Roy Disney: "Mi tío y Dalí eran dos grandes promotores de sí mismos"
Salvador Dalí conoció a Walt Disney en 1937, cuando el artista viajó a California por primera vez. En ese tiempo escribió a André Breton que había conocido a tres grandes surrealistas estadounidenses: los hermanos Marx, Cecil B. de Mille y Walt Disney. Ocho años después, instalado ya Dalí en Estados Unidos, el genio de la pintura y el fundador de la célebre factoría de animación firmaron un contrato para realizar una película. El artista se lo tomó con tanto entusiasmo que se pasaba jornadas enteras en los estudios trabajando para el filme junto al dibujante de la casa John Hench. Pero, a causa de las dificultades económicas de la compañía, el proyecto se quedó en un centenar de dibujos en un cajón. Hace un par de años, al sobrino de Walt Disney, Roy, a la sazón vicepresidente de la empresa, se le ocurrió rescatar ese valioso material polvoriento, que ha acabado convirtiéndose en Destino, un corto de seis minutos con opción al Oscar.
El propio Roy Disney presentó ayer en Barcelona el filme, que se proyecta en el marco de la exposición Dalí. Cultura de masas. En un encuentro con la prensa, el sobrino del magnate del cine de animación, de 73 años, explicó que no había coincidido nunca con Dalí -"mi prima Diane, la hija de Walt, sí, y lo recuerda con mucho cariño"-, pero que conocía bien la relación amistosa de su tío con él, que duró hasta la muerte del primero, y también la historia del proyecto de Destino. En su opinión, el pintor y el empresario cinematográfico tenían muchas cosas en común, pero destacó, aparte de "su amor al arte", el que ambos fueran "grandes promotores de sí mismos".
Roy Disney, que reivindicó para el cine animado la primacía "del lápiz y el papel" frente a la del ordenador, habló de su reciente salida de la empresa a causa de sus desavenencias con el presidente, Michael Eisner -"le molesto porque, con mi apellido, le recuerdo el significado de Disney"-, al que culpó sin ambages de las graves dificultades por las que atraviesa la factoría.
Babelia
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