Pánico al tren sin destino
MIGUEL MORA | Madrid
Mari Carmen Sánchez, empleada de hogar, de 50 años, llegó ayer nerviosa a su puesto de trabajo. No por su miedo -es extremeña, no se arruga-, sino por el de los demás: "En Coslada he visto mucha gente llegar al andén y de repente se daban la vuelta. No podían subir. Lo intentaban, pero no podían".