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Reportaje:HUÉRFANOS DE CÉLULAS MADRE

"Servirá a los siguientes"

Modesta Gutiérrez, una empleada jubilada del Banco de España en Granada, padece Parkinson desde 1986, pero su calidad de vida no ha comenzado a mermar hasta hace tres años. "Ahora no puedo coser, tardo mucho en arreglarme y hay veces en las que caminar me cuesta un mundo", dice. Desde que le diagnosticaron la enfermedad ha escuchado un sinfín de teorías y noticias sobre avances para combatir su mal y que siempre ha escuchado con escepticismo hasta que en el horizonte científico aparecieron las células madre, capaces de diferenciarse en cualquier tejido. "En la célula madre sí que creo. No me servirá a mí, pero sí a los siguientes. Y es ley de vida. Yo me he beneficiado de los avances que no tuvieron quienes sufrían la enfermedad hace 20 años", explica.

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Huérfanos de células madre

Al igual que Modesta, también Gabriel González cree que no se beneficiará directamente de los resultados de la investigación con embriones. Gabriel, sevillano, de 35 años, es diabético desde los 14. De la noche a la mañana tuvo que dejar su sueño de ser un remero de élite y cambiar sus hábitos, aunque sigue practicando deportes poco recomendados para los diabéticos y trabaja con menores toxicómanos que no ayudan a mantener estables sus niveles de glucemia. Es insulinodependiente: se pincha tres veces al día. Un diabético, dice, no es un discapacitado, pero es un enfermo crónico que tiene que limitarse y controlarse de por vida. Por eso los diabéticos se han movilizado más que nadie para exigir que se autorice la investigación con células madre: más de un millón entregó firmas al Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, avalando esta petición. "Hay impotencia y enfado porque se le pongan trabas burocráticas o políticas a algo que puede ser una mejora", sostiene Gabriel González.

"Supongo que no es la panacea, pero es una alternativa que puede abrir la puerta a la esperanza, no sólo a la situación de mi hija, sino también a la deficiencia visual que yo sufro", expone Juan Manuel Cano, un administrativo de la ONCE en Jaén, de 39 años y padre de una niña de nueve que padece anoxia cerebral (falta de oxigenación). Cano pertenece a la Asociación de Parálisis Cerebral de Jaén y se ha personado como coadyuvante en el recurso del Gobierno estatal ante el Tribunal Constitucional contra la legislación autonómica que regula la investigación con células madre. "El Estado mantiene una posición propia de épocas inquisitoriales", reprocha.

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