Almodóvar consigue que por primera vez un filme español abra el Festival de Cannes
"Me encantaría que viniera el Papa al estreno", dice el director de 'La mala educación'
Nace ya con éxito y buenos presagios pese a ser una película "negra", dice Pedro Almodóvar. La mala educación, nueva obra del director manchego que se estrena en España el 18 de marzo, abrirá la sección oficial del Festival de Cannes fuera de concurso. "No quiero competir y ésta es la mejor forma de ir. Lo que más me gusta es pasear por la alfombra roja sin pasar nervios después", aseguraba ayer en una rueda de prensa, donde anunció la selección para el certamen más importante del mundo. "Sé que de nuevo es un hito para el cine español, y el que la hayan elegido significa que adoran la película".
Es una historia de hombres que viene bien para todos los sexos. Tiene papeletas para crear polémicas y recibir ataques de algunos sectores, pero tiene más para emprender una nueva carrera hacia el éxito internacional: el 12 de mayo inaugurará el Festival de Cannes; al día siguiente se estrenará en Francia; luego, en el Reino Unido, y después, en toda Europa y América, donde el tema de los abusos a menores por parte de curas también se entenderá perfectamente, como en España. Pero el cineasta, arriesgado y peleón, no va a eludir la guerra: "Me encantaría que viniera el Papa al estreno. Lo que desde luego no le haré será un pase privado, como hizo Mel Gibson", decía ayer en su productora, El Deseo, factoría donde se cumplen todos sus sueños.
Pero no es su intención hacer sangre. Los 10 años que ha tardado en escribir el guión, "que llegó a tener 400 folios", dice, le han servido para tratar el tema con la máxima delicadeza: "El acoso a menores hay que hacerlo así para no caer en lo bestia. Son temas fuertes de por sí. No quería que fuese un ajuste de cuentas, quería encontrar un tono reposado, distante, que no sonara a revancha, y así hallé una manera de hacerlo menos rabiosa, más adulta, pero también más negra". Él no habla de traumas: "A mí no me traumatizó el colegio. Me olvidé al día siguiente de salir. Me horrorizó la educación basada en la culpa y el pecado visualizado, pero había cosas que me encantaban, como el cantar en latín y con voz blanca", asegura.
Tampoco teme las malas interpretaciones. Es demasiado clara: "No creo que se preste a malas interpretaciones. Al Papa no le gustará, y a Rouco [responsable de los obispos españoles], tampoco", dice. Le interesa que se hable de los temas que preocupan a la gente. "En este país no hay debates sociales", asegura. Y unos hablan más alto que otros: "Nunca pensé que la Conferencia Episcopal se atreviera a decir las cosas que dice ahora en un país que es laico".
Pero su denuncia y las historias duras, destructivas, de estos personajes que interpretan Gael García Bernal, Fele Martínez, Lluís Homar, Daniel Giménez Cacho o Javier Cámara servirán para calar hondo en todo el mundo, empezando por Francia, su gran territorio: "Es nuestro mayor mercado", decía ayer. Y además, según confesaba en una nota enviada a los medios por la tarde: "Francia se ha convertido en mi primera interlocutora, todavía más generosa con mi obra que España, y no hablo de la taquilla". Además, no es nuevo en Cannes, donde este año preside el jurado Quentin Tarantino. En 1992 él fue también uno de los jueces y en 1999, Todo sobre mi madre consiguió el premio a la mejor dirección.
Lo que está claro es que este artista brillante, autor de un cine todavía insólito y sorprendente después de 15 largometrajes, lleva camino con La mala educación de conseguir otra vez una buena cosecha tras el éxito que coronó, en 2002, a Hable con ella con el Oscar al mejor guión en Hollywood. Las reacciones del público que ya la ha visto son para él alentadoras: "Les impresiona, a veces se quedan sin habla. Y piden verla dos veces, lo cual me da mucha alegría, porque es cierto, creo que dentro de la primera película que se ve hay otra segunda en el interior".
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