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Reportaje:

El coste de querer cambiar de vida

La muerte del granadino Raúl Gallardo tras una reducción de estómago saca a la luz los riesgos de estas operaciones

Le llegó la muerte cuando tenía que empezar a vivir. El granadino Raúl Gallardo, de 31 años, el cuarto fallecido tras una operación de reducción de estómago desde enero -el tercer andaluz tras el alcalde de Casariche (Sevilla) y otro paciente intervenido en el hospital Virgen de las Nieves de Granada- tuvo que prepararse durante un año para la operación que le cambiaría la vida. Los médicos le aconsejaron someterse a cirugía bariátrica debido a sus problemas de hipertensión y diabetes. Una pancreatitis -inflamación grave del páncreas- fue la gota que colmó el vaso. A partir de ese momento, Raúl, que pesaba 130 kilos, se puso en manos del servicio de Dietética y Nutrición del Virgen de las Nieves para seguir el protocolo previo al quirófano.

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El caso de este paciente es el típico de los afectados de obesidad mórbida, una enfermedad que sufre el 6% de los españoles, según la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad. "Estas personas llegan siempre derivadas de otros especialistas como traumatólogos, cardiólogos e incluso psiquiatras", explica Antonio Pérez de la Cruz, director de este servicio en el hospital granadino y responsable de estudiar en cada caso la viabilidad de la operación así como de preparar a los enfermos para someterse a ella. "Se nos presentan con problemas graves de hipertensión descontrolada, diabetes, apnea del sueño o artrosis invalidante debido a su exceso de peso, que disminuye de manera importante su calidad de vida", razona el especialista en nutrición.

Pero los pacientes no entran en lista de espera para el quirófano nada más llegar al servicio de Dietética y Nutrición. La gravedad de la operación -tiene un índice de mortandad del 2% o 3%- les obliga a someterse a un equipo multidisciplinar que estudia las causas del sobrepeso. En primer lugar, los endocrinos tratan de determinar si la obesidad del afectado obedece a una disfunción hormonal. Si ese no es el caso, entran en juego los especialistas en nutrición, que prueban dietas y medicamentos y prescriben al paciente ejercicio físico controlado. Todo ello mezclado con sesiones de psiquiatría destinadas a descartar patologías mentales que justifiquen el severo sobrepeso y a tratarlas con terapia conductual si existen.

"Sólo cuando todos estos tratamientos no dan resultado nos ponemos en contacto con el cirujano", afirma Pérez de la Cruz. "Pero nunca es una intervención de emergencia. Desde que llegan aquí hasta que se operan, suelen pasar de seis meses hasta un año o incluso dos", añade el facultativo, que asegura que antes de la operación se informa al paciente de los riesgos que corre. "Se les explica exhaustivamente que su obesidad es una enfermedad grave. En muchos casos les decimos que no se les va a operar de algo tan grave como un cáncer, pero que la cirugía puede acarrear complicaciones tan importantes o incluso más".

Una vez superados todos los trámites, Raúl Gallardo pasó por el quirófano. Mediante laparoscopia -una técnica poco invasiva que no obliga a abrir el abdomen del paciente y que se ejecuta mediante la introducción de una cámara e instrumentos quirúrgicos a través de pequeños cortes- los cirujanos redujeron la capacidad de su estómago y recortaron su intestino delgado para reducir la absorción de nutrientes. "Nos dijeron que la operación había sido un éxito, pero a la mañana siguiente volvieron a operarlo", señala su hermano Rufino. "El problema, según los médicos, era que alguno de sus órganos supuraba preocupantemente".

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Tras la segunda intervención, los familiares de Raúl no volvieron a verlo consciente. Su hermano asegura que les informaron de que una perforación en su intestino le había provocado una infección generalizada. Cuatro días después volvió al quirófano. El pasado miércoles murió. Ahora serán los jueces los que dictaminen si en su caso hubo negligencia médica.

Según el director médico del hospital Virgen de las Nieves, Francisco Javier Gallo, la causa del fallecimiento fue una infección nosocomial (adquirida durante su estancia en el centro y resistente a los antibióticos) que no está relacionada directamente con la operación de reducción de estómago. "Pero en general todos estos pacientes suelen tener complicaciones postoperatorias derivadas de su propia obesidad", explica Pérez de la Cruz. "Por su sobrepeso, necesitan una dosis de anestesia más elevada y a veces presentan dificultades respiratorias por la dificultad de intubar unos pulmones aplastados por el tejido adiposo".

Aun así, el médico anima a estos enfermos a no perder la esperanza y les recomienda que no desistan de operarse si el diagnóstico lo recomienda. "Los que han pasado por esto han experimentado una revolución en sus vidas", asegura Pérez de la Cruz. "La apnea desaparece en la mayoría de los casos, la diabetes mejora y gracias a la pérdida de peso, la mayor parte llegan a hacer una vida completamente normal".

Terapia para nuevos

Con el paso por el quirófano no termina el tratamiento de los enfermos de obesidad mórbida. El hospital Virgen de las Nieves ha formado un grupo de terapia grupal asistido por especialistas con el objetivo de que las personas que vayan a operarse conozcan de primera mano las ventajas y los inconvenientes del tratamiento de enfermos ya intervenidos. "Una vez operados, estos pacientes deben aprender a cambiar su forma de comer para no volver a caer en la obesidad", explica Antonio Pérez de la Cruz, director del servicio de Dietética y Nutrición del hospital. "Muchas veces se presentan molestias como nudos en el estómago, vómitos o diarrea, que los que todavía no han sido operados deben conocer". Los antiguos pacientes exponen también las nuevas pautas alimenticias que se ven obligados a seguir tras la cirugía bariátrica. Pero no sólo se explican las consecuencias negativas. Los ya recuperados cuentan el cambio vital tras la reducción de estómago: "Más vale comer sólo medio yogur que no poder moverse o asearse".

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