"Los museos sólo sobrevivirán si pueden diferenciarse del espectáculo"
Alto, altísimo, y enfundado en un traje impecable, Glenn D. Lowry (Nueva York, 1954), director del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), accedió ayer a esta entrevista en uno de los salones del hotel Ritz de Madrid, horas antes de participar en una mesa redonda de Arco. Lowry llegó al MOMA en 1995. Es el sexto director de ese "monstruo sagrado", inaugurado en 1939, que posee la colección más completa del mundo de arte del siglo XX: unas 100.000 obras entre pinturas, esculturas, dibujos, grabados, fotografías y objetos de diseño. Como parte de su visión de un MOMA para el siglo XXI, acorde a la "creciente complejidad del arte contemporáneo", Lowry ha sido el motor del ambicioso proyecto de ampliación y remodelación de su sede de Manhattan, cerrada al público desde hace cinco años.
"La gente se interesa siempre por nuevos fenómenos, pero eso no hace del 'show' un arte"
"En los jóvenes artistas españoles, EEUU vio una gran creatividad y una mirada fresca"
La reapertura del museo renovado (que ha costado unos 858 millones de dólares) está prevista para el próximo invierno, coincidiendo con el 75º aniversario de la institución. Aunque a puerta cerrada, "el MOMA sigue comprando arte.", aclara Lowry. "Estamos en el mercado, como siempre, coleccionando en forma muy agresiva arte contemporáneo, de los últimos 20 años".
Además de comprar, el MOMA viaja: 200 obras de su colección permanente podrán ser vistas a partir del 20 de febrero en la Neue Nationalgalerie de Berlín. El avance del arte entendido como espectáculo, la presencia de los artistas españoles en el mercado, las estrategias de financiamiento de los museos en un contexto de crisis económica mundial y el futuro de los museos de artes visuales son algunos de los temas de esta entrevista.
Pregunta. ¿Cómo evalúa la repercusión de El real viaje real, la reciente exposición de arte español y latinoamericano en el PS 1, centro asociado al MOMA?
Respuesta. El recibimiento de esa exhibición en Estados Unidos fue extremadamente bueno. Las obras de Juan Muñoz, Cristina Iglesias y de toda la nueva generación de artistas españoles eran prácticamente desconocidas para la mayoría de los norteamericanos, que descubrieron en ellos una gran creatividad y una mirada fresca. Por supuesto, toda selección de una pequeña cantidad de artistas es sólo una fotografía. La exhibición no fue pensada como un recorrido enciclopédico, sino como una muestra de lo que hacen los jóvenes artistas españoles, y creo que el resultado ha sido muy efectivo.
P. ¿Cuál es el peso del arte español en la actualidad?
R. Creo que hay una creciente conciencia en el mundo acerca de que España, en los últimos 25 años, se ha convertido en uno de los países más interesantes del mundo. Eso se ve en la magnífica transformación que han sufrido las ciudades más importantes, Madrid, Barcelona... En ellas se reconoce vibración, creatividad y una gran conciencia en lo relativo a las artes visuales, que, en mi opinión, es paralela a las que existen en Londres, París o Berlín.
P. Europa debate cómo va a financiar en el futuro sus museos. Frente al modelo europeo, público, se erige el americano, que propicia la autogestión y el mecenazgo privado. ¿Cuáles son para usted las ventajas y desventajas de uno y otro modelo?
R. Ningún sistema es perfecto. Ayer estuve en el Prado, admirando esas pequeñas y bellas guías que se compran por un euro: sucintas, en diferentes idiomas, bien escritas. Uno no puede aspirar a hacer algo así en un museo financiado con capitales privados. Los costos serían prohibitivos. Es un ejemplo de lo que puede hacer una institución estatal al subvencionar el arte y hacerlo accesible para un público masivo. El capital privado es menos complicado de recaudar, pero llega con gran cantidad de restricciones, pues supone tener que lidiar con cientos de individuos que quieren decirte cómo dirigir tu institución. En Europa, la negociación es sólo con el Gobierno, lo que supone sólo un problema. Cuando esa negociación termina, te pones a trabajar. Nosotros lidiamos con problemas financieros los 365 días del año. Yo no creo en sistemas de una sola pata. Europa debe hallar modos de seducir al dinero privado y yo debo tratar de ver cómo hacer para que el Gobierno nos apoye.
P. ¿Bastará esa estrategia para recaudar dinero para las artes visuales en un contexto de crisis económica?
R. La estrategia para financiar una institución como el MOMA es en realidad muy simple y no tiene nada que ver con el dinero. Se relaciona con el proyecto del museo. Si tú tienes el programa más importante del mundo, ofreces exhibiciones magníficas dirigidas a público masivo, mostrando las colecciones históricas más inteligentes, serás capaz de atraer capitales, tanto públicos como privados. Por eso nuestra meta es muy sencilla: estar seguros de que somos el mejor museo del mundo de nuestra clase.
P. Sin embargo, hay quienes afirman que, para sobrevivir, los museos deben acercarse al espectáculo. ¿Qué opina de ese debate?
R. Yo pienso todo lo contrario.Creo que la búsqueda consciente y continua de asemejar el arte al espectáculo entraña un gran riesgo: competir no contra otros museos, sino contra la industria del espectáculo. Una lucha que los museos no pueden ganar. El entretenimiento tiene que ver con la diversión, con distraer al sujeto y hacerlo pensar en otra cosa. Los museos deben relacionarse con la educación y con la experiencia. Su supervivencia dependerá de su capacidad de diferenciarse, distinguiéndose del espectáculo. De que puedan dejar bien claro que son parte del mundo de la cultura y que las obras de arte son objetos poderosos, que preservan sentimientos e ideas que son únicos y que no pueden ser experimentados en otros ámbitos.
P.
Mundos corporales, la polémica muestra del anatomista alemán Günther von Hagens, ha sido vista ya por 14 millones de personas. ¿Calificaría su trabajo con cadáveres humanos como arte?
R. No he visto aún la exhibición, así que no me parece justo hablar de ella. Pero sobre la cantidad de visitantes... Mucha gente va también al circo. La gente se interesa siempre por nuevos fenómenos, pero eso no convierte necesariamente un show en arte ni en una experiencia profunda de conocimiento. Con esto tampoco quiero decir que esa muestra no lo sea.
P. El MOMA se centra en el arte moderno y el contemporáneo. ¿Habrá algún día una ruptura entre ambos conceptos?
R. Potencialmente, sí. Vista retrospectivamente, la posmodernidad aparece como una discusión dentro de la gran familia del arte moderno. Artistas que practicaron una posmodernidad irónica y crítica, como David Salle o Jeff Koons, forzaron nuestra idea del arte moderno, pero sólo eso. Habrá una ruptura, pero aún no ha ocurrido.
P. ¿Cómo ha influido en el MOMA la apertura de nuevos museos como el de Tokio?
R. Viejo o nuevo, el museo que tiene una colección histórica debe preservarla e interpretarla.La escritora Gertrude Stein dijo alguna vez que un museo puede ser moderno o puede ser un museo, pero no ambas cosas. Creía que cuando un museo adquiere una colección, el peso de ésta le impide estar en contacto con el arte de su tiempo. La historia entera del MOMA ha sido un esfuerzo por probar que estaba equivocada.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.