Luppi revive el clima de los primeros años de la transición
El actor argentino rueda en Logroño y San Sebastián 'Pasos', la que espera sea la primera película de su carrera como director
Aún no ha acabado de rodar Pasos, su primera película al otro lado de la cámara, pero el actor Federico Luppi (Ramallo, Argentina, 1936) ya tiene claro que le gustaría emprender una carrera como director. "Me siento... no digo más cómodo, porque hay que trabajar mucho", confesó hace una semana en un receso del rodaje en Logroño, "pero... no me tengo que afeitar, no me tengo que cambiar, no tengo que adelgazar unos kilos; puedo comer patatas a la riojana cuando quiera, matar el frío con un par de vinos más...". "No puedo asegurar que vaya a ser así, pero si me dijeran ahora: 'tienes una película para octubre-noviembre', saltaría de gozo".
Luppi, que a partir de la semana que viene se trasladará con todo su equipo a San Sebastián, habla con entusiasmo, pero se le ve cansado. Lleva tres semanas soportando el frío y la lluvia en distintos parajes de Logroño, y la tensión que uno experimenta cada vez que se enfrenta a un reto nuevo. Pero el argentino cumple con el refrán y lleva dentro una procesión que sólo se advierte en su rostro; no exterioriza ni dudas, si las tiene, ni miedos en el estudio de rodaje -toca filmar en un chalet a las afueras de la capital riojana-. Más bien lo contrario. Su simple presencia, su autoridad como actor, hacen que todo fluya. No tiene que repetir una indicación dos veces, ni elevar la voz y, cuando la situación lo requiere, se levanta de su butaca de director e interpreta el papel que ahora representan otros. "Está muy bien, pero mirále como si fuera un cretino", le dice a Jordi Dauder (Anita no pierde el tren o La flaqueza del bolchevique). Por si no ha quedado del todo claro, se transforma en dos segundos, y lo hace él.
"Hasta donde me da el cuero, creo saber qué quiero contar y cómo quiero contarlo", dice. Lo que busca es retratar un momento de la España que él conoció, la de los prolegómenos y los momentos inmediatamente posteriores al Tejerazo. "Era un clima de enorme terror por la posibilidad de volver al pasado, con una suerte de atmósfera cargada de partículas optimistas (...), lo contrario de lo que ocurría en Argentina en esos momentos", recuerda. La historia está ambientada en ese ambiente de incertidumbres, en vísperas de que se apruebe la Ley del Divorcio, cuando los españoles se adaptan a las nuevas libertades. Entonces, tres parejas de amigos en la treintena y los padres de una de las mujeres del grupo, "empiezan a manejar y a acunar proyectos mucho más ambiciosos y personales y menos compartibles", explica. La historia, escrita por Susana Hornos, actriz en la película y además mujer del director, es una historia de sentimientos y emociones sobre la fortaleza que hace falta para mantener ideales y utopías. "Es en esto en lo que me gustaría estar más certero, más afinado, porque es lo que más me gustó del guión", confiesa.
"Estoy trabajando con el criterio de no primar el sentido fílmico de lo técnico y la preciosura. Además, no sé hacerlo", reconoce. Por eso dedica sus mayores esfuerzos y regala toda su experiencia a los actores: Ana Fernández (Solas); Alberto Jiménez (Noviembre, El viaje de Carol); Ginés García Millán (Todos los hombres sois iguales, Mensaka); Eva Cobo, Pilar Rodríguez y el argentino Fabián Vena. "El trabajo de actor no termina de aprenderse nunca. Pero sin saberlo, lo tengo vivido y aprendido. Entonces me dedico a ellos porque son, frente a la ignorancia de todo un mundo complejísimo, mis aliados naturales".
Luppi, pareja cinematográfica de Adolfo Aristarain y actor en más de sesenta producciones, dice haber contado para esta coproducción con Argentina con el reparto que él ha querido y con un presupuesto modesto, de aproximadamente un millón y medio de euros, que sólo le ha impuesto limitaciones en tiempo. "Contar con más dinero no significa que vayas a hacer una película mejor", afirma. "Te deja más tiempo, es cierto, pero, ¿cuántos filmes ultramillonarios vemos que no merecen la pena? A mí me gustaría ser un director eficaz y verdadero. Eficaz, porque nunca tendré presupuestos elevados, y verdadero, porque así podré hacer algo bueno".
¿Qué me puede pasar?
Federico Luppi no sabe aún cuándo se estrenará Pasos, pero mira ese momento con cierto respeto. ¿Miedo? "No sé si miedo es la palabra exacta", responde. "A estas alturas de la vida, uno más que al miedo se enfrenta a decepciones o desilusiones. A veces me digo: ¿qué me puede pasar? Ojalá vaya bien por motivos obvios y, porque si fuera así, además me podría dedicar a esto y no a actuar". Luppi cree, aunque no lo reconozca abiertamente, que ya, hoy mismo, tiene un buen material entre manos. Lo mismo les pasa a sus actores. "Es un guión hecho a su medida, con una trama de sentimientos y de afectos que sólo puede llevar adelante un actor como él. Aquí no sirven los efectos especiales", dice el actor Fabián Vena. Lo mismo cree su mujer en la ficción, Eva Cobo, y los técnicos y otros miembros del equipo, satisfechos con el rodaje. Coinciden en otra cosa: "Luppi no sólo es un buen director, es también un caballero".
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