en que la falta de inversión tecnológica redundará en nuevas deslocalizaciones. De hecho, hay ya nubarrones en el horizonte. Fispe, con 420 trabajadores en Barcelona, pende de un hilo. Y lo mismo le pasa al fabricante de lavadoras Domar-New Pol (400 empleos), cuyo propietario, Antonio Merloni, quiere replegarse en Italia.

Antón Costas, catedrático de Política Económica de la Universidad de Barcelona (UB) señalaba recientemente en un debate en el Círculo de Economía que a España le está "costando aclimatarse" a un nuevo modelo de competitividad, "que no me atrevo a aventurar" pero que no tiene nada que ver con el que ha permitido el desarrollo en los últimos 50 años. "Antes existían fronteras y ello permitía tener un concepto de mercado, de aduanas, y había una política comercial, y monedas nacionales, lo que permitía desarrollar políticas monetarias, financieras y de tipo de cambio".

Hoy, todo eso ha desaparecido y hay que desarrollar los nuevos "elementos de competitividad en las propias empresas y en el país en su conjunto".

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