Aznar 'inaugura' la nueva terminal del aeropuerto de Barajas, que no funcionará hasta dentro de un año
Los costes de las obras se han incrementado en un 45% sobre lo previsto por Fomento
El presidente del Gobierno, José María Aznar, del PP, acompañado del ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, visitó ayer las instalaciones inacabadas de las nueva terminal del aeropuerto de Barajas, que no estará operativa hasta dentro de un año. A un mes de las elecciones generales, presidente y ministro "inauguraron la obra civil" -según la placa conmemorativa-, esto es, el edificio recién construido. Falta instalar la electricidad, las telecomunicaciones, los bancos para sentarse, las tiendas, los quioscos de prensa, las salas de embarque... Es decir, todo lo que contiene un aeropuerto menos el aeropuerto mismo. Aznar también recorrió en autobús las dos nuevas pistas de este aeropuerto, que no empezarán a funcionar hasta el mes de agosto.
La ampliación del aeropuerto de Barajas está resultando para el Ministerio de Fomento un pozo sin fondo de gastos. Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA), organismo dependiente de este ministerio, tenía presupuestadas las obras de Barajas (que consisten fundamentalmente en dos nuevas pistas, una nueva área terminal y un edificio satélite) en 1.680 millones de euros. "El coste de la ampliación de Barajas", según se leía ayer todavía en la página web del Ministerio de Fomento, "ascenderá a 279.400 millones de pesetas [los 1.680 millones de euros citados]". Sin embargo, este mismo ministerio emitió ayer una nota también oficial en la que admitía que "el importe de estas cuatro actuaciones [las pistas, la terminal y su satélite], con sus instalaciones asociadas, es de 2.440 millones". Es decir, los costes de las obras se han incrementado en un 45%.
Igualmente, y siempre según la página web del Ministerio de Fomento, las obras arrastran un retraso de casi dos años. "Hasta el año 2003 no está prevista la apertura del nuevo área terminal", se leía ayer en la web. No obstante, también ayer, 13 de febrero de 2004, el presidente del Gobierno, José María Aznar, inauguró la "obra civil" del aeropuerto. A esto hay que sumar que aún falta un año para, según las últimas previsiones de AENA, que el nuevo aeropuerto pueda funcionar a pleno rendimiento. Los nuevos plazos oficiales son: agosto de 2004, primeras pruebas de las dos nuevas pistas; y febrero de 2005, operatividad al 100% de la ampliación (la nueva terminal y el edificio satélite).
Como los nuevos edificios que ayer visitó Aznar están aún vacíos y con trabajadores rematándolos, las pistas todavía no están calibradas, los permisos internacionales de funcionamiento aún no han sido conseguidos, las compañías aéreas estudian cómo realizar su traslado a la nueva terminal, los gestores del aeropuerto necesitan estos 12 meses más para ponerlo en funcionamiento...
Cuando Barajas despegue definitivamente el año próximo, si no hay retrasos, se convertirá en uno de los grandes aeropuertos europeos. Será capaz de mover 120 aeronaves a la hora (frente a las poco más de 70 actuales) y de atender hasta 70 millones de pasajeros.
El Ministerio de Fomento, a pesar de numerosas voces en contra, siempre se ha mantenido firme a la hora de ampliar Barajas. El Gobierno central ha esgrimido, con firmeza, una razón de peso para realizar la ampliación: si el Gobierno no se embarcaba en las obras, España sería pronto superada como nudo de comunicaciones (aeropuerto hub, en argot técnico) por otros aeropuertos en construcción (Lisboa) o más atractivos (París, Londres...). Levantar un aeropuerto de nueva planta -como reclamaban las localidades próximas, que soportan elevadísimos niveles de ruido- requeriría un mínimo de 12 años (seis para hacer los estudios y otros seis para construirlo). Fomento tenía que decidir y se inclinó por lo que más favorecía a la economía nacional -construir un gran aeropuerto en el mínimo tiempo- y más perjudicaba al medio millón de personas que viven en las cercanías de Barajas.
El Gobierno regional de la Comunidad de Madrid, para intentar acallar las quejas de los municipios, reservó suelo hace siete años en Campo Real -un municipio situado a 25 kilómetros de la capital madrileña-, pero el proyecto no termina de arrancar. El importantísimo peso industrial de las zonas que rodean Barajas (el 13% del Producto Interior Bruto de la región y más de 10.000 millones de euros de aportación a la economía española) impiden, de momento, su traslado.
Esculturas de Manuel Valdés
La desnudez del descomunal edificio de la nueva terminal visitada ayer por Aznar (más de un kilómetro de largo por 40 metros de ancho) permitió, por contra, a los visitantes, admirar aún más la elegancia de la construcción, obra de los arquitectos Richard Rogers y del Estudio Lamela. El diseño del tejado con forma de ala de pájaro o de ola y con un falso techo forrado de listones de bambú, las enormes columnas inclinadas de color amarillo, los ventanales de cristal de tres pisos de altura abiertos sobre las pistas y la proliferación de claraboyas gigantes que arrojan chorros de luz natural sobre un pavimento de piedra caliza confieren a la construcción un aspecto cálido y luminoso.
Lo único que rompía la desnudez de la terminal principal eran tres esculturas de Manuel Valdés y Mario Vargas Llosa, por las que Fomento ha abonado 1.158.000 euros. Tras la inauguración, fueron retiradas hasta que el edificio empiece a funcionar.
Para unir la nueva terminal y la terminal satélite (separadas por una de las nuevas pistas de despegue, consecuencia esto también del poco espacio disponible en la zona), AENA ha dispuesto un tren subterráneo interior que ayer realizó, con el presidente Aznar como pasajero, su primer viaje oficial. Tardó menos de tres minutos en recorrer la distancia entre las dos terminales.
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