El turismo vuelve a captar la atención

A cuatro horas de coche de Buenos Aires, en la costa atlántica, se ha comenzado a desarrollar hace pocos años Mar de las Pampas, un balneario al que sus 500 habitantes quieren llamar la ciudad lenta. "Aquí el turista viene a buscar tranquilidad en un bosque a orillas de la costa", explica Pedro Lantieri, dueño de la inmobiliaria Mar de las Pampas. Pero la ciudad lenta ha tomado en los últimos dos años un ritmo veloz. "El año pasado había entre 17 y 20 cabañas o apartahoteles. ¡Ahora ya hay 72!", se asombra Lantieri. Lo que allí sucede es sólo un ejemplo de la expansión del turismo que está viviendo Argentina.

En el comienzo del actual verano austral, entre la segunda quincena de diciembre y fines de enero, unos 10,8 millones de viajeros arribaron a los destinos turísticos del extenso país, en el que España cabría cinco veces. La cifra supone un aumento del 8,6% respecto de la temporada anterior. Pese a que la reactivación económica mejoró el bolsillo de algunos argentinos que pudieron veranear de nuevo en Uruguay o Brasil, la demanda local se recuperó.

El comienzo del verano austral ha llevado a los destinos turísticos a 10,8 millones de pasajeros, un 8,6% más que el año anterior

La llegada de turistas extranjeros también ha aumentado. Después de un aumento de la afluencia en los 90, se registró un retroceso en los peores años de la crisis, 2001 y 2002, y se recuperó un 42% en 2003, con un total de 3,3 millones de viajeros.

Todavía queda mucho por crecer. Por lo menos eso piensan inversores como el grupo Marsans, que está fomentando la llegada de europeos en Aerolíneas Argentinas. El número de pasajeros de Iberia que aterrizó en el país suramericano creció un 30% en 2003. Compañías que habían dejado de volar a Buenos Aires por la crisis han retornado, como la australiana Qantas y Air Canadá. Mexicana de Aviación también ha llegado por primera vez. Unos 90 hoteles están construyéndose por un valor total de 200 millones de euros. Entre los inversores se encuentra Sol Meliá, que está levantando su segundo establecimiento en Buenos Aires. Otras cadenas internacionales con proyectos en Argentina son Accor, Howard Johnson, Hyatt y Marriot.

A los atractivos tradicionales de Argentina, como Buenos Aires, el glaciar Perito Moreno en la Patagonia o las cataratas del Iguazú en el noreste, se añadió a partir de la devaluación de 2002 la ventaja del precio. La capital ha pasado de ser una de las cinco ciudades más caras del planeta en 2000 a una de las más baratas en la actualidad. Los hoteles de cinco estrellas y los billetes de avión han conservaron sus precios anteriores, pero han disminuido en un 50% los precios de los bifes de chorizo y los vinos mendocinos en los restaurantes, la indumentaria y los libros en los centros comerciales y los espectáculos culturales y deportivos. Los ingresos en divisas del turismo también disminuyeron. En 2000, cuando llegó un 8% menos de turistas foráneos que en 2003, eran de 2,82 millones de dólares. El año pasado crecieron un tercio respecto de 2002, pero representaron 2,02 millones. De todos modos, la caída de los costes elevó la rentabilidad.

Oferta insuficiente

Entre 1990 y 2000, Argentina recibió inversiones extranjeras en hostelería y gastronomía por 1.081 millones de dólares. Un 63% de esos recursos provinieron de Estados Unidos y España. La recuperación actual de la economía y la falta de infraestructura para responder a una demanda creciente están despertando otra vez a los inversores. Por el efecto de la devaluación, las compañías que decidieron edificar hoteles están aprovechando la caída de un 40% de los costes de la construcción y del 30% en el valor medio de las propiedades en Argentina. Los proyectos de las principales cadenas se concentran en Buenos Aires, aunque también hay obras en el noroeste, Córdoba, Mendoza y la Patagonia.

El grupo belga Burco está desarrollando un complejo de 700 hectáreas con casas y golf cerca de Bariloche, en el sur. En El Calafate, la localidad vecina al glaciar Perito Moreno, están edificándose 18 hoteles. Este destino de la provincia de Santa Cruz, de la que es oriundo el presidente argentino, Néstor Kirchner, se ha convertido en la meca de los jefes de Estado que visitan el país.