"Tengo la conciencia en paz. El pueblo y Dios están conmigo"
"La policía deberá cumplir con sus responsabilidades y ocuparse de los chimeres [violentos grupos de civiles que apoyaron al ex presidente Jean Bertrand Aristide]", pide el cabecilla rebelde Louis-Jodel Chamblain, ex paramilitar haitiano y lugarteniente del comandante Guy Philippe, que ayer entró en Puerto Príncipe al frente de su soldadesca. En la dirección insurrecta está Chamblain, de 50 años, acusado de dirigir los escuadrones de la muerte durante la dictadura del general Raoul Cedrás (1991-1994), que derrocó a Aristide en el año 1991 y lo empujó al exilio en Estados Unidos.
"Son patrañas", declara a este corresponsal en la principal comisaría de policía de Puerto Príncipe, desde uno de cuyos despachos con ventana al exterior saluda a la multitud agolpada en las puertas del cuartelillo, a un costado del Palacio Nacional. "No soy un asesino como dicen. Aristide engañó al pueblo a través de cierta prensa, a la que compró para dar de mí una imagen terrible", dice. "Tengo la conciencia en paz. El pueblo y Dios están conmigo". Viste traje de camuflaje y pistola al cinto y le protegen guardaespaldas de feroz catadura. Se refugió en República Dominicana durante diez años y cruzó la frontera con Haití clandestinamente, el mes pasado, para sumarse a la sublevación.
Las huestes del comandante Guy Philippe son dirigidas por el ex comisario de policía de Cabo Haitiano y ex militares del Ejército, abolido a finales de 1994 por Aristide para evitar un nuevo golpe contra su presidencia. Los rebeldes que ayer forzaron su salida del poder sostienen que el Ejército sigue existiendo porque es constitucional. "Soy militar", subraya Louis-Jodel Chamblain, acusado de perpetrar asesinatos y torturas durante la dictadura de Cedrás, expulsado por los 20.000 marines que invadieron Haití en 1994 para reponer a Aristide.
Pregunta. ¿Van a deponer las armas ahora que llegó una fuerza internacional?
Respuesta. [Silencio y media sonrisa].
P. ¿Reconocen al presidente interino de Haití?
R. Sí.
P. Entonces, ¿no habrá más combates?
R. No, no.
P. ¿Qué va a pasar con los chimeres?
R. Somos gente civilizada. La policía deberá asumir sus responsabilidades y ocuparse de ello.
P. ¿Qué esperan de la comunidad internacional?
R. Que ayude al pueblo haitiano y desbloquee los fondos congelados en el exterior (600 millones de dólares). Necesitamos ayuda, mucha ayuda.
P. ¿Están de acuerdo con la presencia extranjera en su país, y concretamente de los marines despachados por el presidente George W. Bush?
R. Nosotros no tenemos ningún problema con ellos. Podemos trabajar juntos.
P. ¿Cuáles son sus planes ahora?
R. Ayudar a sacar a mi pueblo de la miseria en que la ha sumido Aristide y lograr una verdadera democracia.
P. ¿Aceptan ustedes a los actuales mandos de la policía, que eran leales a Aristide?
R. Ése es un asunto que deberá ser resuelto constitucionalmente.
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