Más de dos millones de andaluces gritaron ayer sin fisuras contra el terrorismo y apoyaron en las calles a las víctimas de los atentados en Madrid. En Sevilla se concentraron 650.000 personas, el doble de lo previsto, lo que provocó el colapso del itinerario y llevó a la policía a suspender la manifestación por razones de seguridad, aunque numerosos participantes culminaron el trayecto.
Cataluña se despertó ayer contagiada por el dolor de Madrid y sumida en el mismo duelo. Las universidades anularon las clases, los institutos se convirtieron en lugares de concentración de los estudiantes de secundaria que se manifestaban contra la violencia; en las escuelas los maestros intentaban que los niños asimilaran la dimensión de la tragedia y, a mediodía, las ciudades se paralizaron.
El número de usuarios de los trenes de cercanías descendió ayer un 30% con respecto a una jornada normal. Unos 300.000 viajeros del casi millón que diariamente se sube a un convoy de Renfe se quedaron ayer en casa, tomaron un autobús o cogieron su vehículo particular.
Los recorridos previstos por los representantes del Gobierno en la Comunidad Valenciana para acoger las protestas contra el terror fueron insuficientes. Las calles se quedaron pequeñas ante la masiva afluencia de los ciudadanos que querían mostrar su solidaridad con las víctimas del atentado terrorista.
Euskadi se paralizó por completos a mediodía de ayer para mostrar con 15 minutos de silencio su dolor y su ira por los atentados de Madrid que han dejado, hasta media tarde de ayer, 199 muertos y 1.463 heridos. Fueron decenas de miles de gritos callados que sirvieron de preludio a las multitudinarias marchas vividas por las tres capitales a partir de las siete de la tarde.