"Estamos asentados en un crecimiento duradero"
Aunque muestra impaciencia por hablar de política, Rodrigo Rato no rehúye ninguna pregunta. Y sólo hace un regate al tema de los debates electorales. "Un modesto número dos como yo no tiene una opinión formada, pero supongo que los directores de campaña alcanzarán un acuerdo", argumenta.
Pregunta. ¿Quién va a ganar las elecciones?
Respuesta. No hago pronósticos porque no me considero un observador imparcial, pero lo que percibo es que el Partido Popular tiene un amplio respaldo y si trabaja durante las semanas que quedan va a tener un apoyo en las urnas que le va a permitir gobernar sólidamente. La duda no es quién va a gobernar, que eso está claro, sino si va a haber un Gobierno sólido o inestable.
"A la oposición le subleva que rebajamos el impuesto de la renta y recaudamos más"
"La sociedad que quiere hacer el PSOE no creo que sea éticamente presentable"
P. Como número dos de la lista por Madrid, ¿se sigue viendo también de segundo en el Gobierno del PP?
R. En estos momentos ni me veo ni me miro. Mi horizonte está en el 14 de marzo.
P. Pero no lo descarta.
R. Ni lo descarto ni lo dejo de descartar. Las decisiones las tiene que tomar el presidente del Gobierno y todo lo demás me parece andar enredando innecesariamente.
P. Rajoy le eligió como número dos.
R. Y yo le dije que encantado. Pero sólo hablamos de elecciones. He aprendido que las decisiones se toman en su momento. Después del 14 de marzo será el momento de ver lo que haré.
P. Tras ocho años de crecimiento, la economía vuelve a ser centro del debate electoral.
R. Es muy difícil en cualquier país que la economía no sea parte central de la campaña electoral. Pero ésta no está siendo una campaña de verdadero debate económico. Nosotros tenemos una línea económica muy consolidada, y el PSOE no sabemos dónde está. Ha confundido el liberalismo con propuestas ultramontanas que les duran 24 horas. Cuando caen en la cuenta de lo que han dicho, las ocultan, y eso hace que ésta sea la primera campaña en la que el PSOE no tiene propuestas de creación de empleo. Al parecer, no figura entre sus prioridades.
P. Creo que exagera.
R. No, no. En los discursos hablan de rentabilidad, eso sí. Hay una apuesta muy contundente por la productividad aparente. Pero no hay una propuesta sobre el empleo, y a mí eso me indica hasta qué punto, plagiando el título de una película, "están perdidos en la traducción".
P. Al menos, sentirá satisfacción cuando oye al PSOE defender la estabilidad presupuestaria.
R. Pues no, porque cuando uno dice que va a ser estable a lo largo del ciclo, no dice nada. Nadie sabe lo que dura un ciclo hasta que se acaba. La manera de creerse que el PSOE es partidario de algo en lo que no ha creído nunca es que Zapatero diga que mantendrá literalmente la Ley de Estabilidad Presupuestaria.
P. Muchos expertos advierten de la excesiva dependencia del crecimiento económico del consumo familiar y de la vivienda. ¿Cómo piensan diversificar este monocultivo?
R. Es una crítica absolutamente infundada, porque la inversión en bienes ha pasado del 22% del PIB al 25%, y somos el único país grande de la OCDE que ha creado empleo industrial. Y no un poquito, medio millón; mientras en otros países, como Estados Unidos, Japón, Alemania y Francia ha habido destrucciones masivas. Pero lo que riza el rizo de la equivocación es considerar la construcción el sector del ladrillo, como si estuviéramos en la época de La escopeta nacional. Es un sector que emplea al 11% de la población activa, en el que trabajan 82.000 empresas, y tecnológicamente muy importante.
P. Ustedes prometen 900.000 viviendas protegidas para los próximos cuatro años. ¿Es una fe de errores, un propósito de enmienda?
R. La vivienda hay que mirarla desde varios puntos de vista. En 2003 se construyeron cerca de 700.0000 viviendas, lo cual es muy positivo para la economía española. Además, se han comprado, lo que indica que no hay problema de insatisfacción de la demanda. Al revés, es muy elástica, como lo refleja el ritmo de crecimiento de las hipotecas. Son los españoles los que han decidido invertir en vivienda; unos porque antes no habían podido hacerlo, y otros porque destinan ahí sus ahorros.
P. ¿Y el precio?
R. Lo que sí se ha producido es un encarecimiento muy rápido de la vivienda en nuestro país.
P. Muy rápido y excesivo.
R. Sí, pero tiene que ver con que nuestra demanda es mucho más fuerte. Aparte de que tenemos un producto que otros países no tienen, pues España, con el euro, se ha convertido en una segunda residencia europea.
P. Para muchos, el acceso a la vivienda es impagable.
R. El problema ya no está en los tipos de interés sino en aquellos que a la hora de la compra no tienen una casa que vender, y en la carencia de un mercado de alquiler. Aunque hemos hecho modificaciones legales, no hemos logrado fomentar el alquiler.
P. Usted lanzó en su día la amenaza de un gravamen sobre las viviendas vacías.
R. Eso no es una amenaza sino una decisión fiscal de cada Ayuntamiento, pero no va a ser una panacea. La clave para resolver el problema de la vivienda va a estar en tres áreas: un cambio de las normas de urbanismo, un aumento del parque de alquiler -y para eso hay que dar más seguridad al propietario y atractivos económicos a los promotores-, y ayudar a la parte de la población que tiene más dificultades para entrar en el mercado inmobiliario. En España, el 82% es propietario de su casa, así que no sé cómo se puede sostener que no hay acceso a la vivienda.
P. En los últimos años el empleo ha crecido mucho, pero la precariedad laboral no baja.
R. La economía española ha creado en los últimos ocho años 4,3 millones de empleos y 500.000 empresas. Dos terceras partes de los nuevos empleos son fijos. Lo que pasa es que a mediados de los años 80 se tomó una decisión trascendental, la de no modificar el mercado laboral y, a cambio, abrir la espita de los contratos temporales. Hemos aprovechado la expansión para disminuir la tasa de precariedad hasta un 30%, aunque queremos que baje a un 15%. La vía es hacer más atractivos los contratos fijos.
P. Y viene otro enemigo del empleo: la competencia de los países del Este.
R. Ese enemigo no viene, está ahí. El mundo es un gran mercado donde se invierte, y hace unos días leía que una fábrica abandona Túnez para instalarse en España. La globalización va y viene en todas las direcciones.
P. Anuncian una tercera reforma fiscal, pero lo que prometen es algo que ya iba en el programa de 1993, con un tipo máximo del 40% y un mínimo del 12%.
R. Dijimos que lo haríamos progresivamente. Hemos cambiado el impuesto de la renta, que hoy es un gran impuesto recaudatorio. Eso subleva a la oposición, porque rebajamos el impuesto y recaudamos más. Concitamos pasiones encontradas porque tenemos impuestos más eficientes con tarifas más bajas.
P. Nos han inculcado que bajan los impuestos, pero la realidad es que la presión fiscal ha subido.
R. Claro, porque hay más gente que paga. Eso es lo saludable. Lo bueno es que cada individuo pague menos y entre todos paguemos más. ¿Y cómo que no han bajado? A mí me han bajado.
P. Y encima la inflación se come las rebajas.
R. Eso no es verdad, porque la inflación viene a suponer unos 600 millones al año, como mucho. En el tema de la inflación, el ministro Montoro tiene razón: España tiene que erradicar todos los sistemas de indexación. Esa es una de las reglas de oro de pertenecer al euro y a la globalización. Aumentar nuestros costes cada año porque sí es inviable en el siglo XXI, dentro de una economía de 20.000 dólares per capita y con el euro.
P. ¿Para cuándo ese objetivo del 40% de máximo y de 12% de mínimo?
R. Esperamos hacerlo en la próxima legislatura, aunque desde el punto de vista ético y político es más interesante el 12% que el 40%, y me interesa más una política de apoyo a la familia que ese 40% de tipo máximo.
P. Desde ese punto de vista, choca que la tarifa sobre las plusvalías del capital sea la mínima.
R. Las tarifas lineales sobre las rentas de capital son muy inteligentes, porque contribuyen a recaudar más y no distorsionan.
P. Entonces, la idea del tipo único que propone el PSOE tiene lógica.
R. Pero es muy difícil que los ciudadanos perciban un trato de equidad con un solo tipo. Y luego, el coste en términos de recaudación para que ese impuesto no sea regresivo es inasumible. Si el partido socialista aplica lo que alguno de sus portavoces explica, es decir cargarse las deducciones sobre vivienda y fondos de pensiones, recortar el gasto social e introducir el copago, entonces puede que tengan dinero para hacer más cosas. Sinceramente, esa sociedad que quieren hacer no la entiendo, ni creo que sea una sociedad éticamente presentable.
P. ¿Qué es lo que más destaca de su modelo económico?
R. La verdad es que estamos asentados en un ciclo largo y con pocas incertidumbres. Eso es indiscutible. Y lo importante es que es un modelo duradero. Después de 10 años, hoy estamos sin déficit y con una tasa del 2,4% de inflación.
P. ¿Y cuáles son sus prioridades para los próximos años?
R. En primer lugar, no estropear lo que hemos hecho. El objetivo es mantener la estabilidad presupuestaria. Después, debemos acometer tareas pendientes, como la reforma de la negociación colectiva y reducir el coste de la regulación de los mercados. La economía española sufre fraccionamiento de mercados, con normas distintas que impiden la armonización.
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